Oaxaca.- En entrevista con Clarín.cl Ricardo Liniers Siri (1973), historietista argentino, habla de La Catrina y José Guadalupe Posada: “Este año comencé a dibujar un personajito que es una calavera-catrina, pero le puse La Guadalupe para no apropiarme a La Catrina, es mi manera de hacer chistes contra la muerte, me gusta el humor negro, es nuestro mecanismo de defensa para burlarnos de la muerte”. Invitado por la Feria Internacional del Libro de Oaxaca, Liniers confiesa: “Me encanta México, todo es gigante, explosivo y colorido, ustedes se van a bailar al cementerio; en Argentina la vida es gris y beige. Viajar te sirve para ver cómo es diferente la gente, para darte cuenta que los problemas del microcosmos de tu país no dominan la existencia del universo”. También conversó sobre La Editorial Común que fundó: “Trato de ser cuidadoso con lo que estamos publicando, la idea es encontrar gente nueva que esté haciendo cosas nuevas y que tenga el talento bien desarrollado para vender los libros afuera de Argentina”. El historietista y editor trasandino abordó varios temas en exclusiva con Clarín.cl
MC.- México conmemoró el centenario luctuoso del caricaturista e ilustrador José Guadalupe Posada (1852-1913). ¿La Catrina era un referente gráfico en tu imaginario?
RS.- Hace muchos años que me gusta Posada, tengo varios libros en casa, compraba todo lo que encontraba de Posada en Buenos Aires; no sólo porque estéticamente es muy lindo su trabajo, me gustan los artistas con sentido del humor, Posada venía del arte popular y el sentido del humor está presente en sus grabados e ilustraciones, más en las calaveras. El año pasado hicimos un recital con mi amigo Kevin Johansen en Aguascalientes y aproveché para ir a la casa de Posada, volví a Buenos Aires con el ímpetu de Guadalupe Posada y este año comencé a dibujar un personajito que es una calavera-catrina, pero le puse La Guadalupe para no apropiarme a La Catrina, es mi manera de hacer chistes contra la muerte, me gusta el humor negro, es nuestro mecanismo de defensa para burlarnos de la muerte, somos los únicos que sabemos que nos vamos a morir, Guadalupe Posada es la definición de la cortadura de manga a la muerte, aunque la muerte siempre gana porque claramente Guadalupe Posada no está entre nosotros desde hace 100 años.
MC.- El premio más importante para los caricaturistas latinoamericanos es “La Catrina” de la FIL Guadalajara. ¿Aspiras llevarte “La Catrina” a casa?
RS.- La verdad es que no tengo aspiraciones de premios, nunca gané un premio de niño y ya me acostumbré a no ganar (risas), cuando me dan un premio es lo más raro del mundo y me da una sensación de falsedad, siempre pienso que alguien se lo merecía más que yo.
MC.- ¿Acostumbras participar en los encuentros de historietistas y festivales de cómics?
RS.- Sí, para conocer a la gente que admiro, he tenido la suerte de ir a varios festivales de cómics, me gustan esos encuentros como pretexto para viajar. Están buenísimos los festivales para que la gente vea el trabajo que hacemos los historietistas y sobre todo ahora que la historieta está en un momento de renacimiento en muchos sentidos, durante mucho tiempo la historieta era solamente de humor y aventuras, pero ahora se están produciendo los mejores libros de historietas, da la sensación que en la actualidad los dibujantes de historietas podemos hacer lo que siempre pudieron hacer los escritores: sentarse y dibujar lo que se te cante el orto. A Julio Cortázar nadie le decía cómo escribir, o sobre qué escribir, pero a los dibujantes argentinos sí les decían: “no se puede hacer una historieta sobre el holocausto, no podés dibujar temas serios”. Otra cualidad ahora es que comenzaron a dibujar las mujeres, durante años la historieta era un club de hombres y nos perdíamos el sentido de humor de las mujeres, que son historietistas muy divertidas y fascinantes.
MC.- ¿Qué historietas llevas de tu viaje por México?
RS.- Es la segunda vez que vengo a México, no me pude meter muy profundamente, me voy llevando lo que voy conociendo, me llevé el último libro de Jis y Trino: El Santos contra la Tetona Mendoza, también me llevé el libro de Rius: Posada el novio de la muerte, pero tengo ganas de espiar más; sabés que hay algo que está pasado más abajo de eso, aprovecharé para ver quién está dibujando cómics y para conocer el trabajo de los pibes que están autoeditándose.
