Una entrevista. La efervescencia política que Chile vive diariamente, iniciada con las demandas estudiantiles de hace dos años atrás, continúa regularmente con protestas desde Arica a Punta Arenas. Sus habitantes rechazan justificadamente la falta de representatividad del sistema político y las limitaciones materiales de su devenir diario, incluyendo deficiente infraestructura, agudización de la degradación ambiental, falencias educativas y de salud, el desempleo, los bajos salarios y las sórdidas pensiones.
Estos hechos estimulan a leer con atención un reportaje en El Mercurio del 17 de Agosto en el cual se nos exhorta de manera categórica a creer que el cambio más urgente que Chile necesita es un cambio cultural. No sería anómalo encontrar en El Mercurio, cuya liviana tónica periodística es el kitsch con su concentración en los pronunciamientos de las supuestas elites nacionales e internacionales y de la farándula, un reportaje hablando solamente de la necesidad de cambios culturales y que ignore simultáneamente las demandas de la población para mejorar el estado material de su cotidianeidad. Este reportaje basado en una entrevista a Don Fernando Flores L., cuyo trasfondo sería la discusión de un informe gubernamental sobre la innovación para la competitividad producido por el Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad y entregado recientemente al presidente Piñera, incursiona también en temas económicos y políticos como debiera ser, ya que estos aspectos, sin lugar a dudas, influencian el desarrollo de la innovación. En este tenor se nos asegura que gran parte de la desigualdad presente en Chile se debería a que solo exportamos recursos naturales, incluyendo el cobre, lo que podría ser parcialmente cierto.
Sin embargo, es interesante observar como el entrevistado ignora la estructura política y legal antidemocrática instaurada por la violencia que ha regido a Chile por los últimos cuarenta años, la cual asegura el traspaso de recursos de la mayoría de población a una minoría nacional y extranjera y contra el cual la población protesta diariamente. Esta arbitraria y evidente ceguera del entrevistado hace al lector estar atento a ofuscaciones y contradicciones del mismo sesgo en el resto de la entrevista y de esta manera estas retornan cuando se nos dice con una perentoria encantación que el acceso a la educación es un problema que se acabó. Ignorando como por un conjuro el indefinido curso de las contiendas estudiantiles respecto de este problema y las grandes deudas que gravan a ellos y a sus familias. Contradictoriamente, se nos habla de nuestra incapacidad para modificar la naturaleza y la historia, pero, durante el transcurso de la entrevista se nos dice también que gracias a la biología molecular podemos futurísticamente postergar la muerte y que países como China y Corea están adquiriendo poder, o sea modificando la historia a su favor.
Las contradicciones y por qué no decirlo, las ilusiones más evidentes que trasuntan en la entrevista son aquellas en las cuales con un tono casi místico se nos habla del poder y de los milagros que hemos de esperar de la manipulación del ADN, de la vida sintética y de las bacterias. De estos procesos y organismos, y sin aclararnos cómo, el entrevistado espera portentos y además tiene la expectativa de que ellas se transmuten en futuros fenómenos políticos de cuya índole desafortunadamente nos mantiene en la obscuridad. Estas serias contradicciones y la falta de fundamentación de las especulaciones presentadas plantean dudas acerca de la idoneidad periodística de los autores de la entrevista y sugiere que estas puedan corresponder a una incorrecta transcripción de los dichos del Sr. Flores. Dudas, que ya se plantean al inicio de ella cuando sin mediar explicación alguna se nos dice en tono de admiración que el entrevistado usaba simultáneamente tres pantallas, sin aclararnos tampoco el rol que estas pantallas tendrían en el proceso periodístico, haciéndolas aparecer como fetiches de cierta erudición o como iconos de un potencial surfeo de la WWW para encontrar respuestas a las preocupaciones del entrevistado por el futuro de Chile. Por estas razones, decidimos leer el documento original generado por el Sr. Flores y colaboradores en el Consejo Nacional de Innovación y titulado “Surfeando hacia el futuro. Chile en el horizonte 2025”.
