Noviembre 27, 2024

Virginia Vidal: “Letradura de las Rara”

El valor esencial de la obra es mostrar  el Chile real y como se ha transformado, manteniendo la injusticia social, a pesar de los cambios habidos. Es una introducción a la historia doméstica, mínima y familiar del país proletario, con  referencia a las luchas sociales y que abarca casi un siglo, que es imprescindible conocer  para entender el Chile actual ya que allí comienza la sociedad en la que hoy vivimos.

La finalidad del lector.

¿Qué busca un lector en una obra literaria ¿Belleza? ¿Realidad? ¿Distracción? ¿Placer? ¿Amenidad?

La respuesta amplia es que depende del lector, aunque a menudo surgen sorpresas: no se esperaba lo recibido, lo que permite entrar en ámbitos que no conocía o no le interesaban.

El problema es advertir al lector de la forma y sustancia de este libro: no es una obra fácil, ni entretenida, ni bella, ni menos placentera. Su sustancia descriptiva es la realidad, con toda su fealdad, pero en la forma  es una obra maestra en el lenguaje, el vocabulario y la perfección literaria, así como en la sinceridad y compromiso de la autora.

 

Describir una realidad.
Una obra literaria puede perseguir la belleza y darle este placer al lector, esto es casi imprescindible en la poesía, pero en la “narrativa”, como Virginia Vidal califica esta obra, la finalidad es muy distinta, Hay belleza en la forma del lenguaje y casi perfección, pero el contenido no es ni mínimamente bello, es la fealdad horrorosa de la miseria. Entonces la intención de la obra es otra: es describir la vida, con toda su realidad y a juicio de este lector, la autora lo logra plenamente, con la adición de que la indignación de la autora y sus personajes se trasmite al lector y surge el convencimiento y la necesidad de combatir esta situación, combate que lleva a la lucha social que se describe en la acción de sus personajes o en la alienación e indiferencia de otros que son calificados de “apatronados” o de “rompe huelgas”.

Elementos históricos.

Este es un libro de memorias, pero son memoras pasados por el tamiz de la mente infantil, ya que quien relata es una niña. Sin embargo, la escritora acude a elementos que van más allá de la percepción infantil, pues presenta el trasfondo histórico de la época: los terremotos, las huelgas y movimientos sociales, las vivencias de personas mayores, lo que permite describir el trabajo o la vida en el hospital y la especialmente la vida de los personajes adultos, niños y ancianos que viven en el conventillo o en la casa en la que habitan varias familias, cada una en una pieza o dependencia muy limitada.

 

Es en esta perspectiva que se incluyen hechos históricos precisos como la matanza de la Escuela Santa María de Iquique, el movimiento estudiantil y sindical, las expresiones iniciales del anarquismo y también del feminismo como expresión no organizadas aún. En este ámbito se citan o aparecen personajes históricos reales con Antonio Acevedo Hernández, Julio Rebosio, Mireya Lafuente, José Domingo Rojas, Eglantina Sour, Doroteo Martí, Alejandro flores, etc.

 

Recalcando la importancia que se le asigna a estos elementos se presenta  al final un anexo con una cronología política con énfasis en el movimiento obrero.

La búsqueda del tiempo perdido.

Un mérito esencial de esta obra es el intento serio de presentar diversas épocas de nuestra historia urbana. Este intento se traduce en una rigurosa investigación sobre el folklore y algunas de sus manifestaciones más populares como los juegos, los mitos, los dichos, las canciones, incluso los himnos políticos y también la gastronomía popular de la pobreza.

 

Esta labor de investigación se basa, sin duda, en la  experiencia de la autora como periodista investigadora de materias culturales  y también en el uso de la nutrida investigación que muchos profesionales han realizado y publicado en los últimos años, mucho de los cual está en Internet.

 

La profundidad de Virginia Vidal, en este aspecto es que ha sido capaz de registrar estos elementos, en sus distintas expresiones, pues han ido cambiando en las distintas épocas en que se desarrolla el relato, siempre desde la perspectiva de la cultura proletaria, que también cambia hasta en su vocabulario. Incorpora debidamente estos elementos en cada una de estas etapas debió ser un difícil trabajo riguroso y tedioso.  

 

El vocabulario.

