Diciembre 8, 2024

Lo de Ucrania ya parece revolución: piden la dimisión del presidente

Moscú.- Momentos de gran tensión se vivieron este domingo en Kiev, la capital de Ucrania, cuando centenares de miles de personas se lanzaron a las calles para exigir la renuncia del presidente Víktor Yanukovich y de su gobierno, mientras los jóvenes más radicales se enfrentaron en una batalla campal con las unidades antidisturbios Berkut (águilas reales), al intentar tomar por asalto varios edificios gubernamentales.

 

La de hoy –en Kiev, pero también con mítines y manifestaciones a lo largo y ancho del país, incluida la parte oriental– se convirtió en la mayor protesta multitudinaria desde los tiempos de la llamada revolución naranja, hace casi diez años, y como entonces, tuvo amplia cobertura en directo, ahora incluso con más imagen y sonido vía Internet que por televisión.

 

La brutal represión de la madrugada del sábado durante el desalojo de la Plaza de la Independencia, con jóvenes ensangrentados y muchachas arrastradas por policías de élite, colmó la paciencia de muchos ucranianos, que hoy decidieron expresar su malestar contra el presidente Yanukovich.

 

El mandatario se pasó el domingo encerrado en su residencia en Mezhgorie, en las afueras de Kiev, sopesando con su equipo de colaboradores más cercanos –entre otros, Andrei Kliuyev, secretario del Consejo de Seguridad Nacional, y Vitali Zajarchenko, ministro del Interior– si decreta o no el estado de excepción. La carretera quedó cortada bajo fuerte vigilancia policial, la cual impidió que cerca de 300 automóviles de los opositores pudieran acercarse al lugar.

 

Líderes de la oposición llaman a no caer en provocaciones

 

Todo indica que el violento desalojo del sábado –que hoy costó la dimisión al jefe de la policía de Kiev, Valeri Koriak– rompió cualquier posibilidad de negociación entre gobierno y oposición y, para los politólogos que siguen el quehacer político en Ucrania, será recordado como el error fatal de la gestión de Yanukovich.

 

Tan sólo en la capital, salieron a la calle medio millón de descontentos –de acuerdo con datos de la oposición; que la policía cifró en 150 mil–, los cuales desde temprana hora formaron una marea humana que confluyó en la Plaza de la Independencia.

 

Las autoridades trataron de prevenir ese escenario con la repentina prohibición temporal, hasta el 7 de enero, de celebrar cualquier actividad masiva en dicha Plaza y otros sitios estratégicos de Kiev, adoptada anoche con celeridad por una corte, supuestamente con motivo de la Navidad y el Año Nuevo.

 

La plaza amaneció rodeada con una valla provisional, luciendo al centro un árbol de Navidad. La gente barrió literalmente la valla y, al poco tiempo, unos jóvenes treparon el pino para coronarlo con las banderas de Ucrania y de la Unión Europea, dando comienzo al mitin contra Yanukovich.

 

Los líderes de la oposición, al hacer uso de la palabra, invariablemente subrayaron el carácter pacífico de la protesta y pidieron a sus seguidores mantenerse en calma, evitando caer en provocaciones que podrían provocar un baño de sangre.

 

Responsabilizaron incluso al gobierno de enviar grupos de jóvenes enmascarados para forzar enfrentamientos con la policía, pero más tarde quedó claro que eran grupos radicales que no se supeditan a nadie y con ganas de pelear, como Bratstvo (la Hermandad).

 

Vitali Klichko, ex campeón mundial de boxeo y líder del opositor UDAR (siglas en ucraniano de la Alianza Democrática Ucraniana por la Reforma que forman la palabra golpe), pidió a los congregados rechazar las exhortaciones a tomar por asalto algún edificio gubernamental, puede ser muy peligroso y es lo que esperan las autoridades para reprimir esta protesta pacífica.

 

Grupos de jóvenes radicales ocuparon las sedes del ayuntamiento y de los sindicatos, y parte del Consejo de Ministros, mientras otros se centraron en abordar la Oficina de la Presidencia.

 

En este último sitio, en la calle Bankova, se dio el mayor choque, cuando cerca de 200 militantes de Bratstvo intentaron romper el cordón de policías con escudos con un tractor de gran tamaño que salió quién sabe de dónde, en tanto las unidades Berkut respondieron con gas lacrimógeno y granadas de aturdimiento.

 

Los enfrentamientos dejaron numerosos heridos por ambos lados –un vocero del Ministerio del Interior mencionó que medio centenar de policías requirieron atención médica; no se difundieron cifras de descontentos en hospitales–, en tanto, las ambulancias tardaron en acercarse a recogerlos debido a la gran cantidad de gente que se concentró frente a los policías.

 

Veintiocho periodistas de medios ucranianos y extranjeros, la mayoría reporteros gráficos y camarógrafos, resultaron lesionados, ya sea por golpizas de los policías o pedradas de los protestantes.

 

Los líderes de la oposición se deslindaron de los más radicales e instaron a los reunidos a permanecer en la plaza hasta lograr la dimisión de Yanukovich. También invitaron a quienes protestaron en provincia a viajar a Kiev, que es donde se decidirá el futuro de Ucrania.

 

Entrada la noche, un grupo de jóvenes intentó derrumbar el monumento a Lenin en la Plaza Bessarabskaya, símbolo de la época soviética, pero unidades Berkut rodearon la estatua, desplazando a los agresores.

 

A todo esto, Kiev se volvió epicentro de rumores e informaciones no confirmadas, entre otras la renuncia al oficialista Partido de las Regiones de varias figuras o la orden de trasladar a la capital tropas del interior, afirmándose que los primeros 40 autobuses con alumnos de la academia militar de Jarkov ya están en camino.

 

Cerca de 15 mil personas decidieron pasar la noche en la Plaza de la Independencia, que ya está cubierta de tiendas de campaña y tiene a partir de esta noche barricadas en dos calles que desembocan en ella, lo cual dificulta una eventual acción policial como la del sábado.

 

Arseni Yatseniuk, líder del opositor movimiento Patria, exhortó a la inmensa mayoría de la gente a reunirse de nuevo este lunes a las 8 de la mañana para ir protestar frente a la sede del gobierno, donde hay mayor margen de maniobra que en la calle en que se encuentra la Oficina de la Presidencia.

 

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