Diciembre 26, 2024

Latinoamérica, Zona de Zombies

La reflexión que deseo compartir en esta ocasión tiene que ver con ¿cómo nos mueven? Están aquellas iniciativas que tienen origen propio, aquellas que son originadas en la profundidad de la conciencia de cada persona, que son muy pocas, para diferenciarlas de aquellas que están empaquetadas como rutinas diarias que consumen nuestra vida hasta que se llega a viejo, como si fueran decisiones propias. En realidad son decisiones que toman terceros que nos las instalan en el sub consciente, como verdades propias para controlar nuestra vida y las relaciones con otros.

 

Cuando una autoridad falla en hacer su pega, no falta aquella sentencia que dice, que es necesario hacer una campaña para educar a la gente para que no se repitan tales o cuales situaciones. Cuando alguien no puede ingresar a una playa porque los privados se adueñaron de ella, le dicen a la gente, reclame a la autoridad. ¿Y cuál es el rol del ministerio respectivo? Son los mecanismos que le permite a la autoridad zafar olímpicamente.

 

Una experiencia que todos conocemos y que nos legaron algunos señores cuando decidieron el modelo de negocios que existiría para quienes utilicen el Transantiago, hoy nos tiene subiendo y bajando escaleras. Si Ud. necesita ir a la zona sur de Santiago, desde Tobalaba, sumérjase en el Metro línea 1, estación Tobalaba, luego camine para cambiar de andén, suba escaleras para llegar al nivel superior donde está el andén e intente abordar el Metro línea 2, en la estación los Héroes, siempre apretujada de gente.

 

Luego de viajar más de ½ hora se baja en el andén estación la Cisterna, donde hay una Estación Intermodal con cuatro niveles de subterráneos. Pues bien, prepárese para empezar a subir desde el andén más bajo, donde llega el tren y suba una escalera que lo conducirá al piso superior y atraviese caminando un amplio pasillo donde están las boleterías y algunos negocios hasta una larga escalera mecánica que lo lleva al siguiente nivel superior. En dicho lugar debe caminar y bajar (si bajar, no es broma) unos cuantos peldaños para que Ud., quede frente a otro amplio pasillo repleto de negocios, bazares, comida rápida y vendedores de todo tipo. Debe atravesar todo aquello esquivando a la gente para llegar al otro extremo donde está la plataforma subterránea de los andenes para los buses “alimentadores”, esos que “casi” llegan a las poblaciones. Ahí debe esperar y hacer fila con otras 50 o 100 personas durante 15, 20 o 30 minutos, hasta que pueda subir a un bus “alimentador” y viajar como sardina hasta algún lugar de la Comuna El Bosque. Esta rutina decidida por terceros, entre ellos la banca, lo obliga a gastar 3 o 4 horas diarias de su vida, si quiere ir y volver en un recorrido como el señalado, para ir a trabajar.

 

Las rutinas más diversas, como la detallada anteriormente, cubren mayoritariamente nuestras vidas y consumen la mayor parte de la energía de los miles de millones de personas que trabaja en todo el orbe. Si quiere cobrar un cheque en el banco, si necesita carnet de identidad, si tiene que pagar el tag en una autopista, debe esperar, excepto si Ud., pertenece al 10% de los más ricos. En la otra cara, por citar un ejemplo entre muchos otros, la industria empresarial de los automóviles tiene exactamente calculado los tiempos en que debe salir un automóvil desde las plantas de ensamblajes, cualquier variación de segundos, le cuesta el trabajo a más de alguien.

 

Como parte de una tendencia cultural aprendida, nos vamos sumamos al ambiente que nos produce una compulsión similar al movimiento de un cardumen de sardinas, algunos lo advierten y reclaman, otros simplemente lo aceptan y acatan. Se ha encontrado Ud. transitando calmadamente hacia el centro de la ciudad y a medida que se interna en las calles saturadas de personas, vehículos, vendedores que le gritan en su oído hasta que Ud., se encuentra caminando al mismo ritmo que el resto de las personas, sin tener motivo ni necesidad alguna. Es la inducción de la conducta de los demás. Estamos permanentemente tensionados que no advertimos que muchas decisiones son motivadas por la conducta imitativa, que nos aleja del pensamiento consciente, ese proceso necesario y útil que tiene la capacidad de devolvernos la libertad para reclamar por las injusticias, sentirnos hombres y no zombies.