MC.- ¿Estás en contacto “online” con los jóvenes que comienzan autoeditándose?
RS.- Vivo mirando para todos lados, soy un adicto a que me cuenten cuentos, en todos sentidos: libros, cine y cómics; me gusta leer o escuchar una historia donde me pueda identificar, y obviamente para mí la historieta es el género donde tenés herramientas que son maravillosas. A Powerpaola la encontré online, ella estaba en Australia y cuando yo miraba sus historietas pensaba que era australiana, la descubrí en Internet y le escribí mails como fan: “hola Powerpaola sos buenísima, ¿algún día querés publicar un libro?”, recién estábamos haciendo nuestra editorial y yo siempre andaba con la mirada atenta, desgraciadamente no publicamos muchos libros, no podemos, no somos una editorial grande, trato de ser cuidadoso con lo que estamos publicando, la idea es encontrar gente nueva que esté haciendo cosas nuevas y que tenga el talento bien desarrollado para vender los libros afuera de Argentina, algunos de títulos de La Editorial Común se vendieron en Francia porque la calidad de los dibujantes está al nivel que se requiere. Siempre estoy mirando y si algo me gusta mucho soy muy obsesivo, muy fan.
MC.- El escritor Mario Bellatin difundió en Facebook una carta del conejo Liniers: “Me encantó ‘Bola negra’, me gustaría hacer algunos experimentos y ver si la puedo adaptar en cómic”. ¿Cómo describirías tu debut en la novela gráfica con Bellatin?
RS.- Yo nací como un bicho antisocial, casi toda mi carrera la hice solo, laburar solo lo que genera es que te volvés malcriado, hacés todo como vos querés, pero a partir de que comencé a trabajar con Kevin te das cuenta que cuando te ponés con alguien y que ese alguien es talentoso, te va a sacar cosas que vos no hubieses sacado solo, te va a sacar dibujos, ideas, performances que vos no hubieras hecho solo en casa. Trato de que cada vez que veo a alguien que yo admiro y me puedo juntar con ese alguien para ver qué sale, trato de hacerlo; cuando comencé a leer el cuento de Mario Bellatin me tiré de cabeza, es un trabajo que vengo haciendo muy despacio, pero con mucho cariño, cuando tengo tiempo avanzo cinco páginas, espero terminarlo -sí o sí- este año para publicarlo en el 2014. Los dibujos que me sacó el cuento de Bellatin no tienen nada que ver con los dibujos que yo hago regularmente, las imágenes que te da el texto son increíbles; es lindo juntarte con alguien que te va a sorprender a vos mismo de lo que hacés.
MC.- ¿Llevarías al cine alguna de tus historietas?
RS.- Hay un par de animaciones que hicieron en Argentina por amor al arte, son muy lindas y me da culpa, porque yo hice una historieta en una hora y ellos tardaron meses moviendo un personaje con stop motion, me da culpa que el dibujo sea mío y no de ellos. Todo me divierte, me intriga hacer una película, un corto, una animación, si apareciera alguien que crea que puede hacerlo bien, como me pasó con Gazz TV y La Doble A –los pibes de las animaciones- viendo lo que hacían me dio confianza, delegás mucho cuando hacés animación, es otro medio, tiene otros tiempos, estoy muy contento con lo que hicieron y si aparece más gente interesada en hacer cine, veremos.
MC.- Participaste en el “Homenaje a Quino” de la Feria Internacional del Libro de Oaxaca, tenía un significado especial para ti, creciste leyendo a “Mafalda” y publicaste los primeros libros de “Macanudo” en Ediciones de La Flor. ¿Por quién volverías a participar en un homenaje?
