Diciembre 2, 2024

La autonomía universitaria

La irrupción de las Fuerzas Especiales de Carabineros a la Casa Central de la Universidad de Chile es un hecho de extrema gravedad, que ha sido pasado por alto en los medios de comunicación de la derecha. La autonomía de las universidades ha sido una de las conquistas principales de la revolución universitaria de Córdoba, mediante la cual quedó estatuido la no intervención de los gobiernos y de la policía en los recintos universitarios – sin libertad de cátedra es impensable la existencia de la universidad -; es evidente que esta libertad se extiende a la inviolabilidad de las sedes de estudios superiores.

 

 

Como buen sofista, el ministro del Interior tergiversa el concepto de autonomía negando el derecho adquirido por las universidades, en el sentido de que las fuerzas policiales no pueden hacer uso de la fuerza bruta en una institución consagrada a la reflexión crítica y a la búsqueda de la verdad científica, sin que ningún gobierno pueda intentar censurar u atropellar el libre desarrollo del quehacer universitario.

 

En la historia de Chile las Universidades han sido el semillero de grandes movimientos sociales, políticos y científicos: en los años 20 la FECH, fundada luego del terremoto de Valparaíso, dio lugar a una generación rebelde y anarquista, que se expresó en la revista Claridad, cuyos artículos estaban dedicados a fustigar a la oligarquía – casta dominante durante el parlamentarismo – y proponer un nuevo Chile libertario. Posteriormente, todas las federaciones universitarias fueron el semillero de líderes y de movimientos revolucionarios; de estas organizaciones surgió el grupo juvenil que participó en el derrocamiento de Carlos Ibáñez del Campo, (1931) dirigido por Barrenechea, de la FECH, y Leighton, de la FEUC, – en tanto en la U. de Chile se desarrolló el grupo Avance, al que perteneció el ex Presidente Salvador Allende -. Del medio universitario surgió el gran líder Eugenio González, luego rector de la Universidad y apóstol del socialismo democrático.

 

En los años 60, toda mi generación se formó en las universidades, Católica y de Chile, y en la FEUC y la FECH. La Democracia Cristiana tuvo el gran mérito de haber hegemonizado a todas las federaciones universitarias de los años 60, y este predominio juvenil logró gran importancia en La Patria Joven y el triunfo de Eduardo Frei y el predominio de la DC durante ese decenio. Esa generación, coetánea al mayo francés del 68, fue capaz de implementar profundas reformas en todas las universidades chilenas.

 

La dictadura de Augusto Pinochet y, posteriormente la derecha, captaron muy bien el poder que surgía de los movimientos juveniles universitarios, razón por la cual los militares impusieron delegados de sus filas como rectores de las universidades, incluso en la Católica, cuya misión consistía en perseguir a docentes y alumnos que no estuvieran de acuerdo con la ideología fascista y, a su vez, imponer, a sangre y fuego, unas contrarreforma universitaria.

 

Durante el período de la “transacción” democrática, la derecha captó bien el poder ideológico de las universidades y su capacidad en la formación de líderes políticos. Para lograr una nueva generación de ultraderecha, se dio a la tarea de fundar una serie de universidades, de marcada tendencia católico-fascista, a cuyos directorios pertenecían connotados dirigentes civiles de la dictadura, cesantes luego del advenimiento de la democracia. Actualmente, algunas de ellas pertenecen a los Legionarios de Cristo y al Opus Dei, otras, simplemente, a lucrar, atropellando la ley y favoreciendo a los sectores de derecha – incluso, la UNIAC fue presidida, en su momento, por el jefe de la Fundación Pinochet -.

 

A pesar de esta manipulación ideológica, los universitarios, incluidos los de la mayor parte de universidades privadas, se han unido para encabezar las marchas por la gratuidad universal de la educación y contra el lucro, a partir de grandes manifestaciones masivas contra el gobierno y el duopolio, que han cambiado completamente el panorama político chileno, poniendo en cuestión el modelo.

 

Tan exasperado está el ministro del Interior de este pésimo gobierno que ha recurrido a la fuerza bruta para atropellar la autonomía universitaria, en una intervención abusiva y violenta por parte de Carabineros. El Rector de esa Casa de Estudios ha denunciado, con fuerza, el atropello del fascismo a la chilena. Si tuviéramos una oposición dotada de un mínimo valor y respetuosa de los principios, hace tiempo deberían haber iniciado una acusación constitucional contra el ministro del Interior – ni siquiera, en la comisión parlamentaria, a la cual fue convocado, lo han amonestado. Por el contrario, se vanagloria de su inicua hazaña, que sólo era propia de las dictaduras.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas

21/06/2013

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