La jauja de Piñera se cae a pedazos con los más leves fenómenos de la naturaleza: bastó una lluvia de tres días para dejar al desnudo nuestra precaria situación de país subdesarrollado. En el Estadio Víctor Jara acaba de morir un indigente, como consecuencia del intenso frío y lluvia, que azotaron la zona central. Este país pretencioso en mostrar al mundo cifras de riqueza que no se condicen con la realidad de la mayoría de los chilenos, comienza a desmoronarse paulatinamente.
El Chile, centralizado en la capital, se hace cada día más insoportable: no hay año de este pésimo gobierno de Sebastián Piñera en que no surja una rebelión con protestas y tomas de caminos y puentes, en alguna provincia o ciudad de Chile – Punta Arenas, Aysen, La Araucanía, Copiapó, Calama, Freirina y ahora, Quellón – que marcan una larga lista de movimientos populares que exigen, no sólo la descentralización, sino también un país federal, en que las provincias y regiones puedan administrar los recursos que entregan al país y, a su vez, autogobernarse. Es evidente que, desde Santiago, los burócratas de los distintos ministerios de la monarquía electiva no puedan visualizar los problemas, necesidades, iniciativas y propuestas de los ciudadanos que viven en esos lugares.
La elección de consejeros regionales es un paso mínimo en la autonomía de las regiones si los intendentes no surgen del sufragio popular. En el Chile de hoy, el gobierno nacional es un calco de la monarquía a nivel central; el intendente, nombrado por el Presidente, no es más que una marioneta que recibe y ejecuta las órdenes emanadas del gobierno central. En las regiones los ciudadanos saben muy bien que el intendente carece de poder de resolución, razón por la cual, en todos los casos de conflictos han pedido parlamentar con el ministro del ramo respectivo y actuar en consecuencia.
La estrategia del gobierno de Piñera, para tratar los conflictos regionales no puede ser más torpe: se trata de prolongarlos en el tiempo y emplear la represión, como si las ciudadanas fueran injustas o desmedidas. El hecho es que las regiones no soportan más el Chile centralista y sus días están contados.
Actualmente es la ciudad de Quellón – situada al extremo sur de la Isla Grande de Chiloé – cuyo conflicto debido al fallecimiento de Verónica Cosme Delgado, es atribuible a errores de diagnóstico y a la precariedad del hospital respecto a la infraestructura y a la carencia de especialistas. Los vecinos de Quellón, agrupados en la Asamblea Social, decidieron, como protesta y demanda de mejores servicios de salud, tomar la ruta al norte bloqueándola con barricadas y vehículos.
Esta justa protesta pone al desnudo el descuido en que los últimos gobiernos mantienen la salud pública. Chile es el país de la OCDE – entidad dela que tanto se ufanan de pertenecer – con el menor presupuesto per capita en salud pública; el Estado financia, apenas, el 25% de la salud pública. Si en los hospitales y centros de salud Santiago hay carencia de especialistas, en regiones este problema se multiplica en proporción geométrica.
En Quellón, un bello lugar natural de veraneo – para el Presidente Piñera – no lejano de Tantauco, es una ciudad abandonada, comenzando por el hospital, de baja complejidad, muy lejos de buenos hospitales y centros de salud, ubicados en la capital regional. Los enfermos graves deben ser traslados por helicóptero que, en muchos casos, no están disponibles, con el consecuente peligro vital de estos ciudadanos, que están condenados por el solo hecho de vivir en zonas aisladas. En localidades rurales de la Isla de Chiloé, esta situación deviene apocalíptica.
El petitorio, presentado por la Asamblea Ciudadana, es justo y se centra en necesidades básicas para el tratamiento eficaz y oportuno en problemas de salud: laboratorio, operativo las 24 horas, con tecnólogo médico y paramédico; un helicóptero; equipamiento de Rayos X; unidad de diálisis; un ginecólogo permanente; especialidades básicas como anestesista, pediatra y cirugía; mayor presupuesto para farmacias. Estas demandas son mínimas y es de esperar que las autoridades de salud las resuelvan lo más pronto posible.
La Asamblea Ciudadana de Quellón ha puesto a la orden del día la necesidad de una verdadera revolución en nuestro sistema público de salud que, en la actualidad es indigno no sólo por el trato a los pacientes, sino también por los pocos recursos que invierte el Estado en garantizar la salud de calidad como un derecho inalienable. Mientras la salud, la educación y la vivienda estén entregadas al mercado sean “bienes de consumo” – como los definió Su Excelencia – y no un derecho que debe estar garantizado en la Constitución y que pueda ser exigido, judicialmente si es el caso, por cualquier persona que habite el territorio nacional, nuestro país seguirá en el marasmo, al cual nos ha conducido las políticas neoliberales del duopolio.
La nueva Constitución deberá definir a Chile como un país federal, donde las regiones elijan su propio gobierno, compuesto por intendentes y una Asamblea Regional, cuya función será fiscalizar los actos del Ejecutivo, en cada región.
Rafael Luis Gumucio Rivas
30/05/2013