Diciembre 9, 2024

Yo incluso tengo una hija que nació en el extranjero

Yo incluso tengo una hija que nació en el extranjero, declara el presidente sudaca al presidente de color (piel, pelo, uñas, callos, etcétera) y su resplandeciente imperialismo internacional. Entre ambos presidentes existe una gran diferencia. Se nota. Uno es de pigmentos claros como la luz del día, el otro es de pigmentos oscuros como la oscuridad de la noche. Un contraste encima de otro contraste pero que sin embargo se destruye de un plumazo cuando Sebastián tiene la genial idea de hacerse una foto muy colorista nada menos que en el trono presidencial ajeno. Hasta ahí el contraste repleto de contrastes: ahora él ha concretado otro sueño de la primera juventud, a saber, hacerse una foto muy colorista nada menos que en el trono presidencial ajeno, a saber. A la mierda con las reyertas estudiantiles, la melancolía de Jovino Novoa, el gimnasio de Ena, las marranadas de Laurie. ¿Razón? Basti ya tuvo su minuto de gloria…

 

que desde luego es superior al de la Ceci y su repartija de rosarios, para ver si el papa (¡vamos, tú puedes!) le tiraba unos gargajos benditos. Muy cuca se plantó la Ceci en frente del papa y él, descolocado ante tamaña grosería pero guardando la compostura, fue y accedió a uno de los múltiples caprichos de la Ceci. Nada más la semana anterior ella se había sentido mujer y plena luego de haberse teñido el pelo, ahora la doña emprendedora se contonea por las afueras del Club donde no fue admitida, llevando a cabo un paseo ostentativo con sus menjunjes capilares y sus rosarios. Ahí tienen esas bestias, la Ceci tendría que estar demente para sentirse parte de ese grupo de viejas y sus logros mediocres tales como recibir la pensión alimenticia, ¡esas piltrafas sin rosario bendito! Rápidamente la Ceci tuvo que enterarse (buuu) que muchas enemigas naturales efectivamente tenían uno, dos, tres, ¡cuatro! rosarios benditos, y en algunos casos, un sinfín de hijas rubias (naturales) llamadas Rosario.

 

Asimismo varias enemigas naturales tenían (tienen) además de la Licenciatura, una maestría y a veces un Doctorado en Educación y Planificación Familiar. Y la Ceci que ni siquiera terminó la carrera universitaria porque se sacrificó por los devaneos intelectuales de Basti. Ella, madre de todas las madres, que sabe lavar toneladas de suciedad, pantalones tiesos por la meada y la cagada reciente, de pronto se ve superada por los logros del marido. ¿Y qué quería si él fue elegido mientras que ella… ella nada de nada? ¿A ver? ¡Es que Chechi lo odia tanto! Es un odio latinoamericano más alto que la torre del costanera, un odio más profundo que todo el odio que pudiera reunir la clientela de H&M, que, a saber, no es menor, a saber. Cecilia odia al Seba, entre otras cosas, porque él se comporta como un bruto cada vez que ella anhela filosofar respecto a cuestiones espirituales como cuchillería de plástico y mantelería tejida a crochet. Cada vez que la Chechi propone que la agenda incluya un análisis ontológico de las dalias, las cortinas, las perlas, el simply color y las bondades de la secadora, el Basti se comporta como si únicamente existiera él y, peor aún, como si solo importara él. Desde luego esto último es lo cierto…

 

porque no olvidemos que él es el presidente. Con cuidado debería irse la Ceci si no quiere que la dejen encerrada en las letrinas por antojadiza y superficial o que el Basti no le dé permiso para ir a pagar la cuenta del agua. Si la Ceci quiere seguir coleccionando rosarios y codeándose con lo más fino de lo fino y lo más católico de lo católico, debe irse con cuidado, así que Ceci ¡cuidado!

 

Sebastián no tiene tiempo para remilgos ajenos porque él está más preocupado de enroscarse las pestañas y de coleccionar fotografías que lo hagan lucir como presidente negro. Desde luego que él jamás será negro (eso hasta ahora, ¿quién sabe?) así que debió contentarse con posar las nalgas en el trono del salón oval, miren si no será un socarrón, privilegio encima del privilegio. Nadie que no ostente cargo de mandamás norteamericano podía, hasta ahora, posar las nalgas en el trono del salón oval y sin embargo Basti nuevamente se salió con la suya. Después de todo él es algo así como el sumo pontífice del emprendimiento, está acostumbrado a hacer lo que se le viene en gana. ¿Desde cuándo ha seguido consejo alguno? Ni siquiera ha invertido en un traje decente que lo haga resaltar como si fuera Virgen del Carmen, nada de eso. Pura colonia Flaño, puro zapatón Bata y camisas Wash and Wear. Así es él.

 

Pero no seamos injustos, la salida de madre protocolar no es algo que únicamente debamos achacarle a Basti. El periódico sensacionalista inglés debería haber suavizado las críticas y haber examinado la foto anterior, vale decir, la del gobierno anterior, donde hasta los encargados de rasurarle los brazos a Bachelet (y aclararle el pelo, cada año está más albina la viejijuja ambiciosa) se calaron en la foto de Michelle y Obama. ¿Qué será lo que tiene el negro? Algo así como aire de celebridad mundial, pose africana y al mismo tiempo estilo urbano, explican los expertos en asesoramiento de la imagen. Es que él solito reúne todas las características que un presidente debe tener, salta a la vista. ¿Quién no querría una linda foto en el salón oval y con el presidente sonriendo como en recuerdo de la confirmación? Desde luego que de confirmaciones Obama no sabe absolutamente nada, eso es más el campo de Basti y Chechi, que son muy católicos y prestan la casa cada año para que sea estación durante la caminata de la cruz en semana santa. ¿Quién querría una linda foto en el Palacio de la Moneda? Respuesta: Nadie. Es que nadie quiere ver los avances en el punto cruz de la Ceci ni mucho menos su reciente descubrimiento: la mantelería luce más blanca cuando se almidona con maicena en lugar de la vieja y conocida harina, que si se la come (eso también lo aprendió la Ceci en uno de sus múltiples viajes al extranjero donde cogió cursillos, si no es nada de tonta la Ceci) una se rellena de gluten, lo que desde luego afea la imagen exterior porque una se pone algo jamona y no es nada moderno andar por ahí, muy jamona, rellena de gluten. Así es como en Palacio se ha invertido en recetas que ayudan a cuidar la figura, porque la primera dama se retuerce de envidia al ver que la otra Michelle es tan delgada y como de la revista Bazaar, mientras que ella (en su afán por copiar a la Michelle nuestra, más cargada al gluten) parece socia honoraria de Cema Chile. No sean tan malos y dejen de criticar al Basti, si él hizo lo que cualquier presidente chileno debe hacer. Debe hacer, de otro modo no hay portadas de revista ni presencia en los rezos y oraciones de las viejas de misa diaria, que luego de pedirle al Santito de turno que interceda ante Dios por el glaucoma, los várices, ¡que papuchi no me cague encima! ¡que a papuchi se le deje de inclinar el hocico en dirección a la botella!, que luego de pedirle al Santito de turno que interceda por tanta cosa, piden que exista paz y tranquilidad en el hogar del presidente y que ojalá se termine de una vez el viejo y consumido resentimiento. Ora pro nobis. Aleluya. Amén. Etcétera.

 

anibal.venegas@gmail.com

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