Diciembre 9, 2024

La risueña batalla por el centro

En su desesperación al ver que se desordena todo lo que hubo, los sostenedores más destacados del sistema parecen haber descubierto que la respuesta está en convencer con sus consignas a un electorado que por algún misterio se asume como de centro.

No lo dicen, pero todos saben que se trata de la gente que dice aborrecer la política y los políticos, y por toda convicción se escudan en esa máxima expresión de la nada misma y la cosa ninguna: “Salga quien salga, yo igual tengo que salir a trabajar”.

 

Aferrados a esa suma de la filosofía práctica, el llamado sujeto de centro se ha dado maña para dejarse convencer siempre por quienes lo tratan como oligofrénico mediante consignas que avergüenzan y causan risas.

 

La batalla por el centro, se ha transformado en aquello que lo va a determinar todo. Y hacia allá se lanzan los mejores esfuerzos que intentan sintetizar en una sola idea cuestiones muchas veces antagónicas.

 

Estoy a favor de las movilizaciones, pero el lucro es necesario, dice uno. Hay que mejorar el sistema de pensiones, pero las AFP son esenciales, dice otro. Y, la guinda de la torta, Hay que cambiar la Constitución, pero por las vías institucionales, agrega otra candidata.

 

Con esas sutiles trampas retóricas lo que se busca es caer en el promedio del pensamiento de la chusma apolítica y desinformada que quiere mejoras en sus vidas, actuales y futuras, pero le complica la posibilidad de perder sus empleos y quedar con deudas y sin celular.

 

Cada una de las ofertas que intentan incidir en esa entelequia nominada centro político, son absolutamente irrealizables, sin embargo traen en su fuero interior una potencia electoral definitiva. Las personas a quienes se manipulan con esa retórica tienden a creer lo que escuchan. Y esa manera intentan defenderse del miedo que trae consigo la inminencia de algún cambio, y se transforman en votantes con deudas, pero con celular.

 

En esta batalla desplegada se han visto despropósitos que desafían la lógica. Veamos el caso de la auto nominación bautismal de la ultra derecha más temible de las que existen en América Latina, y quizás en el mundo, radicada en Chile.

 

Centro derecha popular, dice llamarse lo más oscuro y peligroso de la política chilena. De centro derecha, no tiene nada. Antes bien, es el brazo político y público de sectores de la oligarquía que en la historia de este país se han impuesto a punta de masacres, persecución, explotación y manipulación.

 

Y de popular tendrán el discurso, porque sus definiciones son de las más rancias y selectas elites que pueblan el territorio.

 

Creo en Dios y qué, dice el precandidato Orrego que hace parecer que lo suyo es una cruzada anti ateos, pero no es otra cosa que un chamullo que intenta engrupir al ciudadano silvestre que entre lo poco que tiene, están sus creencias religiosas. Y entonces, asume la idea de abordarlo en esas cosas básicas, y tratar de convencerlo que un buen creyente como él abjura de los extremos y es el genuino propietario del ancho y permisivo camino del medio.

 

Pero no se las va a llevar pelada este cruzado cazador de griales contemporáneos. El otro buscador de la votación del centro político es el ex ministro Velasco que confunde la fomedad con la independencia.

 

Velasco se enfrenta a su contendor Orrego no porque sus diferencias miserables los pongan en extremos opuestos. Finalmente ambos son partes de la elite de este sistema y eso los hermana por sobre toda otra consideración. La movida bruta de Velasco es ofrecer una buena batalla para los eternos indecisos, más bien amorfos, habitantes del centro. Que vean en él alguien capaz de cruzarse en el camino del santón Orrego y exponerlo a sus debilidades terrenales.

 

Otra variante para la captura de los codiciados centristas, la ofrece el radical Gómez y sus cachañas anti sistémicas en envase sistémico. Lo suyo es posicionarse de la mejor manera para lograr un puntaje que le permita ascender a un Ministerio, ya que no podrá superar por lo menos a dos de sus colegas en la primaria. La pelea por el centro, en este caso, servirá para fines mucho más terrenales y prácticos.

 

Y finalmente, en esta nueva Termópilas de la política, surge presionada por la gente y contra su voluntad, la figura vacilante de la ex presidenta a la siga de un trocito de votantes centristas que le permitan repetirse el plato, a pesar de no haber querido, pero en fin, cómo rendirse a la presión de la calle…

 

En ella no basta su propio legado. Le agrega a lo ya conocido, su propia versión de la locomoción colectiva en la cual las micros amarillas eran lentas y no pasaban nunca, sin siquiera despeinarse. Y sin inmutarse afirma que intentó cambiar el sistema pero nunca pudo, y que su obra educacional, la LEGE es lo mejor que hay. Terminará diciendo que jamás reprimió a nadie.

 

La batalla por el centro tiene estas aristas risueñas que hacen más pasable este otoño seco y frío. Los postulantes a quedarse con las nominaciones harán sus últimos esfuerzos en la televisión para captar los votos necesarios no sólo para engalanarse con la primera opción, sino para mostrar números decentes que los pongan a salvo de la maledicencia de los malpensados de siempre que ven en la abstención un síntoma bastante serio y que puede llegar a contagiar al tan preciado centro.

 

 

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