Historia y ciencia
La lectura de la aclamada obra “Post Modernismo. La lógica de la cultura del capitalismo tardío” (1991) del William A. Lane Professor de literatura de la Universidad de Duke, EE.UU. Fedric Jameson, se nos viene a la mente leyendo este documento del Sr. Flores. Porque, al comienzo de su obra el profesor Jameson indica que nuestra época se ha caracterizado por una inversión de las utopías con las cuales se nos ofrecía la redención y salvación futura a través de diversos mecanismos y sistemas políticos y económicos, los cuales ahora han sido remplazados por los sentimientos de un término abrupto de condiciones tales como la historia, las ideologías, las clases sociales, el arte y el Estado de bienestar. La resucitación espectral de una utopía técnico – científica por el texto del Sr. Flores pareciera estar entonces fuera de época, sin embargo, como esto coincide con los planteamientos de que la historia es inmodificable, esta es tal vez una manera más de decirnos que con esta utopía hemos llegado al fin de la historia. Desgraciadamente la lectura de este texto nos indica que en la entrevista las contradicciones, espejismos y ensueños sin soporte no eran un problema de la transcripción periodística sino que del entrevistado, ya que ellas también se encuentran abundantemente representadas en el texto original y lo surcan del principio al final. El espacio hace imposible analizar cada una de ellas pero nos referiremos a algunas contradicciones y fantasías más evidentes como son por ejemplo la afirmación de que el análisis del Sr. Flores y colaboradores está basado en la historia y de que estamos frente a cambios biológicos radicales que transfiguraran esta historia de manera radical y auspiciosa.
El lector habría esperado que al hablar del historicismo que putativamente funda el análisis del texto este presentaría información y exámenes de como la historia de Chile y tal vez la del mundo, han influenciado el desarrollo de la ciencia, la técnica y la innovación en el país y a nivel global en la tierra. Alternativamente uno podría haber esperado también un estudio histórico comparativo de las ciencias, de la técnica y de la innovación en el mundo y en Chile. Desgraciadamente, nada de esto sucede y de esta forma se nos habla del Silicon Valley de una manera reverencial y mitológica y sin hacer un análisis serio de como por ejemplo la inversión y los subsidios del gobierno federal y del estado de California y otros factores históricos y geográficos constituyeron la base del desarrollo de este reactor de originales técnicas e innovaciones. Las groseras y vulgares limitaciones históricas del texto son ilustradas también por la presentación de una viñeta de Luis Pasteur en la cual se pretende atribuir solamente al genio de este sus grandes descubrimientos. Ignorando que para su éxito fueron fundamentales los drásticos cambios sociales y económicos introducidos por la Revolución Francesa y la Revolución Industrial en Inglaterra, que institucionalizaron y democratizaron el desarrollo de la educación, de la ciencia, de la medicina y de la técnica en estos países y de los cuales Pasteur y sus innovaciones fueran un producto.
Para entender mejor la influencia de estos factores históricos habría que pensar que el bisabuelo de Pasteur fue un siervo de la gleba y su padre un artesano curtidor y que a pesar de esto, él recibió una excelente y estimulante educación en química. Además, las industrias del gusano de la seda y de la cerveza y del vino, cuyas necesidades estimularan también su ciencia se expandieron rápidamente gracias a los cambios económicos generados por la Revolución. La ausencia de este tipo de análisis históricos, serios introduce al texto una contradicción fatal como es la de esperar al parecer que la innovación germine en Chile por generación espontanea, como a la que los derrotados adversarios de Pasteur atribuían el origen de la vida. El abandono de análisis históricos serios acerca de las raíces de la innovación es remplazada en el texto por galimatías de ficticios horizontes, talantes, sentimientos, conversaciones, poética, avalanchas y diálogos, que más parecieran corresponden al lenguaje arcano de una cofradía religiosa que al idioma de los métodos históricos y científicos.
