Diciembre 11, 2024

Una política revolucionaria para el periodo que viene

Si queremos un país auténticamente democrático para tiempos que no sean las calendas griegas, debemos desplegar una política revolucionaria.

 

 

Escribo estas líneas cuando está desarrollándose la votación de la segunda vuelta presidencial. Esto da la apariencia de un país democrático, pero tan pronto indagamos en los aspectos esenciales del proceso electoral nos damos cuenta que no es sino un acto con resultado preconcebido que no puede sino tener como resultado el triunfo de la cara A o la cara B del sistema de dominación neoliberal impuesto por Pinochet y administrado por la Concertación.

 

A este proceso electoral han concurrido las dos fuerzas del sistema con armas que son insuperables, a saber:

 

1.- Recursos millonarios proporcionados por los grandes empresarios y las transnacionales que se llevan de gratis nuestros recursos minerales..

 

2.- El control absoluto de los grandes medios de prensa, que son grandes, no por su calidad profesional o ética, fijémonos en ese profesional de la mentira que es El Mercurio, sino porque disfrutan monopólicamente de todo el avisaje estatal.

 

3.-  Un sistema binominal que está hecho a la medida de la Concertación y la derecha.

 

4.- El manifiesto apoyo a las dos candidatas del Imperio norteamericano, con todo lo que ello significa.

 

Esto no es democrático en modo alguno.

 

Que nada cambia para el chileno de a pie a partir de estos procesos truchos, que los percibe ya la inmensa mayoría de los chilenos que ya entienden que da lo mismo quien gane y que por ende da lo mismo votar.

 

Es tarea nuestra que esta sabia constatación no desemboque al río de la resignación y sea el elemento de partida de un proceso democrático-revolucionario.

 

Chile necesita una revolución democrática, los abusos se multiplican, la exclusión se hace superlativa y la clase política se reproduce a sí misma con ofertas que no son otra cosa que distintos equipos de gestión.

 

No podemos esperar de los concertacionistas, cuya camarilla dirigente  ha lucrado con esta constitución, que  sean ellos  los que cambien el modelo.

 

Una política democrático-revolucionaria en el periodo debe:

 

1.-  A partir de un comité de iniciativa de 500 dirigentes o más convocar a Asambleas Constituyentes en barrios, sindicatos y centros de estudios para confluir en una gran Asamblea Nacional Constituyente que dé a luz una Constitución Democrática.

 

2.- Exigir que este proyecto, que debe contener una nueva bandera e himno nacional, sea plebiscitado junto a la otra que propondrá el sistema de dominación neoliberal.

 

3.- De no aceptarse que nuestra constitución sea plebiscitada por todos los chilenos debemos proceder a jurarla y dejar de acatar la constitución de Pinochet o cualquier otra.

 

Este es el único camino para un Chile Democrático.

 

ROBERTO AVILA TOLEDO

 

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