México DF.- En entrevista con Clarín.cl Laura Restrepo (1950), escritora y periodista colombiana, habla de su nueva novela Hot sur: “Quería armar una trama fuerte, una estructura de thriller que atrape al lector y lo vaya llevando con la pasión de querer saber qué pasa con los personajes, pero al mismo tiempo quería registrar el privilegio de ver el quiebre de un sueño, una nube que se deshace en lluvia, ha sido sutil y a la vez poderoso el momento histórico que vivimos, la sensación podría estar clara en el tercer mundo, pero ahora en el primer mundo lo están viviendo con total intensidad, ninguna de las promesas del capitalismo se están cumpliendo: ni la democracia, ni la justicia, ni la igualdad, ni siquiera el techo o el trabajo, ni la salud, no se ofrece un futuro, viene una generación que no tendrá futuro dentro de ese marco”.
Autora de los libros: Historia de una traición (1986), La isla de la pasión (1989), Las vacas comen espaguetis (1989), En qué momento se jodió Medellín (1991), Leopardo al sol (1993), Otros niños (1993), Dulce compañía (1995), La novia oscura (1999), La multitud errante (2001), Olor a rosas invisibles (2002), Delirio (2004), Demasiados héroes (2009) y Hot sur (Planeta, 2012). Laura Restrepo reflexiona: “El libro se iba a llamar: Limpio, más limpio, limpísimo, pero los editores dijeron que era demasiado confuso, no sé si me sigue gustando más: Hot sur o Limpio, más limpio, limpísimo, porque la contraposición de lo limpio y lo sucio recorre toda la novela, porque es un tema con tremendas cargas de todo tipo: raciales, sexuales, sociales y éticas, para alguien lo que es limpio para otro puede ser asqueroso y viceversa, cómo se juzga al otro como sucio y lo propio como limpio”.
MC.- Laura, la protagonista de tu novela es colombiana, también encontramos personajes ecuatorianos, mexicanos, argentinos y dominicanos en Nueva York, ¿cómo te fue en la gira sudamericana al presentar Hot sur?
LR.- Vengo encantada, el continente está vivo, hay una pasión por la cultura, lo sientes por todos lados: en el debate político, Latinoamérica dio un giro a la izquierda muy interesante, con todo tipo de matices, algunos gobiernos con tropiezos, otros más cargados a la izquierda, en general se siente un interés por lo social que antes no había, de pronto ves grandes excepciones, pero todo en su conjunto le ha dado una vitalidad al continente que había perdido. Hay un debate abierto y está la pasión por la cultura, en Latinoamérica la presentación de un libro es todo un acontecimiento que vale la pena, la gente va, ha leído tu libro y hace preguntas, me encantó viajar por Sudamérica para presentar Hot sur.
MC.- ¿Había una intención latinoamericana al incluir personajes de todas partes?
LR.- Es una historia latinoamericana, estamos en condiciones de contar historias que no sean ni colombianas, ni mexicanas, ni argentinas, hay una aventura colectiva del continente, de alguna manera el hito fue la gran ilusión del norte, me parecía que nos había tocado el privilegio de vivir el momento en que un sueño se quiebra, eso es intangible, es una intuición, un olor en el aire, porque todavía no vemos el desplome de las estructuras materiales del Imperio para decir: esto se acabó. La hipótesis en la que se mueve la novela es la idea de que el cuarto de hora del Imperio se acaba en el momento que deja de ser el zoom de los anhelos y las expectativas del resto de la humanidad, eso estamos viviendo: la gente comienza a mirar hacia otro sueño; en mi reciente viaje por Latinoamérica lo sentí.