Biología y utopía
En la sección sobre la nueva biología las contradicciones también abundan ya que por ejemplo se nos dice con razón, que a pesar de haberse determinado el genoma humano hace ya doce años atrás, la comprensión de como este genoma funciona e interactúa para producir las características de la naturaleza humana es mínimo. Sin embargo, el reconocimiento de esta ignorancia, no es óbice para que el texto continúe describiendo los milagros que fluirán de la determinación de la estructura química del genoma entre las que se incluyen la medicina individual que ayudara al diagnóstico exacto de las más diversas patologías y a la precisa terapia farmacológica de ellas, evitando las complicaciones de esta última debido a los factores genéticos del individuo. La manipulación del genoma también nos permitirá evitar el envejecimiento ya que podremos inducir en el individuo la producción de moléculas de la juventud, lo que junto a la medicina regenerativa mediada por células madres hará pasada de moda la terapia con trasplantes de órganos. El manejo del genoma también posibilitará la creación de vida artificial con células que producirán lo que deseemos en un proceso llamado biología sintética, generando alimentos genéticamente manipulados de una mejorada capacidad nutritiva y tal vez unos individuos mejorados biológicamente o transhumanos. El entusiasmo simplista con la cual todos estos potenciales desarrollos son descritos se asemeja más a los contenidos de los prospectos para potenciales inversionistas y especuladores en una naciente compañía biotecnológica que a la sobriedad y equilibrio que uno debiera esperar de un documento oficial de política científica. Tampoco es casualidad que en el documento se nombre a científicos que se han caracterizado por tratar de convertir en dinero sus contribuciones a la ciencia intentando patentar entidades naturales con desvarío, perdiendo en este proceso toda ecuanimidad y ética respecto del significado y las limitaciones de sus logros.
Por ejemplo, todos los potenciales alcances de los conocimientos biológicos discutidos en el texto están limitados por la falta de una teoría científica que explique de manera universal la relación entre el ADN (genes) de genomas complejos y las propiedades biológicas que estos genes dirigen en las células. De tal manera, que hasta ahora los cambios biológicos que la manipulación de estos genomas complejos provoca no pueden ser predichos con exactitud, omisión que hace que sus consecuencias a menudo puedan ser más dañinas que beneficiosas e impredecibles. Como ha sido señalado, los desarrollos que el documento admira tanto están aun inscritos en la añeja y estéril metáfora cartesiana de hace cuatrocientos años de que los seres vivos son máquinas independientes de su ambiente y de su historia y donde el ADN juega el papel de un rígido programa computacional que autocráticamente dirige la vida y sus manifestaciones. En la comunidad médica de EE. UU. voces experimentadas y ponderadas han manifestado que los llamados a una medicina individual basada en la genómica serían injustificados por las limitaciones actuales de la técnica y por las limitaciones financieras de un país, que con el gasto en salud mas alto del mundo, tiene aun cuarenta millones de personas sin una atención medica básica asegurada y a varias decenas de millones más con una atención en salud deficiente.
Para Chile, un país en el que aun se mueren niños por falta de prevención con vacunas efectivas, mujeres de cáncer cérvico uterino prevenible por falta de servicios de detección precoz y con incapacidades patentes en controlar enfermedades trasmitidas por el agua potable y los alimentos, los llamados a una medicina individual basada en la genómica y dirigida a la gente con dinero se convierten en una parodia de lo que es la ciencia. Característica que ya fuera señalada por los profesores de la Universidad de Harvard, Richard Lewontin and Richard Levins, al decir que en los EE. UU. las aplicaciones simplistas y demagógicas de la ciencia y sus distorsiones por los intereses monetarios de los científicos, de las universidades y de la industria la convierten en una caricatura, y que la adopción de los fundamentos de esta caricatura por países como Chile se convierte de esta manera en una caricatura de la caricatura.
El documento sin lugar a dudas hace algunas observaciones positivas acerca del cambio climático y la crisis energética que afecta al país y destaca también en el un anexo por el presidente de Conicyt Sr. J. M. Aguilera, que es como un oasis de racionalidad en un texto que pareciera ser un páramo de esta. Páramo en el cual la lógica y el método son remplazados por expresiones de verdades reveladas y asombros pueriles que desmienten su deseada originalidad; pareciendo exteriorizar en este proceso que los científicos y técnicos chilenos para crear innovación debieran estar en constante embobamiento por los acontecimientos fuera del país especialmente en biología, en vez de dirigir su creatividad y su esfuerzo a la solución de nuevos y originales problemas. Este chato afán emulador que mengua el espíritu creador le imparte al texto un carácter tremendamente conservador y autoritario, el cual se ve reforzado por los intentos en dar por solucionados los problemas que afectan a la mayoría de los chilenos como los educacionales y en ignorar los proceso históricos responsable de ellos y del desarrollo de la ciencia y la técnica en el país y en el mundo.
