Diciembre 2, 2024

¿Quién se sorprende con el apoyo del PCCh a Bachelet?

La anterior pregunta sólo puede extrañar a la nueva generación de jóvenes o a los políticos que intencionalmente han intentado sacar algún rédito o simplemente carecen de los antecedentes históricos mínimos para emitir un juicio al respecto (en este último grupo creo que no hay pocos).

Que el PCCh decidiera apoyar la candidatura de Bachelet no representa en caso alguno una decisión extraordinaria o un cambio radical en su política de alianzas. Por el contrario, dicha decisión permite al partido retomar su estrategia de pactos y alianzas amplias, definida en los congresos internos del pasado siglo. Dicha estrategia fue la constante y no lo distintivo. Es decir, apoyar un candidato presidencial ajeno a su partido, pero relativamente cercano a sus intereses -incluso del centro político- no representa ninguna novedad.

 

Lo mismo ocurrió cuando el PCCh negoció con la Concertación, por medio de un pacto instrumental, la incorporación al parlamento de tres de sus candidatos a Diputados en la elección pasada. Algunos políticos y no pocos analistas han definido que ambas decisiones, adoptadas por la directiva comunista, representan una decisión histórica.

 

Pero se equivocan. Y no voy al hecho cualitativo que representan dichas decisiones (si es bueno o malo), sino simplemente dejar en claro que yerran por mucho en definir la participación comunista como un hecho histórico. Incluso cuando el partido adhirió a la Internacional y, por ende, a la línea del Frente Único Proletario, no dejó nunca de buscar alianzas políticas fuera de los partidos de carácter proletario.

 

Lo anterior se demuestra por medio de los antecedentes históricos. Veamos. Respecto de su participación en el parlamento, ya en 1921 el PCCh obtenía 2 Diputados. Posteriormente, en la elección de 1925 obtuvo 9; 1937: 6; 1941: 16; 1945: 15; 1957: 4; 1961: 16; 1965: 18; 1969: 22; 1973: 25. Es decir, no sólo es posible apreciar el nivel de participación (y sus positivos resultados), sino el constante interés por participar en el sistema político tradicional, a pesar de que en algunos períodos el partido estuvo oficialmente proscrito y, por ende, impedido de participar legalmente.

 

Una vez reinaugurada la democracia política en 1990, el PCCh no obtuvo parlamentario alguno en razón de sus adversos resultados, por el binominal y porque en algunos casos prefirió apoyar a sus pares del PSCh (ligados al almeydismo). La otra poderosa razón es que aún mantenía en pie su controvertida política de rebelión popular de masas, la cual fue vetada por los partidos de la Concertación. Todo lo anterior, llevó al partido hacia la marginalidad. Sin embargo, fueron relevantes a la hora de zanjar las segundas vueltas presidenciales (Pregúntenle a Lagos).

 

Aunque por las reglas del binominal, los comunistas optaron por adherir a un pacto funcional con la Concertación, con objeto de ingresar al sistema político, es menester resaltar que esta última decisión responde, también, a una línea política definida en el pasado (amplias alianzas). No obedece solamente a las reglas del juego del sistema electoral.

 

Lo mismo ha ocurrido en el ámbito de las elecciones presidenciales. El PCCh en la mayoría de las veces ha decidido apoyar a un candidato ajeno a sus propias filas, para embarcarse en proyectos heterogéneos (tanto político como ideológicamente hablando), ya sea bajo el liderazgos de radicales, socialistas o democratacristianos. E incluso, la mayoría de estas candidaturas estaban en la periferia de sus principios fundacionales o programas.

 

Desde las elecciones de 1920 en adelante hasta 1990, el PCCh ha apoyado -a excepción de las candidaturas de Elías Lafferte del 31 y 32- las candidaturas presidenciales de otros partidos. Por lo tanto, ha adherido a diversos proyectos que -aunque no totalmente ajeno a su política- fueron distintos en cuanto a sus objetivos. La clave de este apoyo ha tenido por objeto impedir que la derecha llegué a gobernar. En segundo lugar, los comunistas han logrado, con dicha estrategia inclusiva, una respetable cuota de poder en los diferentes gobiernos a través de parlamentarios y ministros (incluso diplomáticos). La lista de ministro comunistas en gobiernos del siglo XX no es menor.

 

Como vemos, los intereses y estrategias de los comunistas chilenos hoy en día poco difieren de su historia política. No engendra un cambio radical, ni novedoso, que hayan decidido apoyar a un candidato como Bachelet (a cambio de unos cuantos cupos parlamentarios y cargos ministeriales). Es parte de una estrategia aplicada por décadas. Es lo que algunos han llamado el “pragmatismo iluminado” de los comunistas chilenos. Y con mirada retrospectiva, hay que concluir que les ha dado buenos resultados desde el punto de la acción política.

 

Insisto, no intento calificar si el apoyo del PCCh a Bachelet, y su pacto instrumental en las parlamentarias con la Concertación, es bueno o malo, sino simplemente desmitificar dicho apoyo y restar importancia a las voces que de alguna manera intentan otorgarle cierto hálito novedoso. Ni el PCCh ha claudicado a sus intereses políticos, ni se desplomará el sistema político de Chile por su inclusión al mismo.

 

 

 

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