México DF.- En entrevista con Clarín.cl José Luis Gómez, escritor y compositor mexicano, habla de su novela Los niños del trópico de cáncer: “Es una fábula, pero transmite varias cosas de fondo: la ingobernabilidad en el noreste de México, la complicidad del ejército, la incompetencia de las autoridades y la corrupción de la sociedad impuesta por el narcotráfico, los jóvenes ya no se juntan para pasar un cargamento, ahora se juntan para asesinar. El problema central es que los políticos mexicanos nunca se han preocupado por la juventud, por educar a los jóvenes, ofrecerles empleos y oportunidades, por ejemplo: los políticos utilizan el tiempo en televisión para promoverse, no hacen nada por nuestro futuro, el gobierno es responsable de la crisis del país, las autoridades están sin hacer nada, incluso en Tamaulipas se piensa que los gobernantes son cómplices del narcotráfico”.
MC.- “Los niños del trópico de cáncer” son sicarios en la frontera del noreste de México, ¿hasta qué punto tu novela refleja la realidad tamaulipeca?
JG.- Tamaulipas ha sido considerada –desde hace un año- la zona más peligrosa del mundo, la situación del noreste de México es muy grave; yo nací en Tamaulipas, tenía la idea de escribir sobre esa barbarie, pero no sabía cómo abordarlo, veía los pueblos sitiados, la impotencia de ver a la policía aliada con el hampa, me tocó ver la llegada del ejército y el incremento del crimen organizado, ya no asaltaban a una persona, asaltaban pueblos completos. Quería exponer la barbarie en un libro, hace un año la prensa informó que una banda de niños fue interceptada en Nuevo Laredo, los niños -de 6 a 15 años- estaban agrupados para defenderse, pero todavía no andaban armados, se los llevaron en un “levantón” (secuestro). En Tamaulipas vi grupos de jóvenes armados que entraban a los restaurantes con sus pistolas, me tocó ver pandillas con sus “cuernos de chivo” (fúsil AK-47), se autonombran “Zetas” –grupo desertor del ejército de México que se unió al narcotráfico-, entre los jóvenes del noreste de México se hizo una moda, muchos jóvenes se afiliaron a los “Zetas” y se hicieron drogadictos, para tener el carácter de asesinar necesitan estar drogados, los he visto en las calles, son jóvenes violentos, ir a Tamaulipas es encontrarse con ellos, ahí nació la idea de escribir algo dedicado a la región, algo que llame la atención, que lastime, que no se olvide, a partir de esa banda de niños que encontraron en Nuevo Laredo comencé a escribir mi novela, la realidad está peor que la ficción.
MC.- No es una novela histórica, pero el plano narrativo está ordenado cronológicamente: inicia en 2005, luego entra a escena la “guerra de Felipe Calderón” y termina con el asesinato del candidato al gobierno de Tamaulipas en junio de 2010, ¿por qué ubicaste la novela en un contexto histórico?
JG.- Decidí ordenarla cronológicamente para que el lector vaya guiándose, le asigné una vida activa de 5 años a los niños de “La banda de los corazones” –hasta que mueren asesinados o desaparecen-, creo que las agrupaciones criminales de Tamaulipas tienen una vida breve, el camino de la delincuencia es inestable y en cualquier momento pueden ser asesinados o pasar a las listas de desaparecidos; escribí la novela en un año y medio, estoy narrando hechos comprendidos entre los años 2005 y 2010 hasta el asesinato de Rodolfo Torre Cantú, candidato al gobierno de Tamaulipas, crimen sin resolver que sacudió a la sociedad tamaulipeca.
MC.- Tu novela denuncia los crímenes de los niños sicarios y los crímenes cometidos por la policía y el ejército, ¿por qué retratas a los que deberían ser grupos en pugna en un plano de igualdad criminal?
JG.- Nunca hemos sabido contra quién era la guerra de Felipe Calderón, recibo todo tipo de noticias desde el noreste: “anoche asesinaron a 60”, la policía ya no existe en Tamaulipas, la Marina realiza las funciones de vigilancia, la policía era cómplice de la delincuencia, pero la Marina no investiga, únicamente abre sus metralletas, por las noches se escuchan las ráfagas y al día siguiente amanecemos con la noticia de 30 o 60 personas asesinadas. En la novela los capos están plasmados de una forma cómica –tipos locos, fanáticos religiosos de los santos apócrifos-, me preocupó que en la novela los capos eran más simpáticos que los héroes, al punto que me pregunté: ¿ahora cómo los empato?, creo que al final los niños quedaron bien embonados, el bien y el mal están balanceándose en toda la novela.
