Diciembre 9, 2024

Mentiras mentirosas y mentiras verdaderas

La joven Evelyn Matthei, en sus años mozos, jugaba a las muñecas – no las “peinaba” como decía algún calumniador – y tocaba en el piano “los pollitos dicen…” En Londres, a miles de kilómetros de Santiago, se enteró de que su tíos Gustavo, Augusto, Toribio y César habían llegado al poder, luego de unos “ejercicios aéreos” sobre la ciudad de Santiago. Es posible, según su propio testimonio, que haya lamentado por la forma un poco brusca con la cual sus tíos llegaron a la más alta magistratura, en consecuencia, no se la puede culpar de que desconociera que muchas jóvenes de su edad fueran asesinadas o estuvieran presas en el Estadio Nacional, mientras ella interpretaba un bello Nocturno de Chopin. Es posible que su padre, militar “constitucionalista” y sin ninguna ambición de poder, le haya prohibido la lectura de El diario de Ana Frank, por lo crudo de la historia.

 

El general Fernando Matthei asumió el cargo de miembro de la Junta de Gobierno traicionando a los demás generales que sucedían a Gustavo Leigh en el mando. Llegando a la Junta, formó parte del Legislativo y, por consiguiente, corresponsable de la legislación durante la dictadura.

 

En el caso de los tres militantes comunistas degollados y de los dos jóvenes quemados vivos, nuestro aviador constitucionalista era miembro de la Junta. No se tiene noticia de que haya querido renunciar cuando el general de Carabineros – “rastrero”, como lo dijo Allende en su último discurso – dijo que se “estaba desgranando el choclo” cuando un honesto juez de la república sentenció la culpabilidad de Carabineros, en el caso de los tres degollados. Nuevamente el general Matthei se mostró lacónico.

 

Cuando los cuatro generales eligieron a Augusto Pinochet como candidato a la presidencia, se ignora si Matthei se opuso o se abstuvo. Quizás, el único acto que salva a este general del aire es el que el día del plebiscito del SI y el No, se anticipó a reconocer el triunfo de la oposición, ante las escaramuzas de un nuevo golpe de Estado en ciernes.

 

Que se haya mantenido en el cargo de jefe de la aviación no constituye ningún mérito, pues Pinochet hizo otro tanto como comandante en jefe del ejército. Por lo demás militares comenzaron a co-gobernar con la Concertación sin obstáculo alguno.

 

Da hasta pena que la pobre candidata Evelyn Matthei haya sido llamada traidora por sus amigos de la derecha, aun cuando casi nadie supo de sus “profundas críticas” a los atropellos de los derechos humanos, por el contrario, se conocía su rutilante presentación en la franja de SÍ y su incondicional admiración por la familia militar.

 

Es cierto que Sebastián Piñera y Fernando Flores, ¡lo olvidaba, hay que agregar a Laurence! son casi los únicos miembros de este gobierno que votaron por el NO en el plebiscito. El Presidente, en la declaración del sábado 31 de agosto, dijo verdades indiscutibles sobre la culpabilidad de los civiles en el golpe de Estado quienes, aún hasta hoy, callan y se empeñan en pasar desapercibidos; de la Corte Suprema dijo que había sido responsable de muchas muertes al negar los recursos de amparo; al referirse a la Prensa, la condenó por omitir y/o falsear las noticias sobre las continuas violaciones de los derechos humanos.

 

Este discurso de Presidente, tan impecable y de genuina expresión de la realidad sobre los hechos ocurridos durante la dictadura, lamentablemente fue pronunciado por un primer mandatario cuya principal base de apoyo a su gobierno es la UDI, integrado por muchos fascistas, en su mayoría pinochetistas, cuya misión sigue siendo la férrea defensa de la obra del tirano – se cuenta en este grupo al coronel Cristián Labbé, maestro de los torturadores en Tejas Verdes -. Además, en su gobierno hay algunos ministros, ex colaboradores del gobierno de Pinochet.

 

Pedir perdón sin verdad, justicia y reparación es sólo palabrería y gestos de buena crianza. Como bien lo dijo Javier Rebolledo, autor del libro El despertar de los cuervos, el hecho de decretar, unilateralmente, el acto de la reconciliación sin considerar el parecer de las víctimas, es prueba de soberbia infinita e inaceptable.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas

01/09/2013

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