En la tranquilidad de su casa en Londres falleció este domingo a los 94 años la escritora Doris Lessing, Premio Nobel de Literatura 2007, quien en su obra captó la esencia y la épica de la experiencia femenina. No obstante, siempre rechazó la etiqueta de escritora feminista, pues aseguraba que sus novelas eran más bien un examen sicológico del humano y su entorno.
El gran valor de su narrativa, señalan expertos, radica en ese compromiso ético con el contexto social en el que creció y se desarrolló. Sus libros (más de 50) plasman un compromiso político-social.
La narradora, poeta y ensayista británica fue la undécima mujer en conseguir el máximo galardón a las letras, el Nobel, en reconocimiento a su trayectoria literaria , pero también a su actitud lúcida ante la problemática del individuo del siglo XX que reflejó en sus novelas.
Para la autora de El cuaderno dorado, los gobiernos animaban cada vez más a los ciudadanos a adquirir conocimientos profesionales útiles para la sociedad moderna, pero que provocaron la desaparición de la educación humanista.
En 2001, en su discurso al recibir el Premio Príncipe de Asturias, Lessing sostuvo que había un nuevo tipo de persona culta, que pasa por el colegio y la universidad durante 20 o 25 años, expertos en una sola materia (la informática, el derecho o la economía), pero que no sabían nada de otras cosas, nada de literatura, arte o historia.
Gran parte de la obra narrativa y poética de Lessing está basada en su experiencia en África e Inglaterra, con personajes femeninos sensibles y perceptivos que se adentran en cuestiones existenciales y exploran las contradicciones.
Al ser galardonada con el Nobel de Literatura, la Academia Sueca describió a la escritora como reflejo de experiencia femenina, quien con su escepticismo, fuego y poder visionario, sometió al escrutinio a una civilización dividida.
La obra de Doris plasma la Inglaterra de la posguerra: el inamovible sistema de clases y sus símbolos, vestido, escuela y el acento; asimismo, retrata la situación de la mujer en apariencia liberada, pero víctima de un contexto social desfavorable.
La narrativa de Lessing abarca desde la crítica política radical hasta la ciencia ficción. Su obra más emblemática es El cuaderno dorado, escrita en 1962, considerada punto de referencia del feminismo. El libro narra en forma de diario íntimo la historia de una escritora de éxito. Contra la voluntad de la autora este relato se convirtió en una biblia para las feministas a las que ella misma, sin embargo, criticó con severidad.
La prensa internacional recordó ayer que la autora de Historias de Londres consideraba un sueño la idea de acabar con el terrorismo internacional, lo cual la llevó a cuestionarse la guerra emprendida por Estados Unidos tras el 11 de septiembre.
La autora británica, quien a lo largo de su vida hizo causa común con los más desfavorecidos, mostró escepticismo respecto de la posibilidad de deshacerse del terrorismo internacional. Afirmaba: Aún no hemos comprendido que vivimos en una cultura que rápidamente se está fragmentando, donde sólo quedan algunas parcelas de la excelencia de antaño en alguna universidad o escuela, y donde ha desaparecido la cultura que una vez unió a Europa y sus vástagos de ultramar.
En México, la escritora Sandra Lorenzano, señaló a La Jornada que en Lessing encontramos una conjunción de ética, política, estética e intimidad, siempre poniendo en primer lugar el valor de la escritura; por ello, no creo que podamos encasillarla sólo en el feminismo, porque pareciera que sólo las mujeres la leemos y lo que Doris Lessing y sus libros tienen por enseñarnos es mucho más y vale la pena rescatarlo.
Reflejo de pasión y lucha
Doris Lessing nació el 22 de octubre de 1919 en Kermanshah, Persia (actual Irán). Pasó su infancia y juventud en Rhodesia (ahora Zimbabue). Allí empezó a leer libros que su madre le compraba por catálogo. Se independizó a los 15 años y empezó a publicar cuentos en revistas sudafricanas. A los 31 años se fue a Londres, con su tercer hijo dejando atrás dos matrimonios para empezar su carrera como escritora con Canta la hierba (1950). Fue integrante del Partido Comunista británico que abandonó en 1954, por decepción.
Autora de libros como Instrucciones para un descenso al infierno, Memorias de una superviviente o La buena terrorista, su obras reflejan su pasión y lucha por la libertad, las injusticias generadas por las razas y comprometida con las causas del llamado tercer mundo. Su vena cuentística se aprecia en el volumen Las abuelas y la autobiografía en títulos como Dentro de mí y El viento se llevará nuestras palabras.
En el diario The Guardian, sobre la muerte de Doris, Margaret Atwood escribió el domingo: La maravillosa Doris Lessing ha muerto. Uno nunca espera que semejantes rasgos pétreos del paisaje literario simplemente desaparezcan. Es un golpe.
Para su colega canadiense, la crianza de Lessing le dio “perspicacia respecto de los puntos de vista y los apuros de personas distintas a ella. Y si sabes que nunca realmente tendrás cabida –que siempre serás ‘no del todo inglés’– tienes menos que perder. Doris hizo de todo con todo su corazón, toda su alma, y todo su poder. Estuvo a veces momentáneamente equivocada, por ejemplo, como en el asunto del comunismo estalinista, pero nunca restringió sus apuestas o aligeró sus puñetazos. Siempre dio todo de sí”.