MC.- La teoría de tu novela sobre los asesinatos y agresiones contra los periodistas tiene que ver con las quejas de los capos ante la poca cobertura que recibe algún cártel, ¿cómo se presentan las noticias en los periódicos regionales del noreste mexicano?
JG.- En Tamaulipas está prohibido divulgar noticias que tengan que ver con los crímenes de la delincuencia organizada, cuando los periodistas llegan a publicar un enfrentamiento, a los sicarios los llaman “civiles”, titulan sus reportajes: “balacera entre la Marina y civiles”, porque si los llaman “sicarios” van a disparar a las redacciones de los diarios o secuestran a los periodistas que denuncian los vínculos entre el narcotráfico y las autoridades. La novela transmite un mensaje: yo estoy convencido que la violencia no tiene que ver con los cárteles, al cártel no le interesa ir a cobrar a un negocio el derecho de piso para poder trabajar, ellos ganan millones de dólares exportando sus drogas, para qué se arriesgarían por algunos centavos, en Tamaulipas hay una delincuencia solapada, aunada a las pandillas de maras centroamericanos, a los gatilleros colombianos, a los miles de deportados por Estados Unidos y a los traficantes de indocumentados, los delincuentes comenten los crímenes a la vista de las autoridades migratorias –en abril de 2011 se encontraron más de 200 cadáveres de migrantes, en 40 fosas clandestinas de San Fernando-, y el pasado 6 de junio se descubrió un campo de concentración en Tamaulipas con 165 migrantes secuestrados, esos campos de concentración existen, los mencioné en mi novela porque no son nuevos, los campos de entrenamiento para sicarios vienen desde la década de 1980.
La novela sí es una fábula, pero transmite varias cosas de fondo: la ingobernabilidad en el noreste de México, la complicidad del ejército, la incompetencia de las autoridades y la corrupción de la sociedad impuesta por el narcotráfico, los jóvenes ya no se juntan para pasar un cargamento, ahora se juntan para asesinar, los jóvenes –no todos- están desesperados por meterse de sicarios, nada les importa, si mueren mejor para ellos porque se convierten en leyendas locales de los corridos, el problema central es que los políticos mexicanos nunca se han preocupado por la juventud, por educar a los jóvenes, ofrecerles empleos y oportunidades, por ejemplo: los políticos utilizan el tiempo en televisión para promoverse, no hacen nada por nuestro futuro, el gobierno es responsable de la crisis del país, las autoridades están sin hacer nada, incluso en Tamaulipas se piensa que los gobernantes son cómplices del narcotráfico
MC.- La crisis de valores de tus personajes llega al extremo de jovencitas que se interesan en salir con los sicarios y no con los universitarios…
JG.- Esto ocurre en Tamaulipas las jovencitas no quieren casarse con un médico, sino con un sicario; mucha gente se va a refugiar al noreste de México, intentando cruzar la frontera con los Estados Unidos, Tamaulipas se convirtió en tierra de nadie, la gente no sale de noche, hay una crisis de valores y un miedo generalizado en las calles; los cárteles del narco han estado importando sicarios de otros países, según la revista Proceso: en 2005 habían 100,000 maras centroamericanos en México. Anoche me dijo un joven de Sinaloa: “en mi ciudad había un letrero que decía: ‘prefiero vivir 5 años como rey, que toda una vida como lo hizo mi padre, como buey’”.
MC.- A pesar de tu formación como compositor musical no recurres a los corridos del narcotráfico, la voz narrativa proviene de las cantinas…
JG.- Alguien me dijo: “cuando quieras conocer los secretos de una ciudad habla con un cantinero, porque ellos están enterados de todo”, alguna vez lo hice, el cantinero se sabía todos los chismes, pero yo no podría escribir una cantina ordinaria, tuve que subirme al sueño de la entelequia para crear una cantina inolvidable, ahí clasifiqué a las cantineras: risueñas, soñadoras y escuchantes, después de la mitad de la novela son ellas las que cuentan la historia, ellas escribieron un libro narrando la historia de “Los niños del trópico de cáncer”.
