Diciembre 4, 2024

La FECH y el cuco del anarquismo III

De acuerdo a lo prometido en el artículo anterior, mismo que estuvo dedicado, especialmente, a destacar algunos tópicos del pensamiento de Proudhon, en esta nota revisaremos las principales disputas y polémicas entre este autor y Carlos Marx.

Es de hacer notar que cuando Marx conoció a Proudhon en París, se formó una muy buena opinión de él e, incluso, como lo afirmaba el propio Marx, le ayudó en la comprensión de la filosofía de Hegel, de la que sólo conocía algunas nociones adquiridas de segunda mano, pues Proudhon no sabía alemán.

 

Sin embargo, la amistad entre ambos duró muy poco: Marx acusaba al filósofo del anarquismo de no aplicar bien la noción hegeliana de “contradicción” y de “desnaturalizar la dialéctica al negar que pudiesen ser resueltas las ‘contradicciones’ de la sociedad”. Proudhon, por su parte, acusaba a Marx de ser dogmático al construir su sistema de autoritarismo.

 

Cuando, en 1846, Proudhon publica su ambicioso estudio económico Sistema de las contradicciones económicas o la filosofía de la miseria (Sistéme des contradictons économiques ou la filsophie de la misére), Marx replicó, en 1847, con la Miseria de la filosofía, en la que ataca a Proudhon por alterar la dialéctica hegeliana. Esa obra es, además, considerada la primera exposición importante de su propia doctrina económica.

 

Si nos referimos, ahora, a las discrepancias relativas al aspecto político contingente, en 1970 mientras Marx alertaba a los obreros contra una insurrección prematura, los “federados” se inspiraban en Proudhon. Su fracaso, dice Marx, es el canto del cisne del proudhonismo. En un artículo titulado “Marx y la Comuna de París”, de nuestra autoría, publicado en este mismo medio con fecha 17 de junio de 2011, destacábamos el análisis de Marx ante esos acontecimientos: “Señalaba a los dirigentes del proletariado parisiense las dificultades que esperaban a los obreros insurrectos de París en una situación de guerra y en medio de la sitiada ciudad, aislada del resto del país, y hacía notar la falta de condiciones necesarias para el triunfo del proletariado, por la ausencia de un partido fuerte y vigoroso, debido a la preponderancia de los proudhonistas en la sección parisiense de la Internacional”.

 

BAKUNIN Y SU ANARQUISMO LIBERTARIO

 

El pensamiento y la acción de Michel Bakunin (1814-1876), se sitúan en la línea del pensamiento de Proudhon. Pero se distinguen de aquel por un aspecto agresivo y abrupto, característico también de la toma de posición de los libertarios españoles y catalanes, cuyas federaciones tomarán partido por Bakunin en los conflictos que lo oponen a Marx dentro del seno de la 1ª Internacional. Bakunin, que también forma parte de los “hegelianos de izquierda”, se cree obligado a defender “su” dialéctica; al contrario de Proudhon, privilegia la negatividad. La posición del hombre es su animalidad, la negación es la revuelta contra ese estado de dependencia del pensamiento; la negación de la negación es la realización de la libertad humana mediante la destrucción de las limitaciones impuestas por el pensamiento.

 

Tras haberse comprometido con los movimientos que militaban por la constitución de los Estados nacionales eslavos contra la hegemonía zarista, vuelve al campo antiautoritario cuando en 1861 consigue escapar de su exilio siberiano. Hasta su muerte, y durante 15 años, participa físicamente en los combates contra la opresión y polemiza vivamente contra Marx quien consigue hacerlo expulsar de la Asociación Internacional de Trabajadores (A.I.T.), en 1872.

 

La perspectiva histórica de Bakunin es tajante: la religión (y la idea de Dios), el Estado (y la autoridad de un principio político) y la propiedad (y los sistemas económicos correspondientes a ella), quizás contribuyeron en el pasado a la emancipación del hombre de su estado animal. En la actualidad, están trasnochados, y constituyen otros tantos frenos para la emancipación humana y el progreso de la libertad.