Como corresponde a una maestra, el vocabulario que maneja ha sido estudiado y elegido cuidadosamente con la riqueza adicional de haberlo ubicado en la etapa histórica correspondiente. El lenguaje se  conserva, por una parte, pero por otra éste cambia constantemente. Hay palabras que pierden vigencia y hay otras que sólo se usarán en el futuro. No se trata del enriquecimiento permanente del vocabulario por la adquisición de palabras que derivan de técnicas, ciencias o lenguas distintas, se trata de que hay que usarlas de modo coherente con cada período. Hay palabras que pasan a ser de uso cotidiano y otras que desaparecen del uso práctico. También existen culturas de clase que usan determinado vocabulario que difiere del de otra clase social y finalmente hay palabras que  son originales  y ni siquiera pueden calificarse  de chilenismos. Esta dialéctica del lenguaje es aplicada con todo rigor por la autora,  hay palabras que hace décadas que no usamos y que hasta su significado es borroso, mientras que surgen otras o el sentido de algunas antiguas se remoza con significados necesarios para una nueva situación. Este es uno de los aspectos de excepcional riqueza literaria, pues las palabras son el ladrillo con el que se construye la literatura y sería absurdo incorporar en una construcción literaria del 2000, palabras estaban en uso en 1900 o peor aún en el caso opuesto.

 

En el libro hay centenares de palabras, frases e ideas poco conocidas o que lo fueron en el pasado.

 

Hay expresiones como “Nunca le anduve bailando el agua”,” planchando tanta blancura”, “por allá por Chuchunco”, “celos son castigo del cielo”, “brujuleando la suerte”, “caparon el alma,  “la miseria tiene padres”, “acabamiento del estómago”, etc. Otras que corresponden a la caracterización de la época descrita en la obra y que actualmente están en desuso como “tracalada”, “antelada”, “embeleco”, “extranjía”, “zarabanda”, “resabiar”, “empalicando”, “toronches”, “memoraciones”, “leche humanizada”, “vagamundos”, “fabricana”, “trasminando”, ”moquetes”, “lamparones”, “añascar”, “reconcomios”, “galega”, “tabacazo”, “leudar”, etc.

Marcas o  productos ya olvidadas como “fosfatina”, “bandolina”, “leche de lirio”

 

Juegos como “A la que topo, topo yo”. “Fo,fo, fo ¿Quién se lo tiró?”.

 

Nombres como Altea, Bernal, Alberico, Alzira, Joaquina, Saturnino, Anandrina, que  están pasados de moda.

 

Abundan las descripción de recetas culinarias antiguas (para té, mate, sopas, etc.), remedios (leche con bromuro) y hasta encantamientos amorosos

 

Hasta hay  dichos populares como: “si no te viene el sayo, no te lo pongai”

 

La pobreza

En este libro, la pobreza no es presentada como algo pintoresco o digno de asumir como algunas religiones proclaman, aquí la pobreza es hedionda, con abundantes chinches, pulgas y con piojos que se anidan en cada costura de las vestimentas. La pobreza es almuerzo solamente de agua caliente  con hojas de palto, nada tiene de romántica  y es un estado tal que sólo debería conducir a la rebeldía, pero que para muchos de los hombres de la obra, es simplemente una situación natural  que se explica como  inevitable y fruto de destinos que no tienen razón y es inexplicable.

 

En algunos personajes el contraste entre pobreza y riqueza produce el mismo efecto, para algunos es natural e inevitable, para otros, especialmente personajes femeninos, es indignación, rebeldía y compromiso políticos y social.

 

La única nobleza de la pobreza descrita en este libro es la generosidad y solidaridad del que casi no tiene, con el que no tiene nada en absoluto, como los viejos o los enfermos.

 

La vida del conventillo.

La pobreza y la vida de conventillo es un tema que trataron autores como Edwards Bello, Fernando Santiván, Gonzalo Drago, Andrés Sabella,  Alberto Romero, entre otros, pero si nos atrevemos a hacer una comparación, ellos ven la pobreza desde fuera, aquí en la obra de Virginia Vidal, la pobreza se ve desde dentro, con una riqueza descriptiva de detalles que sólo se conocen si se ha vivido cotidianamente ese tipos de vida. Por eso esta obra es auténticamente biográfica, aunque no lo indique así su aurora. Son los recuerdos de una niñez y del legado de parientes y que parecía como normal, pero que con el transcurso del tiempo es posible concluir que era una situación horrorosa.

