Diciembre 4, 2024

Hacia la subversión ética y democrática – III: recursos creativos imprescindibles

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Creación de un código para la evaluación ética y moral de la gestión política: Durante 40 años quienes detentan el poder han podido actuar impunemente en la escena política y económica, imponiendo primero por la fuerza de las armas y luego por la de su propia legalidad constitucional, su odio de clase, su desprecio por la vida y los derechos humanos de otros, su codicia sin límites, su absoluta insensibilidad social, su espíritu de casta y su evidente subdesarrollo en el terreno de la ética y la moral, aspecto distintivo de su idiosincracia y de su política. Tampoco podría ser de otra manera. Un régimen político surgido del crimen y la ilegalidad, lleva en su esencia y en su impronta las falencias éticas que le dieron origen y consecuentemente, su pensamiento y su política de gobierno no hacen más que reproducirlas y multiplicarlas.

 

 

En el Chile de hoy, tal reproducción se hace patente en la existencia de una Constitución ilegítima, en un sistema electoral fraudulento, en la desigualdad social, en la educación mercantilizada, en las Isapres, en las AFP, en la opresión laboral, en el desprecio por las demandas sociales, etc. etc. Y, por cierto, en los escándalos de abuso económico y de corrupción que se suceden unos a otros con sorprendente regularidad. Estas formas de gobierno son la consolidación de una ética política ajena a todo cuanto enaltece al ser humano, ajenas a todo criterio de justicia social. Para colmo de males, la calidad moral nefasta que la clase política ejerce frente a la ciudadanía, se extiende hacia todas las capas de la sociedad, convirtiendo a ésta en un virtual “pudridero” social, como lo hemos llamado en algún artículo.

 

Por otra parte, la sociedad en general padece del vicio analítico de creer o pensar que todo aquello que ocurre en la esfera política y social surge y se resuelve exclusivamente en ella y que no posee relación alguna con valores y principios de carácter esencialmente ético y moral y por ello, este aspecto de las cosas permanece siempre en la penumbra o en un segundo y tercer plano. Lo cual favorece directamente a quienes tienen la sartén por el mango en términos de poder político, incluso a sus adversarios, pues aparta a todos ellos de la necesidad de dar cuenta de sus actos a sus propias conciencias o a la de los ciudadanos. No existen guías u orientaciones de carácter ético y moral -elaboradas y sancionadas por la ciudadanía- para actuar políticamente. Por todas estas razones, comprenderemos por qué el clima para el abuso, la injusticia y la corrupción imperan.

 

Instrumento pedagógico

 

Es justamente en este terreno de nadie, donde surge la posibilidad de creación de un recurso extraordinario para la lucha ciudadana en contra de los lobos del presente o del futuro, cualquiera que fuese su inspiración ideológica, particularmente, en contra de aquellos que operan impunemente en los ámbitos del poder. La idea es del todo simple, pero puede tener grandes efectos en la vida política y social del país. Se hace indispensable la elaboración a nivel ciudadano y popular, -no oficial- de un “manual o código ético para el ejercicio de la política, del servicio público y la construcción del Bien Común”. No es éste su nombre necesariamente, pero la enunciación revela su contenido. Es incomprensible que existan código éticos para el ejercicio de diversas actividades profesionales, pero no para quienes ejercen la más importante función en cualquier sociedad: los políticos.

 

En este caso, postulamos la redacción por la propia ciudadanía ( o de quienes ella designe, tal vez de alguna entidad académica) de un conjunto de principios y enunciados doctrinales, destinados a enmarcar el quehacer político de los ciudadanos en todos los niveles de la sociedad desde el punto de vista valórico. No pretendemos un tratado con los textos de Max Weber u otros teóricos de la ética filosófica, sino un manual práctico para la comprensión de la política en lo que concierne a las responsabilidades morales y éticas de los ciudadanos, de los partidos políticos, de las autoridades, de los poderes del Estado, del régimen político.