Quería armar una novela negra, una trama fuerte, una estructura de thriller que atrape al lector y lo vaya llevando con la pasión de querer saber qué pasa con los personajes, pero al mismo tiempo quería registrar el privilegio de ver el quiebre de un sueño, una nube que se deshace en lluvia, ha sido sutil y a la vez poderoso el momento histórico que vivimos, la sensación podría estar clara en el tercer mundo –porque siempre hemos sido marginales en el capitalismo, siempre hemos llevado la peor parte en el proceso de construcción del “sueño americano”-, pero ahora en el primer mundo lo están viviendo con total intensidad, ninguna de las promesas del capitalismo se están cumpliendo: ni la democracia, ni la justicia, ni la igualdad, ni siquiera el techo o el trabajo, ni la salud, no se ofrece un futuro, viene una generación –la que tiene tu edad- que no tendrá futuro dentro de ese marco.
MC.- El tema de tu novela es la identidad de los latinos en Nueva York, pero el hilo conductor es la limpieza y sus hábitos en diferentes culturas…
LR.- La limpieza era algo bien interesante para mí; creo que un libro debe tener muchas lecturas de lo contrario te queda muy plano, si tú agarras un libro y lo comienzas a leer siguiendo ese hilo, pero al mismo tiempo puedes cambiar de hilo para entrar a otra trama que va paralela. El libro se iba a llamar: Limpio, más limpio, limpísimo, pero los editores dijeron que era demasiado confuso, no sé si me sigue gustando más: Hot sur o Limpio, más limpio, limpísimo, porque la contraposición de lo limpio y lo sucio recorre toda la novela, porque es un tema con tremendas cargas de todo tipo: raciales, sexuales, sociales y éticas, para alguien lo que es limpio para otro puede ser asqueroso y viceversa, cómo se juzga al otro como sucio y lo propio como limpio. Para poder entrar en ese tema hice que “María Paz”, antes de caer presa, fuera encuestadora de hábitos de limpieza, eso le permitía entrar a las casas norteamericanas –cerradas normalmente para un indocumentado- y por otro lado su trabajo le permitía tener una especie de rasero, “María Paz” se volvió muy sensible a la limpieza –si bien las encuestas que hace son muy elementales y caseras: ¿usted lava sus medias?, ¿qué parte del cuerpo huele peor?, ¿qué productos utiliza para limpiar el baño?- “María Paz” comienza a hacer una tipología sobre qué es limpio y qué es sucio, eso me permitió explorar la suciedad en la sociedad norteamericana y la confrontación con el otro; quien es distinto –culturalmente y racialmente- cae en distintas categorías entre lo limpio y lo sucio, los presidentes norteamericanos han sido los grandes profetas de la suciedad, la categoría política por excelencia de George W. Bush se basaba en lo que según él estaba sucio.
Esa era una lectura interesante para mí, la visión de la limpieza según “María Paz”, en contraste con “Mandra X” –la dirigente de las prensas latinas en Manninpox- “Mandra X” basa en la suciedad el piso de dignidad que ella obliga o fomenta entre las presas…
MC.- ¿La suciedad como acto de resistencia?
LR.- Sí, “Mandra X” basa su resistencia en la defensa de la propia suciedad, eso para mí era interesante, retomé la vieja consigna anarquista: “mi hambre es mi amo”, cuando no se tiene nada más me aferro a mi hambre, es lo que no me pueden quitar, ellas en contraposición a la asepsia de la prisión, donde nada huele, donde no vuela ni una gota de polvo porque todo está perfectamente limpio y pulido; “Mandra X” reivindica los olores corporales, la saliva, la sangre, lo que es propio y no le pueden quitar en prisión; por ejemplo, los presos políticos en Irlanda recurrían a las huelgas de hambre y a las huelgas de mugre como una señal de identidad. El tema de la limpieza sigue recorriendo la novela hasta llegar al extremo de que el personaje “Sleepy Joe”, una especie de “limpiador social”, comienza diciendo que las cosas le parecen asquerosas, todo le huele mal…
MC.- La madre de “Sleepy Joe” rara vez se bañaba…
LR.- Exacto, la madre de “Sleepy Joe” nunca se bañaba, él tiene la sensación de que las cosas están sucias, termina haciendo sus crímenes rituales como una especie de limpias muy grotescas, desde luego es un misticismo frustrado, disparado para cualquier lado, pero ahí está el tema de la limpieza y la identidad ligado a lo sucio y a lo limpio.
