El libro “Veinte años después: Neoliberalismo con rostro humano”, del académico de la Universidad de Chile Fernando Atria hace un fuerte análisis de los 20 años en que la Concertación de Partidos por la Democracia gobernó Chile.
El libro, publicado por Editorial Catalonia, estudia las características de un proyecto político de izquierda, que quiere analizarlo desde una doble perspectiva: entre quienes sostienen que la Concertación traicionó sus ideales y «se vendió» al neoliberalismo (los flagelantes), y los que creen que el legado de la Concertación (los complacientes), pese a necesitar aún modificaciones, corresponde en lo sustancial a un proyecto político de izquierda, al menos de la manera que se puede construir en nuestros tiempos.
Aunque Fernando Atria, no quiere tomar una posición determinada en su libro, al leerlo, el lector asume una posición en relación al análisis que el autor hace frente a los logros y los fracasos de esta coalición política.
Es tomar la posición que Umberto Ecco postulaba en su libro “Apocalípticos e Integrados” en que se mostraba las posición de los receptores frente a los productos de los mass media.
La tesis que Atria expresa en su libro es que “necesitamos saber si lo hecho por la Concertación en estos veinte años puede ser entendido como parte de la historia del triunfo del neoliberalismo en Chile o como parte de la (pre) historia del socialismo chileno. Nos interesa un proyecto de izquierda. Eso exige identificar en general sus características, definir la identidad de lo que en su momento se llamó socialismo. Este libro pretende contribuir a ese esfuerzo.”
Para Atria, la Concertación administró un modelo diseñado en dictadura que sirvió para neutralizar las aspiraciones políticas de los ciudadanos. Sin embargo, la llegada de Sebastián Piñera al gobierno y las movilizaciones sociales que sorprendieron a la opinión pública nacional e internacional, rompieron esa neutralidad, dirigiendo la discusión pública hacia la izquierda.
En este contexto sería posible interrogarse sobre cuál sería el instrumento político que ayudaría a que las nuevas ideas políticas que buscan un cambio estructural en nuestra sociedad se instalen en ella.
Una de las interrogantes que plantea el autor es si lo hecho por la Concertación fue un neoliberalismo con rostro humano o una social democracia en la medida de lo posible. La respuesta está en la persona que lee el libro, pues el autor tiene la capacidad de mostrar ambos argumentos sin cargarlos hacia su propia postura y lo que se produce es que no hay una respuesta definitiva a la pregunta.
Tampoco el libro se queda en el pasado ya que intenta proyectar esa mirada hacia el futuro rescatando errores y previniendo sobre su reiteración.
Una de las conclusiones de Atria es que la convergencia de las corrientes social cristiana y de izquierda es algo que debe ser mantenido, independiente de que la coalición política se modifique en una relación que es natural dada la historia de la primera corriente, que provocó grandes cambios estructurales en la sociedad chilena, como fueron la reforma agraria, la promoción popular, la sindicalización campesina entre muchas otras transformaciones y no volcarse hacia un conservadurismo que demostró, en las últimas primarias, ser un grave error.
Hasta ahora cualquier aproximación programática es solo una apuesta ya que la persona que alcance el sillón presidencial deberá hacer una transformación hacia una versión más social demócrata de su gobierno transformándose en un agente de cambio social.
Este es un libro que vino a remover el polvo académico y los lugares comunes que se instalaron hace tiempo en las academias y que rompe con la frase rápida y con políticas públicas concretas basadas en “lo que quiere la gente”. Este documento, nos lleva a discutir los paradigmas que gobiernan a este país y que “lo mantienen en calma”.
A pesar del exceso de paréntesis, las cursivas, el uso de minúsculas y mayúsculas por todo el texto, el texto atrapa ya que versa sobre los últimos veinte años de la historia de Chile donde más de una generación comparte experiencias y tiene un análisis claro y profundo del tema, con una crítica aguda que muestra claramente el núcleo de la argumentación del autor como sería la reproducción del privilegio como criterio base de políticas públicas, que se muestra en la educación, en las leyes laborales, en el sistema de salud que mantiene la herencia de la dictadura militar como son el sistema binominal, las leyes de quórum calificado y la facultad del Tribunal Constitucional.
Fernando Atria, profesor en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, se tituló de abogado en 1994 y su tesis doctoral de la Universidad de Edimburgo recibió en 2000 el premio a la mejor tesis de Teoría del Derecho, entregada por la Academia Europea de la materia. Sus detractores plantean que nunca ha realizado clases de Derecho Constitucional, aunque su carrera incluye las universidades de Talca, De Chile y Adolfo Ibáñez.
Su nombre comenzó a alcanzar notoriedad tras publicar en 2008 Mercado y ciudadanía en educación, libro en que plantea la segregación, como uno de los problemas de la educación.
En 2009 fue uno de los profesores más críticos contra la gestión del decano de la Facultad de Derecho de la U. de Chile, Roberto Nahum y varios ayudantes de Atria participaron en la toma de la Facultad que generó la salida de Nahum, entre ellos, el entonces presidente del Centro de Estudiantes de Derecho (CED), Gabriel Boric, quien en 2012 llegó a presidir la FECH.
Para 2011, varias de las ideas de Atria, especialmente las referidas al lucro, gratuidad y reformas constitucionales, fueron recogidas por el movimiento estudiantil. En el libro “La Mala Educación, se plasmaron ideas que inspiraron, más tarde, el movimiento estudiantil.