El Papa Francisco reúne tres grandes características que han marcado su personalidad: ser Jesuita, Franciscano – sobre todo de los fratelli de Guillermo de Ockan – y ser latinoamericano, la tierra donde más se desarrollaron las Teologías de la Liberación.
Francisco tiene gran habilidad para jugar con metáforas sobre animales: en una de sus intervenciones pastorales, le dijo a los sacerdotes que “tuvieran olor a oveja”, (y yo agrego, “no billetes, como el monseñor 500”). En otra oportunidad se refirió a los leones – es decir, la Curia vaticana – como animales no tan furiosos como aparecen, en una metáfora respecto al profeta Daniel.
Luego de un silencio, durante el proceso los primeros meses de papado de Francisco, los leones han comenzado a rugir: se indignaron cuando el Papa acogió, en Lampedusa, a los inmigrantes africanos que venían a Europa y que eran mal tratados por sus gobiernos; tampoco se mostraron agradados cuando, el Jueves Santo, lavó los pies de dos musulmanes y de dos mujeres no católicas, en una prisión fuera del Vaticano; otro motivo de sus rugidos es que Francisco no viva en el apartamento papal, aislado del mundo – así se libra de que una monjita lo atienda con un desayuno envenenado, enviado por las mafias, al interior del Vaticano -.
Por otra parte, lo acusan también de relativista teológico al intentar la búsqueda de un diálogo fraterno con el Islam y los otros credos cristianos. También indignó al gobierno turco cuando abogó por los armenios, en Lampadusa.
Lo que más enerva a los rugientes leones de la Curia es permitir que la Fiscalía romana anticorrupción haga un decomiso de cientos de cajas de documentos que comprometen las finanzas vaticanas, entre ellos, blanqueo de capitales y malversación de fondos. Benedicto XVI, en uno de sus encuentros con el actual Papa, le reveló que lo habían amenazado de muerte.
Ya el Opus Dei, congregación predilecta de Juan Pablo II, veladamente prohíbe, en sus librerías, la literatura sobre el Papa actual – sus estantes están llenos de obras sobre los Papas polaco y alemán, reaccionarios que también persiguieron la Teología de la Liberación -.
Brasil se encuentra en plena convulsión social, a causa de la corrupción de la casta política – no menos que la chilena, hoy denunciada por el programa Contacto, de Canal 13, respecto a las relaciones entre parlamentarios y sus negocios – además de la abismante desigualdad entre ricos y pobres y la mala calidad de los servicios públicos, que hace muy contrastante el boato y despilfarro por parte de la casta política y la sencillez y frugalidad del Papa Francisco.
El discurso en Aparecida es una verdadera pieza de sencillez, calidad humana y profundidad, como también muestra la capacidad para llegar a gente sencilla, a la que profesa un verdadero afecto.
Se ha programado un encuentro con Leonardo Boff, un distinguido teólogo de la liberación – condenado al silencio por los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI- del cual se espera un comienzo de apertura de la jerarquía hacia la Teología de la Liberación. Este sacerdote franciscano profesa simpatía y tiene esperanza en el Papa argentino.
Sería iluso pensar en grandes cambios por parte del Papa, respecto a temas el divorcio, la contracepción, el aborto terapéutico y el matrimonio igualitario, mucho menos el sacerdocio de las mujeres, sin embargo, la jerarquía se puede enrielar en la opción por los pobres y en la línea que va desde Medellín a Aparecida, en las Conferencias Episcopales Latinoamericanas.
El Papa, esperemos, que podrá imitar a Daniel, y no será dañado por los leones.
Rafael Luis Gumucio Rivas
24/07/2013