Es cosa pública y bien sabida que el gobierno de EU (y los gobiernos de varios países europeos, señaladamente el de España) destina abundantes recursos económicos a la creación y fomento de grupos opositores al régimen cubano. Son del dominio público desde muchos años atrás estas asignaciones monetarias que se realizan por medio de la Oficina de Intereses de EU en La Habana.
Y es también del dominio público que el propio Presupuesto del gobierno estadounidense establece una asignación de 20 millones de dólares anuales para sostener económicamente la vida, bastante artificial, de esos grupos opositores.
Pero no son igualmente públicas ni tan conocidas las formas que asume la distribución ya en suelo cubano de aquellas significativas asignaciones monetarias. Hasta que, como ha ocurrido ahora, se destapa un pequeño escándalo de corrupción en el minúsculo y tristemente célebre grupo denominado Damas de Blanco.
De acuerdo con información de la corresponsal en La Habana del diario Russia Today, María Stárostina, cuatro mujeres aún pertenecientes a ese grupo, y tres señoras más que han dejado de participar en él, denuncian el reparto inequitativo de las sumas recibidas desde el extranjero por las Damas de Blanco.
Mas al denunciar a sus compañeras o ex compañeras, se desnudan a sí mismas. Las siete mujeres se quejan de que la nueva dirigente, Bertha Soler, redujo la asignación pagada a cada dama por cada una de las marchas dominicales de protesta. Antes, cuando la dirigente mayor era Laura Pollán, ya fallecida, la asignación por marcha era de 30 dólares, en tanto que ahora es de sólo 15 dólares.
A este tipo de prácticas mercenarias, en México se le llama acarreo, y a los marchantes o protestantes se les designa acarreados. Acá se les entrega una torta, un refresco, algunas monedas y promesas, a veces cumplidas, de dotar al marchante, mayoría de mujeres entre ellos, de un terreno o de una vivienda, conseguidos precisamente para esos efectos por el líder o capo de la agrupación política convocante a la marcha.
No todas las marchas, protestas o manifestaciones, desde luego, siguen este patrón de conducta. Suman en México millones de personas, en general trabajadores, que participan en esos actos cívicos y políticos por convicción. Es el caso, verbigracia, de los millones de simpatizantes y seguidores de Andrés Manuel López Obrador. O es el caso igualmente de los estudiantes universitarios que tradicionalmente encabezan o secundan diversas expresiones de la lucha social. Y es el mismo caso de los maestros y de otros gremios democráticos que combaten el corporativismo sindical llamado en México charrismo.
Curiosa y coincidentemente, las denuncias de corrupción y abuso de las siete señoras cubanas se da en los momentos (23 de abril de 2013) en que el Parlamento Europeo, crema y nata del imperialismo del Viejo Mundo, ha entregado a las Damas de Blanco el premio Sájarov (hágame usted el favor) a la “libertad de conciencia”: protestantes a sueldo del extranjero premiadas por una libertad de conciencia, como se ve, inexistente o, al menos, en venta o en alquiler.
El pleito interno de las dichas Damas se hace visible porque, otra vez curiosamente, el citado premio consiste en la entrega de 50 mil euros, aproximadamente unos 60 mil dólares. Y 60 mil dólares, con los que se queda doña Bertha Soler, es mucho dinero comparado con los 15 dólares que la jefa entrega a cada participante por marcha dominical.
Lo importante no es, desde luego, el pleito de comadres por dinero. Lo central es que la opinión pública cubana y de otros países sabe, por informaciones periodísticas y por confesión de algunas de las propias Damas de Blanco, que éstas fueron, son y siguen siendo un grupo mercenario.
· Economista y profesor de Economía Política. Fundador y director del Centro de Estudios de Economía y Política. De Mèxico.