Chile se ubica en la primera línea de la injusticia entre los países del mundo, especialmente en lo que dice relación con el tirano, ladrón y genocida Augusto Pinochet y su abyecta familia. Además de los flagrantes atropellos a los derechos humanos y la práctica institucionalizada del terrorismo de Estado, la familia Pinochet agregó el robo aleve al fisco que, solamente, fue descubierto gracias a la quiebra del Banco Riggs y a la posterior investigación realizada por el senado norteamericano.
La derecha, sobre todo la UDI, nunca ha reconocido los crímenes de Pinochet, al contrario, lo defienden ante la opinión pública y, aun cuando, en apariencia, los avergüenza el hecho de sus robos millonarios, depositados en bancos norteamericanos – digo en apariencia, pues a estos jerarcas les importa muy poco la evasión tributaria, vía paraísos fiscales, (como se ha comprobado en el caso Golborne) – se justificaban sosteniendo que los tiranos de derecha, como Diego Portales, podían ser asesinos, pero jamás ladrones. Si usted lee las mentiras de los historiadores Francisco Antonio Encina o de Alberto Edwards, podrá verificar que Portales era un “dechado” de honradez, y que no tenía dinero ni para comprar rapé.
En Chile, personajes concertacionistas como Eduardo Frei Ruiz-Tagle y José Miguel Insulza, entre otros, salvaron a Augusto Pinochet de pagar sus crímenes de lesa humanidad en una cárcel española – antes, el Presidente Eduardo Frei había detenido la acción de la justicia con motivo del delito comprobado de los “pinocheques”, delito cometido por su hijo, Augusto Pinochet Hiriart, aduciendo la ridícula y monárquica razón de Estado -. Afortunadamente, estos dos personajes no estarán presentes en las actuales nóminas parlamentarias.
Después de varios años de investigación, el ministro de Corte, Manuel Antonio Valderrama, absolvió a todos los miembros de la familia Pinochet de las acusaciones relacionadas con el caso Riggs, dejándolos libres de polvo y paja, salvo que el Consejo de Defensa del Estado inicie una causa civil y los dineros sustraídos vuelvan a las arcas fiscales.
Pocos países en el mundo pueden igualar a la impunidad que campea en Chile, lo cual me genera una enorme vergüenza – al menos, en Argentina el tirano Rafael Videla pasó sus últimos días en prisión; en Perú, Alberto Fujimori, a pesar de alegar enfermedad, no ha logrado salir de la cárcel; en Francia, Felipe Petain fue condenado a muerte – indultado luego por Charles De Gaulle -; en Italia, Mussolini fue ahorcado; sólo en Chile y en España, Francisco Franco y Augusto Pinochet han muerto en sus camas, en la más completa impunidad.
Parafraseando a Pablo Neruda, “a veces me aburro de ser (hombre) chileno”. En el curso de tres días hemos visto las acciones más vergonzosas, llevadas a cabo por los tribunales de justicia: la no presentación de cargos contra los dueños de la mina San José – que representa una cachetada a los 33 mineros, que fueron utilizados por Piñera y su ministro Golborne para crear una imagen gloriosa de su gobierno, que luego de un año de este fatídico accidente, la mayoría de ellos está en la miseria e injusto abandono -; el caso del incendio y muerte de 83 internos de la cárcel San Miguel, seres humanos convertidos en verdaderas teas, debido a la negligencia de gendarmería – no por el hecho de ser procesados por la justicia deben morir calcinados – y, ahora, la vergüenza por la impunidad en el caso Riggs.
En este desgraciado país hay justicia para ricos y justicia para pobres; salud para ricos y salud para pobres; escuelas para ricos y escuelas para pobres; barrios para ricos y barrios para pobres – si vives, por ejemplo, en Las Condes, es como si estuvieras en Copenhague, y si, por el contrario, vives en la Granja, estarás como en Maputo, (capital de Mozambique); es urgente un cambio de folio que jamás podrán hacerlo los integrantes del duopolio.
Rafael Luis Gumucio Rivas
06/08/2013