 

No se tratará de un documento de enunciados administrativos, judiciales ni penales, sino de un compendio básico de conceptos, normas, juicios y lineamientos de carácter ético y moral adecuado para calificar la actividad político-social y de quienes la ejercen. Su contenido se desarrollará partir de ciertos ideas fundamentales como: soberanía, ciudadanía, democracia, derechos humanos, igualdad social, calidad de vida, Bien Común, transparencia, etc y su objetivo será capacitar a los ciudadanos para evaluar de qué manera lo justo, lo racional y lo ético, se hacen efectivos o no en la práctica política y en la vida ciudadana.

 

Aquí, el ciudadano común podrá obtener claridad y precisión acerca de los conceptos enunciados, su significación, su implicancia y sus proyecciones en el juego político, analizado todo ello desde sus relaciones de carácter ético y moral. Podrá encontrar allí respuestas simples o complejas, a las interrogantes que le asaltan cuando desea comprender de modo autorizado los hechos y fenómenos de la vida política y social. Su importancia no tiene una dimensión solamente ética, sino se dirige también a calificar la función y el comportamiento de los representantes políticos y de los funcionarios de los poderes del Estado, con vistas a la construcción del Bien Común y a la observancia y resguardo de los intereses de carácter nacional. Al mismo tiempo puede otorgar una gran ayuda orientadora a quienes cumplen funciones de operadores políticos en todos los niveles. La Nación carece de un documento semejante y pensamos que éste es -siempre ha sido- una necesidad absoluta para asegurar el desarrollo auténticamente recto, transparente, constructivo y democrático de ella.

 

Instrumento de lucha

 

Hay que comprender que la sola enunciación de conceptos como “ética” o “moral” aplicados a la función política, pondrá en pánico al universo de los lobos y pronto comenzará éste a tomar medidas de protección o de descalificación de la “peregrina” idea. Sin embargo, ninguna medida en contra de ésta estrategia podrá tener efecto alguno, pues ésta es una iniciativa a realizarse al margen del sistema. Los lobos pueden -pueden, repito- ser desnudados y aún, derrotados, de manera pacífica y democrática, por medio del ataque frontal y contínuo de la ciudadanía a su flanco más débil: el moral. Salvo la irracionalidad absoluta, carecen allí de toda posibilidad de defensa. Es precisamente por eso que han necesitado recurrir a la tiranía armada primero y a la tiranía constitucional después, para imponer al país un modelo político y económico que sirve a su exclusivo beneficio. De otro modo les es imposible ocultar lo nefando de su idiosincracia y de su conducta social.

 

Un código de carácter ético y moral que ponga al trasluz el pensamiento y la conducta de quienes ejercen el poder y el servicio público, es un recurso indispensable para disminuir y ojalá eliminar del todo las tinieblas, las ambiguedades y la confusión interesada en materia de moral, transparencia y rectitud ciudadana. Éste ha de ser un instrumento de lucha de la ciudadanía segregada y por tanto debe concretarse desde fuera de las instancias del sistema. También debemos tener claro que la sola existencia de un código ético, no resuelve todos los problemas que en esta materia se presentan en la vida política de un país, pero ello no disminuye en absoluto su significación pedagógica y normativa. Su importancia consiste en ser un primer paso hacia la restitución de la ética y la moral en la vida política y social del país. Es la ciudadanía misma la que debe acordar cómo será utilizado y aplicado en la observancia y control de la gestión política. Existen muchos modos de hacerlo y operando con él aún desde afuera del sistema ha de adquirir una enorme repercusión e influencia en la vida política y social del país.

 

La discusión, aprobación e implementación de este proyecto puede tener naturalmente dificultades prácticas, pero éstas no son, en absoluto, insalvables. En realidad, todo es mucho más simple de lo que parece, Deben ser los mismos ciudadanos quienes gestionen el proceso de hacerlo realidad y su elaboración debería ser materia de estudio y debate ahora mismo, en distintos ámbitos y coordenadas de la vida nacional, pues es un factor esencial y básico para la edificación de una nueva manera de hacer la política, no menos, para la elaboración posterior de una nueva constitución política. En el momento oportuno, ambos documentos deberían constituirse en los más importantes documentos cívicos de una nueva y constructiva vida republicana y democrática.

 

He aquí un inestimable recurso creativo para la subversión ética y democrática. §

(Continúa)

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