 

En este sentido, esta obra literaria tiene relación con los autores mencionados, especialmente es los casos en que hay una crítica y denuncia de las desigualdades sociales de carácter realista o hasta naturalista. Pero simultáneamente hay diferencias de forma y de fondo, las de forma se refiere a que algunos de los autores mencionados intentaban escribir con el lenguaje grosero de la pobreza, aquí,  Virginia Vidal no cae en ese criollismo, sino que usa un Castellano puro y no el lenguaje rudimentario y procaz que abundaba en los sectores más pobres y que ahora, en  caso chileno, ha dejado de ser marginal y esa cultura ha pasado a ser la cultura no sólo popular, sino casi hasta nacional.

Estructura de la obra.

En la literatura moderna hay un sinfín de tendencias, recientemente leí un libro que contenías simultáneamente el relato novelesco, la crónica periodística, elementos  e investigación histórica, algo de ensayo y finalmente la opinión del autor sobre los acontecimientos relatados o incluso sobre la forma que los presentaba, en esta obra los capítulos eran casi infinitos y algunos tenían una extensión máxima de 10 páginas y una mínima de una línea.

 

En la obra comentad. no se llega a esos extremos, pero hay alguna aproximación a esa estructura y junto al relato aparece la opinión y juicio de la autora sobre los hechos relatados La obra se divide en tres partes, a pesar de que están indicados, los altos son casi sorpresivos, porque simplemente el capítulo de inicio de una parte, simplemente aparece con I, II o III sin destacarse adecuadamente y el lector cae en la trampa de que cree que la secuencia  temporal es continua y realmente no lo es.  Los capítulos son 35, por lo tanto son bastante breves, lo que es muy ventajoso, pues cada uno de ellos en una unidad muy precisa.

 

Este lector supone que cada uno de ellos fue un trabajo muy abrumador porque está redactado cuidadosamente con un vocabulario enriquecido por la ubicación histórica y desde el punto de vista literario cada capítulo es una pequeña obra de arte, en la cual se han cuidado todos los detalles. Da la impresión que cada oración y frase se revisó y corrigió repetidas veces hasta logra la limpieza y brillo que finalmente logra esta obra. El lenguaje es la materia con que trabajaban las antiguas profesoras de Castellano y lograban un manejo y dominio equivalente a la labor del domador de caballos ariscos. Aquí no hay palabras que no correspondan a la idea, la clase y la época relatada. Todo ha sido manejado son la habilidad de quien domina totalmente el oficio. Es otro de los méritos de esta obra.

 

Sin embargo, hay algunos partes borrosas, el último capítulo está fuera de época y es difícil entender la finalidad que persigue un personaje sin sentido aparente. Este capítulo, no es la culminación del relato, como ocurre en la novelística y es difícil de entender.

 

Cada uno de los capítulos anteriores son pequeñas joyas que brillan por su estilo y leguaje.   

 

Delicadeza.

Un detalle de la obra es la descripción de lo que siente la modelo al ser retratada., tema muy original, porque lo obvio es que la modelo,  al ser considerada objeto, es describir sólo los sentimientos del pintor que está produciendo belleza al contemplar a la mujer y traducirla al lenguaje  pictórico. Este detalle muestra una gran delicadeza y percepción profunda de los sentimientos femeninos al ser considerada objeto.

 

Los héroes literarios y el feminismo.

Estas memorias, como toda obra literaria, no pueden dejar de describir a algunas personas como personajes, como héroes literario, así, por ejemplo, la madre es la institución develada en esta obra y su realización es la familia, mantenida  en un mundo de miseria y turbulencias, una madre llena de amor y sacrificios, pero encuadrada en su condición y su cultura, amor que a veces  se expresaba en una tiranía rigurosa, basada en gestos que los niños saben interpretar de inmediato, en coscachos y hasta en el uso de la gruesa correo de cuero para evitar las desviaciones o incorreciones de sus hijos. Visto con ojos actuales, evidentemente son expresiones violatorias de los derechos de los niños, pero corresponden a los valores y usos de la época descrita.