MC.- Otro simbolismo de la identidad está en la máscara, por influencia de tu vida en México mencionas las máscaras de la lucha libre y el pasamontañas del Subcomandante Marcos…
LR.- Claro, mi novela comienza con el crimen de “Sleepy Joe” cuando le arranca la cara a un hombre, pero tiene que ver con el tema de quiénes somos cuando nos quitan el territorio. Fíjate, es un tema profundo para nosotros, desde el punto de vista literario también lo es, sin negar desde luego que el Boom latinoamericano produjo prodigios de escritores, pero también tenían la ayuda del territorio, ellos estaban creando territorio al definirlo, al poetizarlo, nos estaban entregando el territorio en el cual vivíamos, sin el Boom el territorio nuestro hubiera sido paisaje, con el Boom el territorio adquiere una identidad cultural y política poderosa; el territorio se pierde en la medida que entramos en una era de disolución de las naciones y los personajes de mi novela ya no tienen territorio, todos están ajenos ante sus propios países, Estados Unidos es un territorio ajeno desde el principio hasta el final, como “María Paz” cuando se despide dice: “adiós América, aunque me parece que nunca he estado aquí”, después de pasar en Nueva York toda su vida.
Hay una previa construcción de identidad sobre la base del territorio, éramos lo que éramos porque pertenecíamos a un territorio, luego se borra, ya el territorio no le da identidad ni siquiera a los futbolistas –pertenecen a un club, las selecciones nacionales van perdiendo interés-, en qué radica la identidad, dónde está la cara, por eso la pérdida de la cara también es un tema a lo largo de la novela y hacer que el lenguaje se convierta en esa especie de territorio, ese español que todos comparten, de ahí que la gran protesta en la cárcel fue cuando a las presas latinas les prohíben hablar en español ante sus familiares y amigos que las visitan.
MC.- Perdona por regresar al tema de la limpieza, pero al debatir los conceptos de sucio y limpio entre árabes y occidentales salió a relucir el término: “maktub” (lo que está escrito), una escritora-personaje, tu álter ego, reúne el testimonio de “Ian Rose”, ambos saben el final de la historia. Laura, ¿hasta qué punto “está escrita” la novela después imaginar a los personajes y sus circunstancias?
LR.- Me gusta que lo menciones, es la primera vez que en una entrevista mencionan la palabra “maktub” que está en toda la novela, es un juego, “María Paz” lo dice de manera espontánea, pero es cierto: la novela ya está escrita, está escrita por ella, por “Ian Rose”, por “Mandra X”, por “Sleepy Joe”, está escrita por los personajes ficticios de la novela, cuando una “autora-personaje” escribe la novela en términos de ficción ya está escrita, ahí está el jueguito que quería montar. Ahora tú me preguntas: ¿hasta qué punto está escrita?, muchísimo no está escrita cuando la voy escribiendo, es verdad que los personajes jalan y te van imponiendo su propia historia.
MC.- Presentaste algunas voces narrativas en forma de documentos: diarios, cuadernos y cartas, ¿cómo diseñaste la estructura de tu novela?
LR.- Soy muy meticulosa al momento de armar una estructura, yo no me animo a comenzar sin saber a dónde voy a llegar, dedico mucho tiempo para armar la estructura, la armo con fichas de colores, de forma muy visual, fichas de determinado color para distinguir una época, los personajes están delineados cada uno por su ficha de color; pero es mi punto de partida, luego te enfrentas a los personajes, en la medida que los vas conociendo “ellos” comienzan a tirar por su lado, a veces te equivocas, sucede con las personas en la vida real, solamente la convivencia cotidiana te permite conocer a la gente.
