Diciembre 5, 2024

Señora Bachelet, ¿hasta cuándo?

Señora Michelle Bachelet, ¿hasta cuándo va a seguir insultando la inteligencia de los chilenos? En el marco de su proclamación como candidata a la Presidencia de la República por la junta de la Democracia Cristiana, usted destacó el rol que ha jugado en el país la DC. Afirmó que esa colectividad “ha contribuido decididamente a la democracia y al desarrollo del país. La reforma agraria, la junta de vecinos, la nacionalización del cobre, son algunos hechos que tienen el sello de la Democracia Cristiana. Y por cierto, la recuperación de la democracia”.

Cuando usted era presidenta, dijo una vez que no leía los diarios para no deprimirse. De acuerdo, pero eso no la exime de la obligación de conocer algo de la historia del país que usted pretende gobernar. Si usted no quiere leer, dígale a alguien de su comando, o alguien de su entera confianza, que le cuente lo que ha pasado en Chile, aunque sólo sea desde la segunda mitad del siglo XX hasta lo que sucede en estos días.

 

Primero: la reforma agraria implementada durante el gobierno del presidente Eduardo Frei Montalva, fue planificada y organizada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos de Norteamérica. Fue diseñada a través del programa denominado Punto Cuarto de la Alianza para el Progreso. Este proyecto fue una respuesta rápida al triunfo de la Revolución cubana y se llevó a cabo inicialmente en Perú y luego en nuestro país. No es mi deseo desmerecer los logros de esa reforma, sólo dejar en claro, que fue un plan diseñado en el imperio.

 

Segundo: ¿puede explicarnos usted, señora Bachelet a todos los chilenos, cómo se “contribuye decididamente a la democracia” siendo cómplice de un golpe de Estado contra un gobierno democrático? Le informo, por si no lo sabe, que ese golpe de Estado fue organizado y financiado por el imperio, y en el que su adorada Democracia Cristiana tuvo un rol protagónico.

 

Tercero: ¿De qué recuperación de la democracia nos está hablando, señora Bachelet, si no hemos salido de un Estado de excepción regulado por una mal llamada Constitución ilegal e ilegítima, aprobada por un Bando Militar? Lo único que sí han logrado recuperar, a través del engaño y la ignominia contra todo un pueblo, han sido los sillones en el edificio binominal de Valparaíso y, por supuesto, todas las granjerías que les ha obsequiado la clase en el poder por tenerles a buen recaudo sus intereses.

 

Cuarto: donde usted perdió ya toda vergüenza, señora Bachelet, es al mencionar en su discurso de alabanza a la DC, que además de los hechos anteriores expuestos, “la nacionalización del cobre tiene el sello de la Democracia Cristiana”.

 

Parece que su cohabitación durante tantos años con la cúpula del Partido Socialista que no ha escatimado esfuerzo por negar la obra del gobierno de la Unidad Popular, cometiendo una felonía tras otra en contra de la memoria del doctor Salvador Allende, le ha hecho cometer todos estos “errores” sobre la historia reciente de nuestro país. ¿O será que sus tres años de estadía en el corazón del imperio, terminaron por borrarle la memoria?

 

Lo que sí tiene el sello de la Democracia Cristiana, señora Bachelet, fue la llamada “chilenización” del cobre, misma que le permitió a las empresas multinacionales, aumentar sus ganancias y, a la vez, “gozar de un régimen especial otorgado por los convenios de ‘chilenización’ firmados por Frei Montalva. El Estado había enajenado sus facultades por 20 años, o más en algunos casos”. (*)

 

Ahora si usted piensa que la nacionalización del cobre, la mayor obra del Estado chileno en el siglo XX, tiene el sello de la DC por haber concurrido con su votación para lograr la unanimidad en el Congreso aquel memorable 11 de julio de 1971, tendríamos que otorgarle el mismo sello al Partido Nacional (hoy Renovación Nacional).

 

Señora Bachelet, obviamente usted tiene todo el derecho de buscar el “comprometido” apoyo de un partido político hacia su candidatura presidencial, pero no tiene ningún derecho de mentirle de esta manera, tan burda por lo demás, a los chilenos. Al leer el susodicho párrafo de su alocución ante la junta de la DC, pensé que podría haber un error de transcripción del o de la periodista que había redactado la nota en un diario digital. Sin embargo, y por desgracia, lo corroboré al consultar otras fuentes.

 

Ante esta situación, me remití al famoso capítulo XVIII de El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo, en busca de alguna frase, de alguna línea, en fin, de alguna palabra que tuviera relación con el concepto de “dignidad” y que mi memoria no la hubiese retenido en las múltiples lecturas anteriores. Frustración: no encontré absolutamente nada: “Procure pues el príncipe ganar y conservar el estado: los medios serán siempre juzgados y alabados por todos; ya que el vulgo se deja cautivar por la apariencia y el éxito, y en el mundo no hay más que vulgo”.

 

Es sabido que Maquiavelo fue el primero en exponer, especialmente en el “escandaloso” capítulo XVIII, la necesaria separación de la ética y la política si las circunstancias así lo ameritan, con el objeto de “ganar y conservar el Estado”. Sobre esta dicotomía se han escrito, y se siguen escribiendo, múltiples ensayos, análisis y todo tipo de obras. Sin embargo, en ninguna de sus obras el autor florentino recomienda que en la búsqueda y en la conservación del poder, por mucha ambición que se tenga, haya que perder la dignidad. La ética hace ya mucho tiempo que se esfumó del léxico político-empresarial en nuestro país. Pero, pensaba, la falta de ética se podía compensar, aunque fuera en parte, con un poco de dignidad.

 

Pero esto no es todo, mientras usted señora Bachelet, hacía un panegírico de la Democracia Cristiana, la junta de esa colectividad se aprestaba para recibir a la hija del disidente cubano Oswaldo Payá, muerto en un accidente automovilístico provocado por la imprudencia del conductor, el español Ángel Carromero. Éste, fue declarado culpable y condenado a 4 años de presidio en un juicio que contó con todas las garantías, reconocidas por el cónsul de España que asistió a las audiencias.

 

Debido a la buena voluntad mostrada por el Estado cubano, se acordó que la sentencia sería cumplida en una cárcel española. Por supuesto, el gobierno corrupto del señor Rajoy no cumplió con el acuerdo y el señor Carromero está libre. Ha cambiado totalmente su declaración para inculpar, con burdas mentiras y contradicciones, al gobierno cubano. Y a eso viene, justamente, la hija del señor Payá.

 

Cómo se iba a restar la inefable Democracia Cristiana a tan “democrática y loable” labor. ¡Ah! Le recuerdo que anteriormente, hace sólo unos días, la DC también se reunió con el golpista venezolano Enrique Capriles para echarle una manito en sus planes desestabilizadores del gobierno de Venezuela. ¡Da gusto apreciar cómo “contribuye decididamente a la democracia”.

 

(*) Jorge Magasich, “La nacionalización del cobre en 1971”, Le monde diplomatique, N° 142, julio 2013, p. 37.

 

 

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