 

La construcción de estos personajes se completa con la condición de pobreza y escasez vigente así como la existencia en función del trabajo. Este personaje es la madre obrera, que en el vocabulario de la época es “la fabricana”. Madre y obrera que además cumple la función de educadora de sus hijos y de supervisora exigente de sus tareas escolares, lo que implicaba exigencias  constantes para quien tenía escasa educación formal.

 

Los anti héroes son, sin duda los hombres pobres, sus defectos descritos, no sólo en esta obra sino que también en varios de los autores similares ya mencionados, son el alcoholismo, la irresponsabilidad, la inconstancia, la veleidad amorosa y en general la incapacidad de cumplir la función que se le asigna a los padres. La autora y sus personajes femeninos increpan a algunos de estos anti-héroes por su inconsecuencia y carencia de conciencia proletaria mientras que ellas exhiben una claridad política mucho mayor que los varones.

 

Otros anti- héroes son mujeres, pero sobresalen los hombres que vienen de familias que alguna vez tuvieron fortuna y la perdieron y que a menudo intentan mantener las apariencias, a pesar de sus ropas raídas, su alcoholismo, su flojera y afán de conquistar mujeres,  para lo cual se valen de su pretendido ancestro aristocrático. Personajes que tienen su origen en la picaresca española. Muchos personajes son de la aristocracia en decadencia o arruinados han sido un tema repetido en la literatura chilena (Donoso, Edwards, Romero etc.,)

 

En general este antagonismo entre personajes femeninos y masculinos es marcado en extremo y es un trasfondo feminista que está presente en toda la obra, que valora el rol femenino y descalifica la labor de padre, novio, hermano o hasta hijo. Es una simple constancia de la situación de inferioridad en que vivían y viven las mujeres en una sociedad machista.

 

La autora.

Uno de los anexos y también la contraportada presentan los datos biográficos y bibliográficos de la autora. Sin duda ha tenido una vida múltiple, parte de la cual es el trasfondo del libro comentado, pero sus obras literarias y periodísticas son numerosas y variadas.

 

Es una mujer universal: periodista, escritora,  profesora, pero principalmente política comprometida con el ideario comunista desde su niñez. En su adolescencia ya era dirigente de los estudiantes secundarios y el 7 de noviembre de 1947, fue baleada y herida gravemente cuando participaba en una manifestación en la Plaza de Armas que conmemoraba la revolución rusa. En las Juventudes Comunistas se la consideró una de sus heroínas más respetadas.

 

La amplitud de la cultura Virginia. Vidal se enriqueció con sus estudios  en el Pedagógico de la Universidad de Chile,  con una amplia y prolongada  práctica docente en universidades de China y de la Republica Checoeslovaca.

 

En esta obra, Virginia Vidal asume el rol en primera persona describiendo las vida de una niña en un conventillo en medio de la pobreza, pero está siempre presente su posición crítica de la sociedad y un llamado, en sus personajes, de asumir esta realidad críticamente, encontrando en la lucha social un camino de superación de las injusticias, actitud que es asumida por otros de los autores citados en relación a la pobreza en Chile, pero Virginia va más allá y su compromiso político está presente permanentemente en el enfoque de todas las situaciones..

 

El concepto gramsciano de “intelectual orgánico” calza perfectamente con esta autora, cuyo compromiso político en el ámbito de la cultura ha sido constante, incluyendo la exoneración de la Universidad de Chile y el exilio durante la dictadura, que la obligó a permanecer en Rusia y en Venezuela durante muchos años. 

 

Tapa y portada.

La obra comentada, cuidadosamente presentada, tiene una tapa con un cuadro de la distinguida pintora Ana Videla, titulado“, Kali y la cuaternidad”, cuadro que presenta a la diosa hindú con sólo dos brazos, cuando habitualmente tiene cuatro brazos, lo que se quizás se explica en el  título que menciona la cuaternidad, que debe referirse al concepto de los cuatro elementos en esa religión. Esta diosa está junto frente a elementos cristianos  contrapuestos a los del hinduismo, lo que queda a la interpretación del lector.

 

El sentido del título.

En realidad el título de este libro ha sido elegido cuidadosamente y contiene el sentido profundo de la obra. según  relata un  personaje,  letradura es “saber decir  y escribir lo que se siente o se piensa”  y “rara” es un homenaje a la madre que “es rara como el oro” según se registra en la última línea del texto literario.

 

Patricio Orellana Vargas

 

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