Diciembre 7, 2024

Actualidad del capitalismo neoliberal: Europa y Chile

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 Trastabilla y se desinfla la acusación opositora contra H. Beyer. ¿Cómo se explica que la oposición concertacionista no pueda hacer bien su trabajo? El caso nos permite ver que las dos coaliciones en el Estado se complementan en sus opciones — aunque de manera tortuosa— y coinciden en la misma racionalidad o modus operandi. No son racionales en el sentido de que lo sea mantener el lucro en la educación y mercantilizar el conocimiento, sino todo lo contrario, son irracionales.

 

 

Lo sabemos, pero “racionalidad” en el sentido que se impone una misma lógica normativa aplicada desde el Estado hacia la economía y la vida social en su conjunto. Es la implacable lógica del capitalismo neoliberal que actúa para mantener lo que se ha hecho para mercantilizar y lucrar con todo.

 

Ya lo hemos visto. Quienes como la Concertación consolidaron el neoliberalismo desde el Estado, la política y la ideología y le hicieron la vista gorda al lucro en la educación universitaria, puesto que sus propios correligionarios eran parte del negocio, no pueden deshacer lo hecho. Son torpedeados de adentro.

 

La razón. Las elites concertacionistas interiorizaron el discurso y la práctica privatizadora e individualista de los “Chicago boys” (les vendieron el alma) pero fueron más allá: construyeron instituciones para tal efecto y hoy las defienden (Enrique Correa en Icare). Estas produjeron un ethos y subjetividad neoliberal. Así legitimaron ideológicamente las leyes del mercado y la ganancia, con ayuda de los medios tradicionales. La cosa es que actuaron como neoliberales y pese a los aspavientos siguen pensando como neoliberales. Por eso son incapaces ahora de actuar como demócratas, con convicción y deshacer lo que aprobaron, justificaron y cimentaron.

 

La iniciativa de la oposición en la Cámara de acusar constitucionalmente a Beyer no fue respaldada por un grupo de ex ministros de Educación de todos los gobiernos de la Concertación. “Acusar a Beyer de algo que la Concertación no fue capaz de hacer tiene algo de hipócrita”, afirmó el presidente del PPD, Jaime Quintana (éste siempre fue reacio a las demandas estudiantiles). Lo siguieron en la misma postura José Joaquín Brunner, Sergio Bitar y también Escalona, con un par de “señales”.

 

“Es un error político que agudiza las diferencias y no resuelve el problema del lucro en la educación”, es el subterfugio utilizado por Mariana Aylwin, empresaria del negocio educativo. “Creo que como Concertación tenemos que hacer un gran mea culpa en esa materia”, dijo el ex alcalde de Peñalolén, y precandidato DC, Claudio Orrego.

 

Andrés Velasco, el ex ministro de Hacienda de M. Bachelet es el más coherente en este plano. Sigue siendo fiel al credo neoliberal y no se enreda en las falacias. Se opuso a desgravar las pensiones de los jubilados y hoy considera que la acusación constitucional contra Beyer no tiene sentido porque afectaría la legitimidad del mercado educacional.

 

Tal actitud concertacionista se contrapone a las certezas que en el curso de estos años han venido instalándose en la nueva subjetividad de lucha o percepción de amplios sectores sociales que se movilizan: queremos salir del modelo y para eso hay que desmantelar la institucionalidad neoliberal. Es la gratuidad de bienes comunes, contraria a la lógica del lucro la que plantea con fuerza y elocuencia el movimiento estudiantil. Es el camino a seguir.

 

Conviene hacer una analogía histórica de nuestra situación con lo que sucede hoy en Europa donde el neoliberalismo se instala aprovechando la crisis capitalista. En una reciente entrevista, Susan George (1936), consagrada politóloga y analista norteamericana, presidenta de ATTAC mundial, se refiere en estos términos a la “crisis europea” que se agudiza después de las decisiones de la Troika (Banco Europeo, FMI, Unión Europea) en Chipre. A las preguntas del periodista sobre el carácter de la crisis, ella responde:

 

No. La sociedad, no es responsable (no ha vivido por sobre de sus posibilidades). Estamos sufriendo una estrategia ideológica que busca acumular el poder y el dinero en unas pocas manos. Es la puesta en práctica del puro neoliberalismo.

 

Hay dos formas de responder a esa cuestión y de entender cómo hemos llegado hasta aquí. Por un lado está el punto de vista de los economistas norteamericanos Paul Krugman y Joseph Stiglitz, que ven las políticas europeas como una locura. Stiglitz cree que es una medida suicida que los europeos no puedan trabajar y ambos consideran que estas políticas se enmarcan entre la estupidez y la ignorancia. Pero yo creo que los que nos gobiernan no son nada tontos. Han elegido servir a los intereses de los bancos y la llamada clase elitista de Davo (los grandes poderes económicos e industriales).

 

-Pero se está gobernando de una forma muy dura…

 

-Las políticas que se están llevando a cabo son muy crueles con la sociedad. Me han dicho que los griegos están siendo tratados como ratas de laboratorio para ver cuánto castigo pueden aguantar. Los que gobiernan piensan: “Vamos a hacer un experimento científico y vamos a juntar a un montón de ratas en una determinada situación. Veremos qué pasa si no reciben suficiente comida, si no reciben atención si están enfermos y ven morir a sus ratitas bebé. Experimentemos: ¿Habrá una revuelta de las ratas? ¿O no?”. Creo que ellos saben lo que están haciendo. Además hay un componente ideológico, por supuesto. Lo que no se puede hacer es seguir reduciendo la economía y luego lamentar que no hay crecimiento.

 

-A los españoles nos dicen que la austeridad es la primera piedra para reactivar la economía…

 

-Es absurdo. Está demostrado, y corroborado por el propio Fondo Monetario Internacional, que la austeridad provoca más desigualdad social, depresión y alarga la crisis.

 

-¿Tenemos que seguir hablando de crisis?

 

-Yo creo que ya no se le puede seguir llamando crisis, porque la propia definición de la palabra establece una época con principio y fin. Es un capítulo más de la lucha de clases que está en marcha, aunque la gente ahora no utiliza ese vocabulario.”

 

Conclusión: los chilenos después de 40 años de neoliberalismo quieren cambiar las instituciones neoliberales. A los europeos se las están imponiendo. Las clases dominantes, dueñas del poder y la riqueza, los encaminan hacia el mundo de la explotación, los tratamientos shock, los planes de ajuste, los bajos sueldos, las malas pensiones, los recortes en los programas sociales, en educación, vivienda y salud, en Grecia, España, Portugal, Francia, Italia, Chipre. Los gobiernos socialdemócratas se convierten al mismo credo.

 

Como en Chile. En ambas situaciones para salir del neoliberalismo la movilización social es el camino y, por supuesto, los ratoncitos no deben elegir más a gatos para que los gobiernen. Sean del color que sean. Porque en la noche neoliberal todos los gatos son pardos. Es en medio de la oscuridad del capitalismo neoliberal salvaje donde comienza a resplandecer el nuevo socialismo que habrá que reinventar y que nada tiene que ver con los viejos modelos burocráticos y sus partidos tránsfugas.

 

 

 

 

 

 

 

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