Diciembre 5, 2024

¡Qué muertos más vivarachos!

¡Qué horror, hemos visto muertos cargando adobes! Nada mejor que difunto hacerse el difunto para tener acceso a un jugoso Seguro de Vida, seguir repartiendo cargos en el Parlamento y, además, prepararse para hacerlo con los puestos fiscales, si el azar no le es esquivo a sus candidatos. En Chile no hay muerto malo y en los funerales, el occiso logra reunir más amigos de los que ha tenido durante su existencia. Aún no me explico por qué a los chilenos nos gustan tanto los entierros, con acompañamiento al cementerio incluido; puede ser porque nuestro glorioso escudo ostenta un ave carroñera, el cóndor. El matrimonio tiene un plebiscito revocatorio, el divorcio que, lamentablemente la muerte no lo tiene, de lo contrario todos haríamos la prueba, pues remunera sobremanera ir a la sepultura.

 

Camila Vallejo, candidata a diputada por La Florida – que tiene su cupo seguro gracias a “San Binominal” – para justificar su viraje, tal vez orden de Partido – pasó de criticar a Michelle Bachelet, que durante su gobierno fue la peor enemiga de los estudiantes, a alabarla y a apoyar su candidatura, junto a algunos dirigentes del movimiento estudiantil, sobre todo del Partido Comunista. Nada más fácil que recurrir al subterfugio de declarar muerta a la Concertación y culpar de todas las traiciones e inicuas políticas sociales al “finado” que gobernó Chile por veinte años que, en materia económica, adoptó y perfeccionó el neoliberalismo de los Chicago Boys.

 

Es comprensible que para algunos dirigentes sea necesario abandonar la política testimonial y penetrar de lleno en el sistema político transaccional, con el supuesto de imitar a los griegos con la estrategia del “caballo de Troya”. Este concepto lo utilizó con frecuencia el búlgaro Dimitrov en el V Congreso de la Internacional Comunista para referirse a los Frentes Populares, estrategia importante para combatir el fascismo reinante en Europa.

 

La estrategia de los dirigentes estudiantiles no está mal, pero mucho me temo que a la Concertación, aunque use otro nombre, sólo le interesa cooptarlos, a fin de mejorar la imagen de traición a los movimientos sociales de la cual hicieron gala durante sus cuatro gobiernos. ¿Acaso podemos olvidar la aplicación antiterrorista a los mapuches o, en otro plano, la aprobación de la Ley General de Educación al llegar a un acuerdo con la derecha? El Transantiago es otra de las “maravillas” heredadas de los dos últimos gobiernos de la Concertación, que pagaron las “nanas” y los maestros de la construcción, que trabajan para los “cuicos” del barrio alto.

 

Ninguno de los muertos – que viven sólo en la imaginación de Camila Vallejo – se han ido al helado sepulcro, al contrario, están más vivarachos que nunca: Camilo Escalona, por ejemplo, luego de lloriquear un poco y hacerse el niño mimado, se aseguró una candidatura en Bío Bío, aunque lo rechacen los militantes de su Partido en esa zona; Guido Girardi quiere hacer lo mismo, como verdadero dueño de la mafia del PPD; los economistas neoliberales de la pretendida Nueva Mayoría – la Concertación disfrazada, la mona vestida de seda – están seguros de que la pretendida reforma tributaria no tocará a los empresarios y a los demás ricos de Chile; la promesa de terminar con el FUT es un cazabobos, cuyo aplicación se pospondrá a veinte años más.

 

Nada más fácil que inventar justificaciones para no llevar a cabo el programa económico que promete Bachelet: se nos va a decir que bajó el precio del cobre, que se terminó la bonanza económica, que hay que ahorrar, por consiguiente, se va a posponer la reforma tributaria y se reducirán los tres puntos del PIB a sólo dos – como afirma Andrés Velasco -, lo que acarrearía menores gastos en educación, salud, vivienda y demás programas sociales.

 

Estoy convencido de que auténticamente Camila Vallejo y sus compañeros quieren y luchan por una educación gratuita universal y consagrada como un derecho inalienable, de que son personas honestas y con mucha fe en que Michelle Bachelet va a cumplir su programa. Un mínimo análisis histórico de los gobiernos de la Concertación prueba lo contrario. Michelle Bachelet, en 2005 despertó las esperanzas de los ciudadanos y ciudadanas que, al poco andar, se vieron traicionados. Estudiar el concreto-concreto – distinto al concreto-pensado – sería muy útil para captar la verdadera naturaleza de la “Nueva Mayoría” – tal vez un poco de lectura del materialismo histórico no viene nunca mal -.

 

Si hay algo seguro es que las expectativas de la Nueva Constitución se reduce a meras promesas, pues para reformarla por la vía parlamentaria hace necesario un número tal de doblajes que supondría una votación parlamentaria superior al 65%, y veinte de los Distritos doblados; si se produjera este milagro, aún no sería suficiente, pues habría que doblar en tres o cinco Circunscripciones en el Senado, lo cual es imposible. Por consiguiente, queda un camino: que el Presidente de la república elegido llame a un plebiscito, en que el pueblo se pronuncie por llamar a una Asamblea Constituyente; este plebiscito puede ser no vinculante, como en el caso de Ecuador, o vinculante, como en Colombia.

 

No se me puede acusar de anticomunista, muy contrario. Durante la Unidad Popular estuve mucho más cercano a ese Partido que al ultrismo de mis dos Partidos, el Mapu – que le decían en casi-MIR – y la Izquierda Cristiana; ambos surgidos del reformismo de la DC y que, posteriormente, se pasan al otro extremo. Posteriormente, discrepé con la violencia aguda – a la cual postulaba Luis Corvalán, y opté por la no-violencia activa. Siempre he reconocido la consecuencia democrática del PC chileno que, incluso, en la clandestinidad, durante el gobierno de González Videla, expulsó a Luis Reynoso, que planteaba como salida el pasar a la vía violenta, pero esta consecuencia de mi parte no obsta para criticar sus errores cuando los cometen.

 

Los muertos vivarachos de la Concertación, de seguro, seguirán repartiéndose el botín, en este “desfile al cementerio”, dejando a sus compañeros juveniles de ruta en “la estación de Curicó, en el expreso a Chillán”. ¡Cristo Marx y Lenin les conserve la candidez!

 

Rafael Luis Gumucio Rivas.

19/08/2013

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