Cientificismo y política
Pareciera que detrás de la máscara y del pretexto de la originalidad y de la innovación científica y tecnológica, políticos conservadores proponen un plan retrogrado que propende a la conservación del statu quo que beneficia a pocos y que además urge para la solución de problemas sociales y económicos la salvación individual basada en la innovación, la técnica y el dinero. Mediado todo esto por una comprensión simplista e improcedente de la ciencia, la técnica y la innovación, que termina percibiéndolas como pasivas imágenes de regeneración y de redención más que como instrumentos para analizar críticamente la realidad y transformarla. Conservadora es también la recomendación que espera que cambios culturales para la innovación se produzcan en el vacío sin democratizar y facilitar el acceso a la educación que siempre ha sido una condición sine qua non para esto, como sucedió en la Alemania de fines del Siglo IX y en EE.UU. después de la Segunda Guerra Mundial. Probablemente sin saberlo el Sr. Flores, en el pasado ideas de utopías científico – tecnológicas como las que su documento sustenta han florecido en sistemas políticos totalitarios y excluyentes. Como sucedió en la Italia fascista de Mussolini y el Futurismo de F. Marinetti con su amor y admiración por la ciencia y las máquinas. En la Alemania de Hitler Joseph Goebbels, hablaba de que el nazismo le había “dado alma a la tecnología y la había empapado con el ritmo y los impulsos candentes de la época”; retratando esto también la caducidad y arbitrariedad de estas ideas. Hace un poco más de veintitrés años atrás (1990), el New York Times publicó una acabada revisión de un libro titulado “Entendiendo a los computadores y el conocimiento”, que el Sr. Flores escribiera con el profesor T. Winograd de la Universidad de Stanford.
El autor de ella, Anthony Gotlieb en esa época editor de ciencia y tecnología del semanario “The Economist” la titulo “Heidegger para el payaseo y para ganar dinero” (http://www.nytimes.com/1990/01/07/books/heidegger-for-fun-and-rofit.html?pagewanted=all&src=pm). En ella se dice que el libro de los Srs. Flores/Winograd aclara algunas exageraciones acerca de la inteligencia artificial y que el libro alcanzó en esa época un carácter de culto a pesar de su simpleza y de su deslucido contenido disfrazado detrás de un lenguaje aparatoso de jerga Heideggeriana. El escritor de la revisión además critica a los prosélitos de la filosofía de Heidegger en los EE. UU. como personas que la entienden de manera parcial y como aficionadas a las consignas, al uso de las palabras como fetiches y al empleo de tesis incompletas y razonadas a medias. Sin embargo, pareciera que algunas de estas características, como lo señalara ya el filósofo Georg Lukacs, se encuentran originalmente en la filosofía de Heidegger; la cual según Lukacs se caracteriza por un sermonear vacío lindando en lo irracional cuyo único objetivo es la constante subjetivación de la realidad con el objetivo de impedir su análisis y ocultarla. Es indudable que algunas de estos juicios podrían también ser aplicadas a este texto acerca de política científica, y ellos ayudan además a entender la razón de su confuso contenido y de su tono de infundada superioridad. Esperamos que el texto del Sr. Flores y colaboradores estimule un imprescindible debate en la comunidad científica y lega chilena acerca de lo apropiado de sus juicios y de sus recomendaciones. Para terminar nos gustaría parafrasear parcialmente al Sr. Gotlieb diciendo “que es deprimente pensar que los científicos chilenos, los técnicos, los innovadores, el gobierno y el público pudieran necesitar de un documento con ideas tan pedestres y desatinadas para iluminar su trabajo y cumplir sus funciones en ciencia, técnica e innovación.”