Diciembre 5, 2024

Pablo Longueira, además de Laurence Golborne, ahora quiere comer rabanitos

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De carnívoro, Longueira se pasó a vegetariano: dicen las malas lenguas que, actualmente, sólo cena con rabanitos. Para los que no vivieron los años 70 lo de los “rabanitos” corresponde a los apelativos que se dedicaban a los comunistas por parte de la izquierda más radical – rojos por fuera y amarillos por dentro -. El anticomunismo de parte de la DC y de la derecha, en el caso chileno, es bien ridículo, pues los comunistas fueron los más moderados durante el gobierno de la Unidad Popular y, en la actualidad, forman parte de la Concertación y, resignadamente, reciben todo tipo de cachetadas “del payaso”, con la sola exigencia de lograr un puñado de diputados. Más institucionales que los comunistas no hay, y se pueden comparar con los integrantes de la orquesta del Titanic, en pleno naufragio.

 

Los franceses tienen un dicho, que considero bueno, para referirse a aquellos que se creen más de lo que en realidad son – en castellano quiere decir que “ellos se tiran pedos más alto que su culo”; esta sentencia cala muy bien en la imagen de Longueira -. Cuando estaba inspirado por su mentor, Jaime Guzmán, su “evangelio”, dirigido a engañar a los pobres a fin de convencerlos de que el fascismo católico los defiende mejor que los herejes marxistas – al fin y al cabo, el comunismo, por ejemplo, para el cura Osvaldo Lira, es una herejía del cristianismo – era más interesante su personalidad, pues se parecía a un Savonarola desfasado en el tiempo; con el correr de los años se convertido en un personaje muy aburrido.


Su actual discurso – lo llama “relato” – se basa en ideas tan torpes como el sostener que el gobierno de Sebastián Piñera es el mejor de la historia de Chile – el único que se la cree es el mismo Presidente, que se quiere postular para el año 2018 -. El desastre de este gobierno es visible hasta para el más ciego de los chilenos: todas las instituciones han perdido credibilidad – por culpa de las cifras manipuladas del INE no sabemos cuántos somos, ni qué inflación tenemos, entre otras lindezas. Por culpa del Servicio Electoral no sabemos cuándo se inscribieron, por primera vez, los candidatos a la presidencia – incluso en las últimas elecciones municipales estaba inscrito Salvador Allende, entre otros desaguisados -. ¿Quién va creer en la transparencia de las elecciones si las conduce el actual SERVEL? El periodista del programa de “viejos copuchentos”, Fernando Paulsen, creyó en los datos de este Servicio y lo está pasando pésimo. Por culpa de la CASEN tampoco sabemos cuántos son los pobres. Las revistas extranjeras especializadas se ríen a carcajadas de los números “tontilandeses” ignorando, tal vez, que hemos inventado una nueva forma de calcular.


En esta nueva etapa, Longueira capta que nos acercamos al fin de un modelo abyecto y éticamente insoportable, mantenido por la colusión entre la Alianza y la Concertación – los antiguos y los nuevos ricos, los oligarcas y los plutócratas -. Aterrado ante la visión del próximo “apocalipsis” Longueira, como el Cristo de Palo, comienza a transmitir que Michelle Bachelet, aliada a “los rabanitos”, nos van a conducir al fin de los tiempos, nada menos que cambiar la Constitución que equivaldría a decretar que la “biblia” es mentirosa y que el evangelio según “San Jaime” es apócrifo. Además, quieren terminar con el lucro en la educación, como si no fuera el punto esencial del desarrollo del capitalismo, según el “cardenal Jovino Novoa” – un genial escritor cristiano, se cree muy superior a George Bernanos – y, para rematarla, los muy mentirosos quieren terminar con la desigualdad, dejándonos sin “hombrecitos” que nos saquen las hojas del jardín en otoño, que nos arreglen el calefón…y mujercitas, muy dóciles, que nos preparen la comida y que cuiden a los niños, porque tergiversando a Cristo, “siempre habrá un rotito entre nosotros”.


Quienes conocen un poco el Opus Dei saben que su doctrina pregona que cada persona debe hacer bien su trabajo: las empleadas domésticas, empáticas con sus patrones y casi perfectas en las tareas del hogar; lo mismo para los demás empleados del hogar, la parcela o el fundo. Así llegarán a santos como Fray Andresito y San Martín de Porres.


Es cierto que este sonso discurso del renovado Longueira, que de patrono de los pobres ahora se ha convertido en un gran estadista de derecha, le va a servir mucho para aglutinar a los fanáticos de la UDI; en las fotos actuales lo acompaña el “Obama rubio”, el diputado Kast, que es el más fanático de la UDI. Este Partido, además, cuenta con más “soldados” que RN, en consecuencia, en primarias, con mucha abstención, puede ganarle a Andrés Allamand, pero si saliera elegido, deberá ganar votos democratacristianos y cambiar el discurso de Vásquez Mella, por el de Emmanuel Mounier – pasar de Juan Pablo II a Francisco -.


Rafael Luis Gumucio Rivas

07/05/2013

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