 

Ejemplos similares se repiten en la economía, las finanzas, la política, son numerosas las cadenas de hechos que corresponden a decisiones tomadas por otros, que van desviando la vida de hombres y mujeres que desean tener control de su propio destino y ser medianamente felices. Las elites están organizadas en enormes bastiones especializados en política, banca, economía, finanzas, fuerzas armadas, etc., que solo hablan consigo mismos para determinar el camino que debemos seguir los demás, incluido el hambre y la muerte, y si lo aceptamos, agachamos la cabeza, nos ponemos el sombrero en el pecho, en señal de respeto, como lo hacen los campesinos frente al amo.

 

Nos han movido lentamente a la posición en que estamos. Las grandes empresas dominan el negocio del ciber espacio, se introducen en nuestros computadores pagados con nuestro esfuerzo, y nos colocan sistemas de seguimiento para saber todo lo que hacemos. Las agencias gubernamentales de espionajes han ido mucho más lejos con sofisticados programas de espionajes para espiar todo y a todos en el mundo. ¿Podríamos alguno de nosotros ir a la Reserva Federal de EE UU, instalar micrófonos y oír sus decisiones sobre la economía? No, por supuesto que no, sería considerado un delito y nos secarían en prisión.

 

Ese es el punto, el doble estándar en todas partes, la justicia funciona en un solo sentido y es lo que desmiente absolutamente esos descarados discursos que hablan del bienestar de la población, la integridad de la ciudadanía, la dignidad del pueblo, la esperanza. El trabajo te hará libre, escribían los nazis en las puertas de los campos de concentración y crematorios, donde se tragaron millones de personas, tal como ocurre hoy pero de otra forma.

 

 

El destino del programa QE, (expansión monetaria) es una gran injusticia que observan el común de los ciudadanos. La futura presidenta de la FED, Yanet Jellen, defiende el papel negando su impacto exclusivo sobre las clases más favorecidas y exponiendo las bondades del efecto riqueza para aumentar el gasto y eventualmente crear empleo e incrementar los salarios. Otra falsedad del discurso oficial, es parte del desenfado de una justicia que no funciona para todos y que comprobamos con esta simple noticia. La agencia Forensic Asia recomendó recientemente vender activos del mayor banco del Reino Unido, el HSBC advirtiendo que la entidad tendría entre 64.000 y 92.000 millones de dólares en activos “dudosos” en su balance. A menos que Ud. tenga parte de ese dinero, le aseguro que fue a parar a los más ricos y a los especuladores. Corresponde a un 27% de todo el PIB que produjo EE.UU. el 2013.

 

El señor B. Bernanke o la Sra Yanet Jellen de la FED pueden decir lo que quieran en economía, pero lo que dicen es absolutamente insuficiente para desmentir que a partir de la crisis, 2008/2009 todo el dinero inyectado por los bancos centrales a sido riqueza para los más ricos. Observe en este gráfico la enorme brecha entre la riqueza del 10% más rico de la población de distintos países (rojo) y la riqueza atesorada por el 50% menos favorecido (azul), donde también se incluye a nuestro país.

 

La economía de EE UU., creció en el 2013 alrededor del 2 %, equivalente a US$ 340.000 millones, mientras la bolsa creó US$ 3.7 billones y la FED se inventó alrededor de US$ 1.02 billones.

 

Desde el 2009, la economía ha crecido alrededor del 6 % en términos reales mientras la “riqueza” de las familias ha crecido desde US$ 50 hasta los US$ 71 billones actuales. La riqueza real ha crecido unas 20 veces menos que la financiera, mientras al resto de los mortales no tienen subiendo y bajando escaleras o esperando que nos atiendan en algún banco.

 

El secreto de la vida está en la honestidad y el trato justo. Si puedes falsear eso, lo tienes hecho” GROUCHO MARX.

Mario Briones R.

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