Tenía mi plan: “Sleepy Joe” hace tal cosa, pero de pronto el propio personaje te grita: “estás equivocada, fíjate bien porque esto yo no lo haría”, o te dice: “este no es mi lenguaje, yo nunca diría algo así”; ante una novela con tanta trama enveredada, con tanto plano temporal, los personajes comienzan a agarrar una dinámica propia y de pronto un personaje te desbarata todo lo demás, de pronto nada te cuadra; me pasó un poco con “Sleepy Joe”, no era un personaje que estuviera presupuestado desde el principio y “Sleepy Joe” comienza a jalar tanto que el primer capítulo se lo lleva él, me iba desbaratando lo otro al irle enredando la vida a las muchachas “María Paz” y “Violeta”, en determinado momento aparece “Sleepy Joe” metido en la casa de “María Paz” como hermano de su marido “Greg”, claro, no había pensado que al tener un marido viejo “María Paz” acabaría encantada por este muchacho fornido que es “Sleepy Joe”, “ellos” mismos te enredan la trama, eso te desploma la estructura y hay que volverla a armar. Nunca me había metido con el género de la novela negra, ni siquiera he sido muy lectora del género negro –conocía a los clásicos del género-, pero entiendo la fascinación de armar una trama con alguien que va matando, porque te impone una velocidad determinada y te obliga a resolver casi a contrarreloj una serie de problemas, porque ahí está “Slepy Joe” con la compulsión de ir asesinando y tienes que ir escribiendo a su ritmo, o salirle al paso para resolver lo que está haciendo, es un reto meter a un asesino serial en una novela, resultó interesante.
MC.- Quedé intrigado, confieso que estuve a punto de escribirte “alguna cosa” al e-mail que mencionas en Hot sur: algunacosa@gmail.com
LR.- (Risas), qué divertido. No abrí la cuenta de e-mail, es un asunto entre “Sleepy Joe” y “María Paz”.
MC.- ¿Cambiarías algo de tu novela?, ¿volviste a leer las 553 páginas de Hot sur?
LR.- Nunca vuelvo a leer mis libros porque inmediatamente comenzaría a corregir cosas, a cambiarle detalles, sería algo infinito. Prefiero la idea que siempre es muy agradable: la novela es del lector; conversaciones como la nuestra me devuelve una novela que ya no es la mía, es la tuya, tú haces énfasis en ciertas cosas: rescatas el “maktub”, tienes tu propia novela, hay cosas que no te gustaron tanto y las descartas, esa novela me entretiene más que la que yo escribí, es parte de la movilidad de la literatura. Ahora, ¿sentarme yo a leer las 553 páginas?, ¡no!, agarraría el lápiz y comenzaría a tachar, diría: cómo no se me ocurrió tal adjetivo, o por qué no le hice así, siempre se me están ocurriendo otras maneras, de hecho todavía pienso que me hubiera gustado más el otro título: Limpio, más limpio, limpísimo, es inevitable.
MC.- Entonces de escribir un adaptación cinematográfica de “Hot sur”, mejor ni hablamos…
LR.- No, de hecho las veces que se han vendido los derechos de mis novelas para el cine nunca he querido participar en el guión, porque entiendo que ahí es la historia contada de otra manera, por otra gente, mi trabajo ya está hecho. También son interesantes las carátulas de los libros, Mario, tú no sabes pero esta portada resultó tremenda: la eligieron en España y se la mandaron hacer a un artista alemán (Olaf Hajek), el día que conocí la ilustración descubrí que tumbó a mis perros y la pierna la vuelve leña, fue un mal presagio, después se murió mi mamá y el volcán Popocatpetl comienza a echar ceniza, menos mal que dibujó una matica de sábila que será la que nos salve de esta carátula. Un libro tiene vida propia, hay que dejarlo andar, punto final es punto final, a otra cosa mariposa.
MC.- Finalmente, ¿cuándo presentarás “Hot sur” en México?
LR.- El 5 de junio, a las 19hrs. en el Museo Rufino Tamayo, acompañada por el escritor Benito Taibo y por el periodista Javier Solórzano.