Atwood nunca conoció a Simone de Beauvoir, encuentro que hubiera sido en mi juventud un prospecto terrorífico, sin embargo, se reunió con Lessing en varias ocasiones: Esas reuniones tomaron lugar en contextos literarios, y ella era todo lo que una escritora más joven pudiera desear: generosa, amable, interesada, y con una especial comprensión de la posición de escritores de otras partes en Inglaterra.
De acuerdo con Atwood, “al envejecer, nos enfrentamos a una elección de caricaturas; para escritoras cara a cara a otras más jóvenes, es Cruella De Vil contra Glinda La Buena. He encontrado mi parte de Cruellas en el camino, pero Doris Lessing era una de las Glindas. Fue modelo de estimación. Fue modelo también para cada escritora venida de un lugar ‘solo y abandonado’, lo que demostraba –como ella hizo– que uno puede ser un don nadie procedente de ningún lado, pero con talento, valor, perseverancia en los tiempos difíciles, y un poco de suerte, es posible escalar hasta lo más alto”.
Hito de la escritura de mujeres
En México, Lorenzano subraya que la autora británica en su libro El cuaderno dorado mostró en su momento la posibilidad de combinar una propuesta claramente política feminista con una escritura de ruptura. “De alguna manera estaba dialogando de manera no voluntaria ni consciente con la propuesta que realizaban los escritores del boom latinoamericano, quienes a su vez creaban una literatura política, en la que lo político estaba dado por el manejo de la escritura.
Ello implicó una ruptura respecto de lo que se consideraba, hasta ese momento, la escritura de mujeres. Ella realmente marcó la pauta de lo que las mujeres podían hacer, desde el punto de vista literario.
En opinión de Lorenzano, la autora de Risa africana fue sumamente comprometida con las causas sociales durante toda su vida. A manera de ejemplo menciona la posición de Lessing frente al apartheid y el racismo, y cómo en su escritura y personajes existe interés hacia los sectores más marginados y más castigados por la sociedad.
En un texto escrito por Rosa Montero, recuerda Lorenzano, a propósito de la entrega del Nobel de Literatura en 2007 a Lessing, se cuestiona por qué consideramos que la escritura de las autoras, cuando habla de mujeres, hay que decir que habla de la experiencia femenina y si un hombre habla de mujeres o de hombres, consideramos que habla del género humano. Doris Lessing fue el antecedente de esa polémica, cuestión que recientemente se reavivó en el caso de Alice Munro”.
Sobre su trayectoria y su trabajo la escritora Elena Poniatowska señaló ayer: “Fue una mujer de izquierda, perteneció al Partido Comunista y todas las mujeres conocemos su libro titulado El cuadermo dorado (1962). Su infancia la vivió en Rodesia del Sur, en Zimbabue. Ella decía que era una maravilla haber nacido allá, con colores y olores distintos, y no en Inglaterra, donde ya toda estaba hecho y muy propio como quieren los ingleses. Ella dijo que no era feminista; sus últimas novelas, creo que son sobre las abuelas. Toda su obra es muy importante, a tal grado que la hizo destacar y obtener el Premio Nobel de Literatura. Pero creo que esa distinción no la puso de buen humor, pues siempre tenía cara de enojada y ni siquiera fue a recibirlo. Se opuso al apartheid y odiaba al gobierno conservador. En su novela La hierba canta, fue una de las primeras escritoras en hablar sobre la sexualidad femenina. Los títulos de sus obras siempre son muy significativos”.
A su vez, la escritora Bárbara Jacobs comenta: Celebro la vida de Doris Lessing, por lo afortunada que fue en ver temprano todo lo que le impedía, tanto a ella, y en particular a las mujeres y todos los demás oprimidos, expresarse en libertad, y por lo valiente que fue en poner el ejemplo de liberarse y expresarse durante 94 años.
Por su parte Fernando del Paso señaló: “Doris Lessing debía morir: Tenía 94 años y muchos de luchar por medio de la escritura y de su vida contra el colonialismo y el imperialismo. Escritora occidental y feminista, encarnó el papel, siendo originaria de Sudáfrica y habiendo vivido en Rodesia del Sur –hoy Zimbabue– los primeros 30 años de su vida, de una defensora a ultranza de la mujer y la artista del tercer mundo. Sin embargo y a pesar de su edad, su desaparición es una gran pérdida para el mundo de las letras”.
El Fondo de Cultura Económica, donde se pueden encontrar títulos como Las cárceles elegidas, lamentó profundamente el fallecimiento de la novelista Doris Lessing, “autora de más de 50 libros que abarcan una cantidad nutrida de géneros y temáticas, como la experiencia personal en la África poscolonial, la política y el papel de las mujeres en la sociedad. Su último libro, Alfred y Emily (2008), es muestra de que la ficción y la realidad son inseparables”.
(Con información de Fabiola Palapa, Carlos Paul, Merry MacMasters)