Y querido Ricarte, cómo no recordar tu portada en la revista Punto Final diciendo “Chile es la Corea del Norte del capitalismo”. Cómo no recordar cuando entrevistado en aquella histórica marcha de los enfermos y con voz quebrada dijiste frente a los micrófonos “El Estado de Chile es cruel con los enfermos”. Cómo olvidar aquella marcha en que se movilizaron las víctimas más directas del modelo económico chileno, esas que literalmente han sido torturadas y asesinadas por el lucro.
Porque cuando te diagnosticaron cáncer al pulmón, esa vil enfermedad que lidera el rating de causal de muerte en Chile, saliste valiente a poner el pecho a las balas del destino y aprovechaste tu vitrina farandulera para develar ese cuarto macabro del país post Pinochet. El cuarto donde residen los fantasmas de miles de muertos a los que no les alcanzó la cobertura de su plan de Isapre o a quienes el AUGE no consideró en su darwinismo operatorio.
Tu lucha no era un simple berrinche. Tu pelea no terminaba con un simple arreglo en el SERNAC. Lo tuyo era un grito desesperado por los chilenos agonizantes que no tienen 2 millones de pesos al mes para saciar el hambre de lucro de laboratorios transnacionales. Y es que algo no calzaba en el país autollamado “país solidario”. Creo que hasta una vez lo dijiste en medio de la Teletón ”.En Chile se lucra hasta con lo más sagrado y nadie hace nada al respecto”.
Y es que en Chile existe una ley de protección de patentes que permite a laboratorios lucrar con sus medicamentos exclusivos. Dicho en fácil, el laboratorio que descubre un medicamento tiene exclusividad de venta, nadie más puede fabricar ese mismo medicamento por veinte años. Además pueden venderlo al precio que ellos consideren y en sus propias y “exclusivas” cadenas de farmacias. Aquí se cumple a cabalidad aquella máxima de Adam Smith, que adecuada a nuestra realidad diría “No es la benevolencia del laboratorio la que nos procura salud, sino la consideración de su propio interés”. La frase original de Smith cita a “carnicero, cervecero y panadero”. Nuestra adecuación a la realidad chilena nos hace introducir al “fabricante de medicamentos”. Ni el padre del liberalismo económico se atrevió a insinuar algo tan radical.
En Chile el Estado NO se hace cargo de la fabricación de medicamentos, como sí ocurre en otros países. Nuestro Laboratorio Chile fue privatizado por Hernán Buchi en 1985 y al parecer su renacionalización no ha sido tema para el Chile de los últimos 24 años. La salud de los chilenos depende de la codicia de los laboratorios extranjeros. Recién en los últimos dos años, el actual ministro de salud y ex director de la clínica Las Condes, abogó por un proyecto de ley de bioequivalentes. Un proyecto que no hace más que pedir por ley a laboratorios a los que se les acaba la exclusividad de venta, fabricar equivalentes al medicamento de “marca”, pero a un precio “un poquito” menos descarado. Sin embargo esta ley ha sido muy “discutida” en pasillos del parlamento por gremio de médicos y químicos farmacéuticos. Parece que el lobby es fuerte. A los gremios de la salud les incomodan los medicamentos genéricos. Por ahora los enfermos chilenos deberán seguir cruzando la cordillera para comprar medicamentos a precio justo en Argentina o Brasil.
Por revertir lo anterior, querido Ricarte, es que diste la pelea hasta el último. La pelea por funar al jaguar de hule Chino y su modelo asesino. Una pelea que se fue apagando entre una y otra quimioterapia. Fuiste la esperanza de miles de pacientes, tus compañeros de lucha. Ellos te veían desde alguna larga lista de espera, en algún frío hospital público, con su debilidad de enfermos y entendían perfectamente de lo que tú hablabas. Porque al igual que ellos, te atendiste en el hospital público.
Querido Ricarte, no creo en la vida después de la muerte, al parecer tú tampoco. Pero si la cosa fuera como los creyentes dicen y ahora vas aterrizando en el universo de los muertos, te pido un último favor. En nombre de Chile, entrega un abrazo apretado a esos miles de fantasmas muertos a manos del modelo neoliberal que nos gobierna. A esos niños y adultos para los que no alcanzó el medicamento de marca o la operación de última generación. Pídeles perdón en nombre nuestro por no haber sido capaces aún de terminar con este criminal sistema de vida. A ellos diles que somos un país de mierda al que no le bastó con aniquilar y desaparecer a miles en dictadura. A esos fantasmas, les mató la ambición descontrolada del lucro, a vista y paciente de todos nosotros. Ricarte, a ellos, entrégales esa paz que te caracterizaba. Y para ti, infinitas gracias. Hasta siempre compañero.
Por Cristian Zúñiga Lucero
@planetazuniga