Diciembre 3, 2024

Bachelet: Tiempos y Pautas

bachelet_2012__

 bachelet_2012__1.- Corta memoria. Desde la campaña del 2005 se sabe que Michelle Bachelet maneja sus tiempos en un sentido propio, que no son necesariamente los tiempos de la clase política o de los medios de prensa.

 

 

“En marzo hablamos” y “marzo tiene 31 días” son frases de la Presidenta análogas a otras usadas en otros momentos, con el denominador común de imponer un calendario a partidarios y detractores. Todas y todos preocupados de las fechas que la doctora planteó. La sociedad, la gente, es la que de manera más natural y sin histerias ha tomado los tiempos propios de Bachelet. Tiempos que ella fija, por cierto, con tácitos propósitos políticos. Algo que también irrita en las filas propias y las ajenas.

 

2.- Ocurre algo similar con las pautas de agenda, de improntas, de hitos, de contenidos, que ella maneja. La habilidad ha consistido en equilibrar los tiempos propios con las pautas propias. Al punto que, de hecho, pautea a los demás y remueve las agendas de partidarios y opositores. En el último tiempo, sus anuncios de salida de ONU/Mujeres o de sus decisiones político/personales, fueron pautas diseñadas con discreción pero también con un sentido de oportunidad que refuerza su propia agenda. Por ello, entre otras cosas, parte de la campaña de la derecha apunta a exigirle pronunciamientos y decisiones para que Michelle Bachelet se salga de su agenda, de sus tiempos y de sus pautas. Uno de los postulantes a la Presidencia de la República afirmó que ella es candidata pero sin contenido, por el hecho de que no se le conoce su programa en la actualidad. Ocurre que, por cierto, la pauta de Michelle Bachelet es quizá la más dispar o la más diferenciada de todas las demás candidaturas, casi todas cruzadas por un sentido de urgencia que la Presidenta no tiene. En esto también es la ciudadanía la que se toma las cosas con calma y, según los sondeos y análisis de opinión pública, la gente no está urgida de conocer ahora el programa de Bachelet.


3.- Todo ello tiene un sentido de relatividad. Porque hay calendarios formales que Bachelet debe cumplir como la inscripción para las primarias de la oposición y la fecha de las primarias mismas. Y hay momentos políticos en que la pauta debe exteriorizarse.


4.- Se vuelve a repetir el plato en torno de Bachelet con especulaciones, falsos o pretendidos voceros, elucubraciones, instalaciones de tesis, fijación de misterios, repeticiones de teorías, manejo de términos como “el secretismo”, “según el círculo cercano”, “el equipo bacheletista”, al grado de que los medios conservadores promoviendo dichas prácticas hacen enganchar a notables partidarios de la Presidenta, como cuando personeros del PS se pusieron a comentar “el estilo” del “secretismo”. Desde 2005 que Michelle Bachelet es blanco de variados sectores en cuanto a sus estilos y formatos. La revisión de la prensa entre 2006 y 2007 lo evidencia claramente. El periodista Manuel Cabieses lo sintetizó en la portada y editorial de la revista Punto Final con la frase “Femicidio Político”.


5.- Los factores de tiempo, pautas, estilos, formatos tienen un tremendo efecto político y comunicacional. Sin embargo, lo determinante son, en efecto, los contenidos y las propuestas. “No se gobierna con las encuestas” es una sentencia clara. En ello la construcción del programa de una candidatura de Michelle Bachelet o, mejor dicho, de un futuro gobierno de la actual oposición que ella lidera (y que podría incluir al Partido Comunista y otros sectores de la izquierda) es trascendental. Pareciera que ya hay asomo de ello si se consideran los encuentros que vienen realizando los centros de estudio ligados a las colectividades opositoras, como Igualdad, Chile 21, Ical, etc, junto a destacados profesionales e intelectuales y con participación de organizaciones sociales. En esas reuniones han participado personas que trabajaron o trabajan cerca de Bachelet y se les conoce su lealtad a la doctora. En esas reuniones se establecieron “ejes programáticos” como “cambios a la Constitución”, reformas tributaria, laboral y electoral, desarrollo de las Regiones y protección del medioambiente, “nuevo Estado y nuevo modelo de desarrollo”. Distintos dirigentes ya indicaron que en la oposición, por ejemplo, hay acuerdo en temas tributario, educación y fin del binominalismo. ¿Le dará la espalda Bachelet a todo eso? Todo indicaría que, por el contrario, quienes deseen tener alguna idea de sus contenidos, ya tienen señales de por donde irían las cosas.


