Diciembre 10, 2024

El aislamiento de los colectivos estudiantiles

marcha13

Desde 2011, los líderes del movimiento estudiantil han ido apareciendo cada vez más como actores relevantes para la política de “los movimientos sociales” y también como alternativa para la política institucional. Esto es un escenario interesante pues abre las puertas para grupos que hasta ahora venían sosteniendo en sus tesis que esta política institucional se encontraba viciada y por tanto lo lógico era marginarse.

Revolución Democrática, referente que se forma alrededor de uno de estos líderes, define un plan A y un plan B para enfrentar esta elección parlamentaria, y sólo la parlamentaria, dado que para ellos en esta etapa sería irrelevante el debate y la elección presidencial.

 

Su plan A, contaba con llegar a un acuerdo con la Concertación sin que este acuerdo los obligase a apoyar al candidato presidencial del sector, esto por dos razones fundamentales: en primer lugar la supuesta irrelevancia de esta elección en dicho período y en segundo lugar que su objetivo es proyectar a sus líderes en el parlamento.

 

Este plan, como era esperable, fracasó, dado que aparentemente Bachelet se basta por sí misma para derrotar a sus contendores. Por lo tanto Revolución Democrática echaría a andar su plan B.

 

Contrariamente a los que algunos pensaban y pensábamos, en su plan B cerraron la puerta a otros conglomerados políticos, a otros liderazgos presidenciales alternativos y diseños parlamentarios, que, al menos en el papel, se acercan desde una perspectiva programática a las banderas que estos líderes universitarios levantaban cuando encabezaban las marchas.

 

Es curiosa y contradictoria esta definición. RD realizó un amplio despliegue de esfuerzos en el debate público y en reuniones con los negociadores de las Concertación, para utilizar un cupo en ese conglomerado que ha sido histórico enemigo de la educación pública, de las universidades estatales, de la previsión como un derecho social, y tantas otras cuestiones que podríamos enumerar y trabajar por separado.

 

Sin embargo, ni siquiera fue capaz de analizar la posibilidad de utilizar un cupo en la lista del PRO, del PH o de Igualdad, es decir, cualquiera que fuera mucho más afín a sus propias demandas y al programa que dicen defender.

 

Similar es la posición que ha asumido Izquierda Autónoma, ellos han elegido desde un principio acudir al parlamento en solitario. También es inconsistente esta definición, pues abundan propuestas políticas que tienen grandes confluencias con las ideas que dicen defender.

 

¿Cómo es posible explicar el aislamiento por el que han optado estas dos organizaciones políticas? Y sobretodo ¿cómo se explica que la única opción de alianza que RD intensamente buscó haya sido con los que han ostentado el poder, defendido el modelo económico e institucional y nos condujeron al escenario político y social actual?

 

Todo indica que hay una enredosa confusión entre el rol que juegan y las definiciones políticas que expresan públicamente sus dirigentes en tanto representantes de sus Federaciones estudiantiles, y la posición que toman luego, en tanto referentes políticos (partidos o colectivos), como representación y síntesis de la reflexión colectiva de sus militantes.

 

Lo que resulta lamentable es que dicha reflexión colectiva los ha llevado a definir su futuro con un grado de pragmatismo propio de la clase política que lleva 41 años en el poder, concentrados sólo en sus candidatos, sin orientación presidencial, sin propuesta programática con visión país, sin diálogo activo con los sectores que comparten sus demandas y colocando el énfasis propagandístico donde no está, esto es, en la idea de “se necesitan candidatos jóvenes para renovar la política”.

 

Esto por cierto no resiste ningún análisis, no es más que una frase panfletaria para captar votos. No es la supuesta juventud de estos candidatos la que permitirá renovar la política. Es más, la política como disciplina y como ciencia no se renueva por tener líderes jóvenes o viejos: los que nos consideramos de izquierda sabemos que el desafío consiste en generar un proyecto país que sea levantado y defendido por el pueblo, los trabajadores, los estudiantes, los sin casa, los pueblos originarios, es decir, todos los marginados del modelo, todos los que hasta ahora no incidimos.

 

Nuestra lucha no tiene nada que ver con renovación, tiene que ver con el levantamiento de un referente político que se transforme en un polo poderoso que sea alternativa de gobierno, cuyas opciones y cuyo programa sean incluyentes, reflexivos, con vocación de mayoría y de unidad, alejado de los sectarismos que muy a nuestro pesar, aun no abandonan a nuestro sector.

 

 

Andrés Hidalgo L.

Vicepresidente de Asuntos Políticos

Partido Izquierda Unida

@andreshidalgood

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