Diciembre 12, 2024

La tarea de Nicolás Maduro

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El candidato Nicolás Maduro es el heredero nominado por el propio comandante Chávez como continuador de la Revolución Bolivariana. Su primer triunfo es que haya sido reconocido en el chavismo como legítimo sucesor. Su segundo logro es ser reconocido por su propio pueblo este domingo 14 de abril en las urnas.

 

 

Es cierto, Maduro no es el comandante Hugo Chávez y está lejos de poseer su carisma y sus dotes de orador, tal como él mismo lo ha reconocido en público, pero, posee méritos propios que nadie puede desconocer. El triunfo parece cierto y próximo, el desafío de proyectar esta revolución es la próxima tarea que deberá enfrentar este gobierno en los años venideros.

 

La revolución inspirada en Bolívar y construida por Hugo Chávez Frías como personaje central no puede ser la misma tras su deceso. Sin embargo, el líder revolucionario ha confiado en Maduro como el hombre capaz de administrar su legado, sin dejar lugar a dudas. El compromiso de Maduro con los principios revolucionarios unido a su espíritu pragmático lo convierten, en efecto, en un político sensato y astuto a la hora de llevar adelante los destinos de la Revolución Bolivariana.

 

Hay que reconocer que ocupar el lugar del comandante Chávez es de esas tareas casi imposibles, en las que a lo único que se puede aspirar es a hacer un papel digno. Sin embargo, y contrariamente a lo que se dice habitualmente, Maduro está en un severo proceso de aprendizaje. Todo aquello que estaba garantizado por el líder natural de la revolución, debe ser asumido ahora por su sucesor y en un balance preliminar de esta campaña presidencial habría que decir que, hasta aquí, el papel de Maduro ha sido consistente y promete un triunfo en los próximos comicios por un margen significativo.

 

El papel de la oposición no ha estado a la altura. El candidato Henrique Capriles ha logrado unificar a la oposición de derechas, pero no ha sido capaz de desacreditar un proyecto histórico y político señero en toda América Latina. Los esfuerzos de la oposición venezolana por ensuciar el legado de Hugo Chávez han sido infructuosos y contraproducentes. Pareciera que, finalmente, Chávez no se equivocó, Maduro ha demostrado capacidad de conducción y liderazgo. Es verdad que no posee las dotes ni la “magia” del fundador de la Revolución Bolivariana, pero ha sido muy hábil a la hora de gestionar y administrar la herencia simbólica y política de su mentor.

 

La Revolución Bolivariana es, finalmente, un proyecto histórico de todo un pueblo, se trata de forjar un destino de dignidad nacional. En este sentido, Chávez al igual que Bolívar ha señalado un camino que debe ser construido colectivamente, tal es la enorme herencia del comandante, tal es la grandeza de esta revolución que observan con atención los pueblos de nuestra América. Nicolás Maduro tiene plena conciencia de ser el portador de una voluntad popular y eso es el mejor mérito al que puede aspirar el líder de una verdadera gesta revolucionaria en pleno siglo XXI.

 

*Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. ELAP. Universidad ARCIS

 

 

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