Diciembre 14, 2024

Calientapollas

Los españoles llaman “calientapollas” a aquellas niñas que te entusiasman y, cuando está el “banquete” listo, te mandan cortado. Algo parecido pasa con la candidata Michelle Bachelet: cada día ofrece un proyecto nuevo, como parte de su programa; pareciera que nos quisiera sorprender y, un poco, “impresionar al burgués” – como una bailarina del Bim Bam Bum, va sacándose las prendas muy de a poco -, primero lanza la editorial, luego los detalles y, como los derechistas están aterrados, reaccionan como en las carreras de galgos ante el conejo mecánico.

Esta semana dio a conocer la “primera página” de la reforma tributaria que piensa incluir en su programa de gobierno: propuso subir los impuestos a las grandes empresas del 20% actual al 25% , y reducir el impuesto a grandes fortunas del 40% al 35%; no menciona nada sobre el FUT ni, mucho menos sobre el IVA, Según algunos economistas, lo propuesto hasta ahora sólo recaudaría entre mil millones de dólares y cuatro mil millones, muy lejos del 3% del PIB, y los ocho mil millones de dólares que se propone recaudar para invertirlos en programas sociales, entre ellos, educación.

 

Como el solo hecho de hablar de impuestos desata el terror de la derecha, que pretende trasmitirlo a los electores, Pablo Longueira, el líder del fascismo popular, sostiene la falacia de que la miserable subida de cinco puntos del impuesto de primera categoría estrangularía a las Pymes – la vieja estrategia de hacer creer a los pobres que cuando se pide algo a los ricos, son ellos los perjudicados -. Allamand, que copia todo a Longueira – “en aras de la unidad de la derecha” – se expresó, en el fondo, en los mismos términos. Nuevamente digo “qué momios están los momios”, cada vez más gagá, gotosos y conservadores.

 

El solo hecho de subir el impuesto a la primera categoría es un paso adelante, impensado en el año 2009, que es producto de la radicalización de las demandas sociales. Hablar de tributos es definir un proyecto país, y no interesa sólo recaudar, sino la forma en que se realiza y cómo se distribuyen esos recursos.

 

El sistema tributario tiene, en primer lugar, un efecto igualitario, por ejemplo, Alemania tiene un Gini de un 4,5 y, después de la recaudación de impuestos baja a un 3,0; Chile, en cambio, tiene un 5,3 y continúa con la misma cifra luego de recaudar impuestos, lo cual significa que los ricos no pagan impuestos.

 

El IVA, un impuesto que desfavorece a los más pobres, representa el 50% de la recaudación tributaria y, el impuesto a la primera categoría es, apenas, de un 25%; el resto corresponde al impuesto a la renta que, principalmente, lo paga la clase media. Aquellas personas a quienes se les rebajaría de 40% a 35% son apenas 35.000 contribuyentes, lo que es una cifra ínfima.

 

La sola eliminación del FUT, que no es una elusión, sino una evasión, por consiguiente un delito, permitiría recaudar 10.000 millones de dólares – dos millones más que la propuesta de Bachelet – , y si agregamos lo correspondiente a una serie de elusiones fiscales, podríamos a 16.000 millones de dólares, el doble de lo expuesto por la candidata. También podría agregarse una duplicación del royalty y que incluya a todas las materias primas.

 

Michelle Bachelet no se refiere al IVA, en consecuencia, podría pensarse uno diferenciado que rebajara el impuesto a los alimentos de un 19% al 10% y, en el caso del pan, al 6%; se suprimiría el IVA en el caso de los libros. La menor recaudación podría complementarse con impuesto gradual al patrimonio; en el caso del Chile federal habría que pensar en una mayor recaudación al impuesto predial.

 

Es de esperar que Bachelet no se quede calentando las pollas y, esta vez, nos permite participar en el banquete de la igualdad y no nos mande cortados – mira que de tanto masturbarnos vamos a terminar “con pelos verdes en las manos”, como decían los curas en el colegio.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas

18/06/2013

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