 

La crítica de la religión, a la manera de Feuerbach o de Marx es insuficiente. “Para afirmar al hombre hay que negar a Dios”. El Estado, bajo cualquiera de las formas que se presente, y lo que implica (la autoridad centralizada, la administración, la legislación, la representación de los ciudadanos) no puede más que oponerse al libre desarrollo de la humanidad.

 

Bakunin era hijo de un terrateniente aristócrata ruso de opiniones liberales moderadas y su familia había pensado destinarlo al ejército. Asistió a la escuela de artillería, pero fue expulsado por su negligencia y trasladado a un regimiento corriente. A la edad de 21 años consiguió dejar el ejército fundándose en una enfermedad inexistente, evitando el castigo por su indisciplina sólo por influencia de la familia. Su deseo era estudiar filosofía, y presiona a sus padres para que se le permitiese ir a Alemania donde quería compenetrarse de la filosofía hegeliana, que entonces era la última palabra entre los intelectuales de San Petersburgo.

 

La libertad es el comienzo y el fin de la teoría social de Bakunin. Contra los derechos a la libertad ninguna otra cosa merece consideración alguna. Atacaba implacablemente y sin atenuaciones, toda institución que le pareciese incompatible con la libertad, y toda clase de creencias que se opusiesen al reconocimiento de la libertad como bien supremo. Sin embargo, estaba muy lejos de ser individualista, y sentía el mayor desprecio por el tipo de libertad predicada por los defensores burgueses del laissez-faire.

 

Distinguía claramente entre sociedad y Estado. La sociedad, decía, era natural al hombre; en realidad es común al hombre y a muchas clases de animales, y tiene que ser aceptada, porque es parte del orden de la naturaleza. Por otra parte, consideraba al Estado como algo esencialmente artificial, como un instrumento, creado por algunos hombres para ejercer poder sobre otros, ya mediante la fuerza, ya mediante una superchería teocrática.

 

Asimismo, Bakunin critica con fuerza la concepción del contrato social de Rousseau, por ser históricamente falsa y porque sirve para justificar la tiranía del hombre sobre el hombre. El llamado “Estado democrático” apenas es, en caso de que lo sea, mejor que otros, donde la tiranía del hombre sobre el hombre aparece más claramente: sirve sólo como instrumento mediante el cual una clase de burócratas y políticos reemplaza a los antiguos explotadores como clase gobernante que oprime al hombre corriente.

 

A este odio contra el Estado, como arma autoritaria de tiranía, iba unido un odio no menor a las iglesias y a la idea misma de Dios. Según él la idea de Dios es detestable tanto porque es fundamentalmente incompatible con la libertad humana y, por consiguiente, enteramente inadmisible, como porque se opone a la idea de igualdad, a no ser que hubiese igualdad sólo en la esclavitud y en la abyección.

 

En un próximo artículo, expondremos los conceptos de federalismo e individualismo en el pensamiento de Bakunin, así como su propuesta de programa presentado a la Liga por la Paz y la Libertad, en orden a establecer los tres aspectos del problema social: la cuestión religiosa, la política y la económica. Iniciaremos, además, el análisis del pensamiento de otro de los más destacados anarquistas: Pedro Kropotkin.

 

Bibliografía:

 

G.D.H. Cole, Historia del pensamiento socialista, (marxismo y anarquismo 1850-1890), T.II, F.C.E., México, 1974, 442 pp.

 

F. Chatelet, et. al., Historia del pensamiento político, Tecnos, Madrid, 1992, 304 pp.

 

Jean Touchard, Historia de la ideas políticas, Tecnos, Madrid, 1993, 664 pp.

 

Varios autores, Historia de la filosofía (la filosofía en el siglo XIX), T.8, Siglo XXI, México, 1981, 496 pp.

 

ver también

La FECH y el cuco del anarquismo I

La FECH y el cuco del anarquismo II

 

 

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