RS.- Hay de todo en la Argentina, para mí hay muchos historietistas escondidos. Lo lindo de Quino es que ya tiene todos los homenajes del mundo, es como el homenaje del homenaje, del homenaje. Lo mismo pasó con Fontanarrosa, son tipos geniales que siempre fueron muy queridos, es muy raro encontrar a alguien que no quiera a Quino en Argentina; pero después de cada tanto decís: por qué otros no son reconocidos, hay un tipo en Rosario que se llama Max Cachimba, es un dibujante de los dibujantes, todos lo admiramos, pero no es conocido en el resto de Argentina. Es increíble que José Muñoz sea premiado en Europa pero en Argentina no lo conoce, literalmente, nadie. Una de las razones para fundar La Editorial Común fue: cómo puede ser que historietistas argentinos de esta calidad que publican sus libros en Europa, pero en Argentina no hay nada. Me gusta cuando pasa que el homenaje es para alguien talentoso, que trabaja bien, que hace una obra cultural importante, pero que nadie se da cuenta y de repente cae el homenaje y todo el mundo se da cuenta. Yo tengo una amiga, Isol estaba haciendo su carrera muy tranquila, publicaba en el Fondo de Cultura Económica, pero en Argentina no era noticia hasta que le dieron un premio en Suecia.
MC.- ¿Hacen falta agencias literarias especializadas en historietistas y dibujantes latinoamericanos?
RS.- Es raro, los historietistas argentinos no estamos organizados para nada, no existe ningún tipo de asociación gremial favorable para los historietistas, generalmente se los cagan en los periódicos, los editores piensan que te hacen un favor al publicar el “hobby de dibujar”. Cada tanto hay intentos de juntarse, de funcionar en grupos, me parece que está bueno, deberían aparecer los agentes ahora que hay interés en el mundo por la historieta argentina. De hecho, yo trabajo con un agente literario, cuando firmé el contrato los colegas me miraban raro y decían: “¿y este Liniers, quién se cree que es?”, tengo agente por una cuestión funcional, de lo contrario me pasaría todo el día hablando por teléfono y leyendo contratos que no entiendo, creo que los agentes ayudan, porque en algún momento de la carrera no lo podés hacer solo.
MC.- ¿Tú decides que en México tus libros salgan en Sexto Piso y que en Chile estén en Ediciones B?
RS.- Hasta cierto punto, Sexto Piso tiene que ofrecer primero un contrato y después yo digo que sí. Sexto Piso me encanta, me da orgullo publicar con ellos en México, tengo las dos experiencias: estar en las editoriales grandes y en las editoriales pequeñas, me gusta trabajar directamente con los pibes que son los dueños de las editoriales pequeñas y quieren sacar a flote ese barquito, no conozco a los dueños de las editoriales grandes porque viven en otro país, ellos están pensando en las corporaciones y sus indicadores bursátiles. En cambio, a los pibes de Sexto Piso los conocés y charlás, te das cuenta que son divertidos y cultos; uno va armando un club, como en las películas –tipo Los siete magníficos-, vas armando al equipo y cuando vengo a México me gusta tener una banda lista.
MC.- ¿Conociste al genio detrás del diseño gráfico de la Editorial Almadía?
RS.- Quiero ver más cosas de Alejandro Magallanes, me encantó la línea, el desparpajo y el sentido del humor de Magallanes; me dijeron que tiene cosas muy lindas, voy a buscar su trabajo en google.
MC.- ¿Cuál sería la moraleja de tu segundo viaje a México?
RS.- Me encanta México, todo es gigante, explosivo y colorido, ustedes se van a bailar al cementerio; en Argentina la vida es gris y beige. Viajar te sirve para ver cómo es diferente la gente, para darte cuenta que los problemas del microcosmos de tu país dominan la existencia del universo, yo viajo para salir del achatamiento.
MC.- Finalmente, ¿te interesa la historieta política mexicana?
RS.- Históricamente hay muy buena caricatura política en México, pero a mí no me gusta el humor político, puedo hacer un chiste sobre los políticos en general, pero no me gusta hacer chistes sobre políticos puntuales; una vez publiqué en Macanudo cinco chistes políticos y me parece que arruinaron la historieta, yo le tengo simpatía a todos los bichitos que dibujo, no soporto a los bichos de la política.
MC.- ¿Tampoco lees la sátira argentina de la Revista Barcelona?
RS.- No. Estoy mandando una tira a la revista Mongolia de España, que es La Barcelona de Argentina. Entre 2003 y 2004 publicaba una tira política en Hecho en Buenos Aires, eran chistes sobre George W. Bush, pero no tenía sentido, Bush nunca se iba a enterar de mis críticas. Prefiero contar cuentos.