6.- Ese puede ser un primer círculo programático. Pero en el debate instalado se abre un  segundo círculo, con temas quizá de no primera línea pero que responden a sensibilidades de segmentos de la sociedad y a realidades contemporáneas. Temas de derechos reproductivos, aborto terapéutico, derechos indígenas, derechos civiles de matrimonios gay, pluralismo informativo y comunicacional, recuperación parcial o total de recursos naturales o aumentar los marcos regulatorios y de recuperación financiera (cobre, litio, agua, pesca, etc.), legalización del consumo privado e individual de la cannabis, son reivindicaciones sobre las cuales se le exigirá pronunciamiento a Bachelet. Por lo demás, son puntos que tomaron en sus manos otros candidatos y que los pondrán en contrapunto comunicacional con la Presidenta, lo que podría abrirle un flanco. Un factor quizá más ponderable, es que esos temas de un segundo círculo programático, son claves en la diferenciación con la derecha y el conservadurismo pero, sobre todo, en el sentido que tendría un real “nuevo gobierno” del progresismo y la izquierda y un camino de reales y profundos cambios en el país.


7.- La amalgama de las propuestas del primer y segundo círculo programático apuntarían al sello y la impronta de un posible futuro gobierno liderado por Bachelet y ahí estaría la respuesta -aunque no total- al cuestionamiento de que será “más de lo mismo” o un “continuismo concertacionista”. Apuntaría con más consistencia a representar el imaginario, la sensibilidad y el programa transformador de la centro/izquierda. Con esos ejes programáticos y esos elementos de transformación en esa diversidad de ámbitos, se estaría ofreciendo un avance democratizador y un progreso social, laboral e institucional. Pareciera que si fija los ejes en el continuismo ornamentado de las políticas concertacionista, que es lo que muchos denuncian, dará entonces lo mismo lo que haya hecho con los tiempos y las pautas…aunque gane la elección. Ya varios personeros políticos y analistas han planteado que al próximo gobierno se le vendrá una avalancha de demandas sociales (legítimas por lo demás), que hay enorme expectativa con Bachelet y que la gestión -que tiene apellido: transformadora- debe iniciarse de inmediato porque cuatro años son pocos. Parece claro que si no hay respuestas, la Presidenta arriesgará ya no un juicio legal por sus decisiones ante un tsunami, sino un juicio social por un tsunami popular y ciudadano.


8.- Ciertamente que en ese cuadro, se le vendrá encima la derecha con todo. Un editorial de La Segunda daba cuenta de eso, desde el título: “Un camino ‘realista’ para Bachelet”. Ahí se planteó -haciendo eco de un sentimiento de la derecha y sectores más conservadores- la tesis de la contradicción entre “una agenda progresista pero no extremista”, “jugarse por un conjunto acotado de cambios”, y divergencias que podrían surgir con planteamientos formulados por el movimiento social y liderazgos de la izquierda y los jóvenes.


9.- Claro que Michelle Bachelet no lo es todo ni lo será todo. Está el movimiento social, sindical, estudiantil, medioambiental, indígena y regional. Rondan los partidos políticos y sus directivas que, en su mayoría, mantienen a los de siempre. Está la derecha al asecho. Los factores económicos, las crisis financieras internacionales, la relación con los dueños del capital, las presiones y campañas de los medios conservadores oligopólicos, los vaivenes de la correlación de fuerzas en Latinoamérica, el vínculo con los poderes extranjeros, las tensiones o distensiones con las naciones fronterizas. Y algo determinante; las mayorías que se configuren en el Parlamento y el manejo de los porcentajes para sacar adelante los proyectos. Está claro que la derecha se opone desde ya a casi todas las reformas que levanta la centro/izquierda: si la derecha logra una mayoría o una cantidad consistente de parlamentarios, más difícil para Bachelet pero, sobre todo, para la concreción de los proyectos que tienden a modificar situaciones electorales, laborales, sociales, educativas, medioambientales, entre otras.-

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