Mayo 20, 2025

TELESCOPIO: ¿Cómo y para qué seleccionar en las universidades?

La protesta estudiantil hace algunas semanas dirigida por la presidenta de FEUC Naschla Aburman y apuntando a la necesidad de cambiar la actual Prueba de Selección Universitaria (PSU), que caracterizaron como “segregadora”, justo en los días en que varios miles de aspirantes a la enseñanza superior la rendían, debe abrir una discusión no sólo sobre el tema de la PSU, sino sobre el proceso de admisión mismo. Este debate debe incluir todo lo referente al proceso seleccionador, incluyendo premisas que se han dado por aceptadas sin mucho escrutinio.

La idea misma de someter a los estudiantes que egresan de la enseñanza media a una prueba antes de ser admitidos a una universidad es en general dada como algo indiscutible, en circunstancias que a lo mejor no es algo necesario.

 

Para quienes egresamos de la enseñanza media en la primera mitad de los años 60, la memoria de lo que entonces se llamaba “prueba de bachillerato” debe todavía estar presente: se trataba de una prueba ciento por ciento de conocimiento, se rendía cinco pruebas escritas de las cuales tres eran comunes a todas las menciones: castellano, filosofía e idioma extranjero (inglés, francés, alemán u otro); más dos específicas para cada mención (las menciones eran letras, matemáticas y ciencias naturales). En esos años el movimiento estudiantil secundario dio una gran batalla por eliminar esta prueba que era por lo demás un resabio completamente regresivo proveniente de aquel tiempo en el siglo 19 cuando la Universidad de Chile había operado no como entidad de enseñanza, sino como una academia y había tenido un rol como superintendencia de educación.

 

En tanto que prueba estrictamente de conocimientos, el bachillerato colocaba en una posición desmedrada a los estudiantes de liceos más pobres, especialmente de fuera de Santiago, que no disponían de material didáctico adecuado, qué hablar de bibliotecas o laboratorios, y a veces ni siquiera contaban con profesores especializados en las materias. Originado en ese tiempo que, ya señalo, correspondía a otra función que había tenido la Universidad de Chile, en la medida que la movilidad social y el consiguiente ascenso de la clase media e incluso sectores de la clase obrera cuyos hijos completaban la enseñanza media y deseaban asistir a la universidad, el bachillerato más que una medición del grado de conocimiento alcanzado en la enseñanza media, se convirtió simplemente en un eficaz colador. Las universidades tenían un limitado número de vacantes y por lo tanto con esa temida prueba se dejaba a un grueso contingente fuera por el simple expediente de hacerlos reprobar el bachillerato (había que tener por lo menos un promedio de nota 4 en las cinco materias examinadas, es decir un mínimo de 20 puntos para aprobar).

 

El detestado bachillerato fue sustituido por la Prueba de Aptitud Académica (PAA) basada en la Scholastic Aptitudes Test (SAT) utilizado en Estados Unidos. La prueba contenía una parte de aptitudes verbales (lenguaje, comprensión de lectura) y una de aptitudes matemáticas. La ventaja es que ponía el énfasis sobre aptitudes, no el conocimiento; aunque por cierto siempre para probar que el estudiante tiene ciertas aptitudes tiene que haber una cierta base de conocimiento, en la práctica un test 100% de aptitudes no es posible, pero al minimizar el aspecto conocimientos en favor de las aptitudes o habilidades para aprender, daba un paso adelante en democratizar de alguna manera las oportunidades de ingreso. Esto porque una persona puede tener las aptitudes o ser competente sin necesariamente tener muchos conocimientos, la PAA de alguna manera hacía más parejo el campo para los estudiantes provenientes de liceos más pobres.

 

La Prueba de Selección Universitaria (PSU) que vino a reemplazar la PAA ha sido en los hechos un paso regresivo, ya que se trata de un conjunto de exámenes basados en conocimientos adquiridos lo que obviamente lleva a la pregunta ¿y qué pasa con aquellos estudiantes que simplemente no pudieron adquirir esos conocimientos por carencias estructurales de los liceos donde estudiaron? El problema ya existente en los tiempos del bachillerato y reforzado por el deterioro de la educación pública desde la dictadura, se reeditó con la PSU.

 

En otras palabras, la PSU es un mal instrumento de selección. Peor aun, al privilegiar ciertas materias (las incluidas en la PSU) se provoca una distorsión de los objetivos mismos de la enseñanza secundaria, que orienta todos los recursos pedagógicos en los últimos años del liceo a “prepararse para la PSU” descuidando otros aspectos de la formación supuestamente integral que el estudiante debiera recibir. Como a pesar de ello, una gran masa de estudiantes aun no se siente suficientemente preparada para rendirla, encontramos que la PSU ha servido para crear un lucrativo negocio regentado principalmente por gente sin mayores escrúpulos, me refiero naturalmente a los llamados pre-universitarios que supuestamente preparan en unas cuantas semanas al estudiante para rendir la PSU. En los hechos los pre-universitarios son de muy poca ayuda, aparte de familiarizar al estudiante con la mecánica de los cuestionarios de la PSU. Además son otra muestra más de cómo en Chile la educación es vista como una oportunidad de negocio.