MC.- La cadencia de tu narrativa es poética, ¿por qué los párrafos son tan breves?
JG.- Gran parte de los escritores contemporáneos tienen una narrativa muy ancha y perfecta, pero hay un libro muy famoso escrito en versículos cortos: la Biblia, y su profundidad es asombrosa, cuando leí el Apocalipsis de Juan el Apóstol quedé impactado; en un libro anterior que escribí –El beso de la virreina– puse en práctica los párrafos cortos y en Los niños del trópico de cáncer todo es más corto, aquí el párrafo es más breve; en El beso de la virreina (2008) narré a los personajes por dentro y por fuera, y en Los niños del trópico de cáncer los personajes están narrados únicamente por fuera.
MC.- “La Virgen” es el personaje principal de tu novela, ¿a qué obedece la ambigüedad asexual, casi andrógina, del líder de los niños sicarios?
JG.- ¿Cómo elegí a un héroe de ese tipo?, por lo general los sicarios del noreste mexicano son machos aguerridos, bigototes y musculosos, pero eso no me funcionaba para la novela, tenía que escribir a un personaje carismático, entonces se me ocurrió narrar la vida de “La Virgen”, un personaje femenino, construí a un asesino que es muy hombre y al mismo tiempo mujer. Los primeros capítulos de mi novela fueron leídos por amigos escritores y les gustó el personaje, me dijeron que una vez que aparece “La Virgen” los cautivó, los lectores se lo imaginan, al final de la novela revienta la trama y todo se revela.
MC.- El lenguaje de tus personajes es grotesco y al mismo tiempo divertido…
JG.- Es la parte oscura de la novela, son capos chistosos, mal hablados, dicen cosas feas y al mismo tiempo resultan carismáticos. Me alarmé cuando no podía superar la simpatía de los capos con la simpatía que despiertan los héroes, fíjate que cuando escribí la novela no me dí cuenta del lenguaje, al leer el libro publicado abrí los ojos, dije: “creo que me pasé un poco”, hasta mis amigos dijeron que me excedí en el lenguaje de los narcos, tenía miedo de la opinión de la nueva generación de lectores, le dí el manuscrito al hijo de un amigo y al joven lector le gustó la novela, ahora pienso que hay un par de párrafos que pueden caer en lo obsceno, me arrepentí por haberlos escrito, pero ya no podía borrarlos, el libro estaba publicado, a partir de ahora tendré más precaución; mi próxima novela no me está gustando demasiado, porque le faltan los espacios de locura, estoy extrañando las cosas grotescas de los narcos.
MC.- ¿Quién te aconsejó presentar tu novela al 1er Premio Letras Nuevas?, ¿dónde leíste la convocatoria?
JG.- Mi carrera es de compositor musical y director de grabaciones, pero estaba muy cansado del trabajo, decidí descansar en 2002 y escribí El beso de la virreina (2008), entonces pensé: qué hacer después de abandonar la carrera de compositor y director, decidí escribir literatura y para motivarme participé en un concurso literario, envié el manuscrito de El beso de la virreina al Premio Planeta de España, no gané ni una mención honorífica, pero dos años después me hablaron para avisarme que publicarían el manuscrito, así que ahora me puse a buscar un concurso más accesible –porque media humanidad presenta sus manuscritos en España-, al 1er Premio Letras Nuevas concurrieron 290 escritores y quedé como finalista.
MC.- ¿Leíste las novelas de los finalistas del 1er Premio Letras Nuevas?
JG.- Todavía no, sólo leí las síntesis de las novelas de los otros finalistas.
MC.- Finalmente, ¿la Editorial Planeta exportará tu novela a otras filiales de Latinoamérica?
JG.- El contrato con la editorial estipula que mi novela se venderá en México, Estados Unidos y Puerto Rico, desde la filial en México enviarán la propuesta al resto de países de Latinoamérica, serán los editores regionales los que decidirán si se publica; pero si algún lector en Iberoamérica se interesa mi novela está a la venta en formato digital.