Diciembre 3, 2024

El Banco del ogro filantrópico abusa de sus clientes

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Octavio Paz, gran escritor mexicano, llama al Estado “el ogro filantrópico” y, en el caso del BancoEstado fue más ogro que filantrópico. El sueño de José Manuel Balmaceda – de tener un banco estatal – se ha convertido, a través de los años, en una pesadilla que se comporta igual que los privados.

 

Los llamados autocomplacientes, en su mayoría empresarios que pertenecen a la Concertación – gerentes como Jaime Estévez, Oscar Guillermo Garretón, José Pablo Arellano, y otros, sostienen la teoría de que las empresas estatales no deben servir a los ciudadanos, sino que ser tan lucrativas como las privadas, usando sus mismos procedimientos. Con base en esta concepción de la rentabilidad, TVN dejó de ser del Estado para convertirse en un Canal igual que los privados, con la sola diferencia de que se reparten el Directorio los políticos del duopolio. El caso se repite en el BancoEstado – que se le borró, a propósito, la preposición “del”, a fin de poder usar la misma argucia que la Banca privada -.


En el caso del abuso contra los clientes del BancoEstado, que viene gestándose desde noviembre de 2004, los responsables son la plana mayor de los concertacionistas – devenidos en nuevos ricos – durante veinte de neoliberalismo “humanitario”: desde el año 2003 fueron presidentes del BancoEstado Jaime Estévez, del PS; Javier Etcheverry, del PPD; José Luis Mardones, del PS; en 2004 sumaron al Directorio los DC Genaro Arriagada y José Pablo Arellano; entre el 2005 y 2006, se sumaron al Directorio Vivianne Blanlot, del PPD, Nicolás Eyzaguirre y PPD, y Francisco Vidal, del PPD, y Álvaro Erazo, del PS. Este variopinto de personalidades constituye un verdadero guía de teléfonos del Arco Iris.


En el caso del abuso contra cuatro millones de ciudadanos, si sumamos La Polar, Cencosud y la colisión de las farmacias, sostener la teoría del “empate moral” constituye una cachetada repugnante a la ciudadanía y, en especial, a los clientes y consumidores. En este plano, la responsabilidad consciente del abuso recae tanto en el actual gobierno, presidido por Sebastián Piñera – ya va a completar cuatro años – como en los de Ricardo Lagos y de Michelle Bachelet; en definitiva, el bipolio Concertación-Alianza han mezclado la política y los negocios de forma similar, por consiguiente, mientras el pueblo no derrote a las dos plutocracias, los ciudadanos seguirán siendo abusados por unos y por otros, alternativamente.


La biografía de Jaime Estévez nos evita escribir tomos de historia política sobre la corrupción de algunos personajes concertacionistas: fue democratacristiano, posteriormente, cofundador del MAPU, luego diputado y presidente de la Cámara y, siguiendo a sus compañeros de mafia, pasó de Louis Althusser – comunista francés, que negaba el humanismo de Marx – a funcionario de los Luksic, a quien le prestó, por vía BancoEstado, unos cuantos millones de dólares, a fin de que pudiera adueñarse del 50% de las Acciones del Banco de Chile; premio, su patrón le concedió un lugar en su Directorio. Como ministro de Obras Públicas del gobierno de Lagos, estuvo relacionado con el Transantiago. Además, fue gerente de ENDESA, y hoy, presidente del club deportivo de la U. Católica; fue, según algunos comentaristas, artífice de la salida de Harold Mayne-Nicholls, de la presidencia de la ANFP y, por consiguiente, de la renuncia de Marcelo Bielsa, ganándose el odio de comentaristas deportivos e hinchas del deporte popular.


Afortunadamente, gracias a los estudiantes, la ciudadanía ha despertado de su letargo para impedir que sigan estafándola a mansalva. Los abusadores de ambas combinaciones duopólicas ya no tienen espacio, incluso la Corte Suprema, aun cuando se demore mucho y las penas sean muy bajas para delincuentes de cuello y corbata, al menos falla en favor de los abusadores. Sólo falta un solo paso: expulsar del poder a esta casta de negociante, cuyo único norte es seguir acumulando riquezas a costa de exfoliar a los ciudadanos y, para lograrlo, hay que usar el voto como una potente arma que la envíe “al basurero de la historia”, como decía Leon Trotsky, y esto ocurrirá “más temprano que tarde”, como lo dijo Allende.


Rafael Luis Gumucio Rivas

08/05/2013

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