 

Ahora bien, aun cuando las críticas al sistema de selección son muchas, la impresión generalizada es que debe haber algún mecanismo de medición para determinar quienes ingresan a la universidad. Es decir no se cuestiona la existencia de una prueba estandarizada. ¿Por qué? En parte hay demasiados intereses en juego, desde los que elaboran la PSU, pasando por los que manejan la infraestructura informática para el proceso, e incluyendo por cierto a los mercaderes de la educación que lucran con los pre-universitarios. Eso sin olvidar a la gran cantidad de universidades privadas que a su vez se benefician recibiendo a los estudiantes de menor puntaje.

 

Sin embargo la pregunta sobre la necesidad de una prueba de selección es aun válida. ¿Es posible tener un sistema diferente de selección? Ciertamente. En países como Canadá o Estados Unidos que por su estructura federal hace a las provincias o estados regular la educación, no hay una prueba única, nacional. En la provincia de Quebec donde vivo y donde trabajé por más de 30 años como profesor de college de pre-grado, los estudiantes son admitidos a una carrera sobre la base de su rendimiento escolar previo, es decir las notas obtenidas en el college así como las del último año de secundaria. Para evitar posibles inflamientos de notas en algunos cursos, los puntajes o notas son sometidas a un procedimiento estadístico que tiende a darle una cierta estandarización, esto es considerando el promedio del curso y del establecimiento en el cual el muchacho o muchacha estudió.

 

Como todo procedimiento estadístico, este puede ser imperfecto y por cierto no dice mucho del estudiante en profundidad. Eso es resuelto por las instituciones de educación superior mediante diversos mecanismos, el más obvio un examen de admisión específico para la carrera o el programa al cual el estudiante postula, eso puede ser pertinente en algunas carreras donde el estudiante tiene ante sí un camino más o menos claro en cuanto a qué se puede esperar de él: las carreras de la salud por ejemplo, menos pertinente quizás en donde el área de interés del estudiante puede ser más difuso.

 

Otra manera de lidiar con la insuficiencia de los métodos cuantitativos de selección o métodos objetivos como también se los llama, es simplemente recurrir a su opuesto: métodos cualitativos, que algunos descartan por considerarlos subjetivos. En esto el prejuicio que existe en relación a lo subjetivo que algunos tienden a ver incluso de manera desdeñosa, juega en contra del método pero curiosamente se lo utiliza con creciente frecuencia incluso en sociedades como las de América del Norte, precisamente donde la obsesión con los métodos objetivos, de medición cuantitativa es más fuerte y donde se originó la cuantificación en las ciencias sociales.

 

¿Cuáles son esos métodos cualitativos que podrían usarse alternativamente en la selección de estudiantes? El más común es la entrevista, un método que permite evaluar de una manera directa, algunas de las aptitudes, vocación e interés de estudiantes en un determinado programa académico. Este procedimiento se está utilizando más y más en instituciones de enseñanza superior en América del Norte, en conjunción con los antecedentes de rendimiento académico que el estudiante pueda haber tenido en su anterior vida académica.

 

Aquí mismo se utiliza también frecuentemente para evaluar al eventual postulante, la carta de recomendación. Para los chilenos esto puede parecer extraño, ello porque la carta de recomendación tiene una mala reputación, básicamente asociada a prácticas más bien corruptas en que alguien influyente utiliza ese poder para lograr que algún sobrino sin mucho talento sea admitido en un programa. Sin embargo en este otro contexto la carta de recomendación tiene una connotación diferente, fundamentalmente se trata de una presentación por parte de un profesor de una determinada institución a otra institución académica para la cual el educador considera que el alumno recomendado puede ser un buen elemento. El procedimiento está tan establecido que algunas universidades de Canadá y Estados Unidos incluso tienen formularios que el maestro recomendante simplemente completa abordando diversos aspectos del postulante como su habilidad y rigor en investigaciones, su aporte en discusiones durante las clases, o su facilidad para trabajar en equipo, por ejemplo. Yo mismo como profesor escribí muchas cartas de recomendación o completé los formularios requeridos, según el caso.

 

¿Podría llegarse entonces en Chile a un procedimiento que no fuera una prueba de medición, desde ya discriminatoria por exigir conocimientos que por razones de desigualdad de recursos los postulantes llegan a responder en condiciones disparejas? Admito que el problema es complejo pero concuerdo plenamente con quienes critican la PSU. Por último si se tratara de mantener una prueba estandarizada ella debería ser más como la PAA, es decir medir más aptitudes que conocimientos para que fuera un poco más justa. Pero idealmente una combinación de procedimientos que incluyera los antecedentes académicos anteriores (notas de la secundaria), más—aunque habría que saldar ciertas dificultades de orden práctico—una entrevista conducida por profesores, no por administradores ni mucho menos por burócratas, y tal vez las recomendaciones de maestros con quienes los estudiantes trabajaron antes, podría ser una manera más efectiva e incluso más cercana en términos humanos, de decidir quiénes son admitidos en una carrera universitaria.

 

 

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