Diciembre 12, 2024

De aquí y de allá: los motivos del lobo

El conocimiento del alcance del espionaje de Estados Unidos sobre amigos y enemigos, para decirlo en los términos en que desde el país del norte se considera al resto del mundo, ha originado una suerte de debate que no ha logrado, al menos hasta ahora, que se vislumbre siquiera un cambio en las relaciones internacionales.

 

Por el contrario, Estados Unidos asume el papel del bueno que busca convencer a los demás para que dejen su  supuesta agresividad y se sumen a sus también supuestas buenas intenciones, lo que nos recuerda a Rubén Darío y Los Motivos el Lobo.

 

Desde que Edward Snowden entregó a la prensa la información que demostró que el mundo entero, incluyendo a los ciudadanos estadunidenses, es espiado por las agencias gubernamentales y por las empresas privadas a las que todos les pagamos por sus servicios que teóricamente son de otra índole, sólo se conocen evasivas y advertencias de los reponsables.

 

El escándalo provocado por las revelaciones que hizo Snowden ha demostrado, también, que el poder del presidente y del Congreso del que se precia de ser el país más poderoso del mundo es más limitado de lo que se pudiera imaginar.

 

Los gobiernos europeos, por su parte, han procurado mantenerse al margen, aún cuando se han revelado antecedentes que los señalan  como  importantes objetivos  del espionaje. A los latinoamericanos nos dicen desde el norte que es algo positivo.

KERRY EN AMÉRICA LATINA

John Kerry, secretario de Estado estadunidense acaba de realizar una gira  por Brasil y Colombia. Su par brasileño, el ministro de Relaciones Exteriores  Antonio Patriota, fue muy claro en una conferencia de prensa en la que se encontraban los dos, al decir que “deben terminar las prácticas que atentan contra la soberanía”.

 

Calificó de excelente la relación comercial y económica entre los dos países, también fue claro en afirmar que “la intercepción electrónica es un nuevo desafío” para las relaciones entre ambos países y que en ese punto “no bastan las explicaciones” sino que era necesario “terminar con esas prácticas”

 

Kerry, que suele referirse a América Latina como al “patio trasero” de su país, dio argumentos ya conocidos, como que el espionaje había evitado atentados terroristas y que las agencias estadunidenses  actuaban de acuerdo a las leyes de su país.

 

Luego añadió  que en el caso de Brasil, Washington seguirá dialogando “para que haya certezas y su gobierno entienda y esté de acuerdo con lo que Estados Unidos debe hacer para garantizar su seguridad y la seguridad del mundo en general”.

 

Estados Unidos teme  que este espionaje afecte las relaciones con Brasil y que eso incida en la visita que la presidente Dilma Roussef hará  a Estados Unidos en octubre, por lo que el funcionario aseguró que Estados Unidos  está “ansioso” por recibirla.

 

En Colombia, Kerry insistió en justificar el espionaje, reiterando que todo se había hecho de acuerdo a la ley y que “este es un mundo muy peligroso, un mundo muy distinto al 11 de septiembre de 2001” , razón por la que su país se esforzaba para prevenir “hechos terroristas  en el mundo”.

 

No explicó por qué el resto de los países debía hacerse responsable de lo que ocurriera en Estados Unidos e involucrarse en sus querellas y hacer suyas sus leyes.

 

Por su parte, las naciones del MERCOSUR plantearon un reclamo en Naciones Unidas a través de sus cancilleres y la presidenta argentina lo hizo ante el Consejo de Seguridad, en representación de América Latina. 

 

Los europeos, que según las informaciones conocidas  han sido los principales objetivos del espionaje estadunidense, se lo han tomado con más calma, salvo Alemania que, amistosamente, busca llegar a un “acuerdo de no espionaje” con Washington, en especial en lo económico e industrial.

                                                  

OBAMA

En este contexto, resulta interesante  observar la actitud del gobierno estadunidense, porque da un indicio de los límites del poder presidencial, lo que a su vez incide en la pérdida de privacidad en las comunicaciones de sus ciudadanos.

 

Snowden hizo público lo que estaba sucediendo en este ámbito  y aunque Obama intentó hacer un ejercicio de poder al  reclamarle a Rusia su entrega, para después hacerle varios ofrecimientos si aceptaba, nada dio resultado.

 

En el plano interno, Obama no ha podido ofrecer mucho, salvo decir que tratará de evitar abusos o que verá la forma de modificar la llamada Acta Patriota, en cuyo contenido se basa esta clase de espionaje.

 

Sin embargo, ha transcurrido un tiempo más que prudencial para que al menos se conociera que se está buscando un acuerdo en ese sentido, pero no se ha informado de nada concreto.

 

Lo único concreto es que la Agencia de Seguridad Nacional, NSA, sigue teniendo las atribuciones para  interceptar las comunicaciones de todo orden sin que ninguna instancia gubernamental se lo pueda impedir.

 

Ya los periódicos de distintos países han reproducido la información de la revista brasileña Epoca, en la que  se relatan los pormenores del  aparato de espionaje que se montó en torno a la Cumbre de las Américas realizada en Trinidad y Tobago, que marcó el debut de Obama en ese tipo de reuniones.

 

No se sabe qué se averiguó, lo único concreto es que el presidente Obama puso en práctica políticas que no llevaban a una relación distinta con América Latina como ofreció en esa oportunidad.

 

Agreguemos a eso el cierre decretado hace pocos días de una veintena de embajadas y consulados de Estados Unidos en países del Medio Oriente debido a “una amenaza específica del pasado”, según dijo el  jefe de Estado Mayor de las fuerzas armadas estadunidenses, amenaza que no pasó del anuncio.

Entonces, cuando todo se reduce a advertencias, espionaje, guerras y golpes de Estado, no queda más que entender los motivos del lobo.

    

 

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