Diciembre 13, 2024

Sebastián Piñera: ¿yeta o incapacidad?

piera_islaorrego

 piera_islaorregoCuando un gobierno fracasa estrepitosamente – como es el caso del actual – algunos lo pueden atribuir a la yeta – mala suerte – o, como ocurre en verdad, a la incapacidad.

 

En la historia latinoamericana han existido varios gobernantes con este sino y en las celebraciones del Centenario hubo dos Presidentes de la república con estas características: el argentino José Figueroa Alcorta quien, en 1908, cerró el Parlamento de su país, y el chileno Pedro Montt que, según el escritor Joaquín Edwards Bello, “tenía cara de sepulturero”.


En Chile, tanto Pedro Montt como Sebastián Piñera vivieron sendos terremotos durante su gobierno; en el caso del primero, en 1906, en Valparaíso, y el segundo, el 27 de febrero de 2010, pocos días antes de asumir el mando. Pedro Montt – un presidente autoritario, quien como candidato representó la idea del resurgimiento y regeneración del régimen parlamentario, que se había corrompido durante el gobierno de Germán Riesco a causa de la colusión entre los negocios y la política. En este plano, el gobierno de Sebastián Piñera logra igualar y aún superar el récord de don Germán.


A diferencia de Pedro Montt – que prometió un resurgimiento del país – Sebastián Piñera ganó la presidencia porque la Concertación llevó un candidato de muy bajo carisma, con el agravante de que la gente quería deshacerse de la corrupta combinación de gobierno . A pesar de que Sebastián Piñera prometía “el oro y el moro”, la verdad es que no ganó las elecciones, sino que perdió la Concertación.


Al poco andar el gobierno de Pedro Montt desilusionó a todos aquellos ingenuos que creían que iba a poner en marcha la regeneración del país. Como bien lo dice Alberto Edwards Vives, “antes creíamos en un hombre” (Pedro Montt), ahora no creemos en ninguno”. Este gobernante de mala suerte, según algunos, fue el responsable de la Matanza de Santa María de Iquique, en 1907, quedando para la historia, tanto él, como su ministro Rafael Sotomayor, como verdugos y carniceros de los obreros del salitre. Otro hecho que no lo prestigia es haber ordenado moler a palos a un periodista, que se burló de él acusándolo de cornudo debido a los amores de su esposa, Sarita del Campo, con el senador Gustavo Riveros, un dandy que siempre llevaba una flor en su solapa, sacada de su parcela, en Limache.


En 1910, la mala suerte seguía persiguiendo a Pedro Montt: en las fiestas del Centenario, en Argentina, murió aplastado por un ascensor uno de sus secretarios personales y, más tarde, él sufrió un ataque al corazón que lo dejó, antes ciego, y lo condujo a la muerte, en Bremen (Alemania).


Pedro Montt se diferencia de Sebastián Piñera en que el primero tuvo el valor de rechazar las insinuaciones del ex Presidente Germán Riesco para que el Estado salvara a un Banco en quiebra, del cual él era accionista. Piñera no ha hecho más que defender los abusos de las grandes empresas. Por lo demás, su primer gabinete ministerial estaba compuesto por empresarios afines a sus intereses – ex alumnos del Verbo Divino y ex alumnas del Villa María, casi todos egresados de la U. Católica – de quienes aún quedan algunos, como el ministro de Salud, uno de sus empleados en la Clínica Las Condes. En el plano de la colusión entre negocios y política, aún no hemos avanzado nada desde 1910, tal vez los actuales son más cínicos – según la etimología de la palabra, no confundir con su opuesto, hipócrita -.


Sebastián Piñera, a diferencia de Pedro Montt, tuvo sus momentos de gloria, por ejemplo, cuando “liberó” a los mineros de las entrañas de la tierra – valga la siutiquería – y, aunque anduvo “regalando la piedra” a reinas, reyes y primeros ministros, su gloria fue muy efímera, pues bastaron sólo unos pocos meses para que bajara del Olimpo del amor popular al más terrible de los desprecios, la indiferencia.


Sebastián Piñera ha demostrado incapacidad para enfrentar las crisis de cada verano, lo cual hace de manifiesto que no sólo tiene mala suerte, sino también falta pericia para enfrentar los problemas, que terminan por transformar un problema en un verdadero conflicto de grandes proporciones.


En el verano de 2011, en Magallanes, el alza descomedida del precio del gas, fundamental en la vida diaria de los patagones, terminó por unificar a los habitantes de Punta Arenas, de todas las clases sociales y tendencias políticas, formando un gran frente de reivindicaciones nacionales; al igual que Pedro Montt, no se le ocurrió nada mejor que usar la represión, amenazando con la aplicación de la ley de seguridad interior del Estado.


En el verano de 2012, nuevamente el gobierno de Sebastián Piñera alargó y profundizó un conflicto en Aysén, tratando de aplicar leyes liberticidas para apagar las justas reivindicaciones de los ayseninos.


En este verano de 2013 parecía que Piñera iba a salir ileso de su sino de agravar los conflictos, sin embargo, un pequeño e insignificante incidente, en la frontera de Colchane, donde Carabineros de Chile tomó detenidos a tres militares bolivianos que perseguían a contrabandistas en territorio chileno, se transformó en una crisis diplomática de proporciones con el gobierno de Evo Morales, que está dejando a Chile como prepotente ante la comunidad internacional. Cualquier gobierno que se precie de tener una política diplomática correcta y de buenas relaciones, especialmente con sus vecinos, hubiera recurrido a la expulsión de estos militares, pero en cambio, el Presidente y su Canciller se compraron gratuitamente un desprestigio de proporciones.


En los tres veranos de su mandato, el gobierno de Sebastián Piñera se ha ganado el quiebre con las regiones – habría que agregar a Magallanes y Aysen a Calama y Vallenar – y las más malas relaciones con nuestros vecinos bolivianos de nuestra historia, sin contar el conflicto con los estudiantes y sectores ambientalistas que ocupó la agenda de todo el año 2011, además del conflicto mapuche, que se ha caracterizado por la brutal represión y amenazas continuas de aplicación de las leyes liberticidas.


Los desastrosos gobiernos de Pedro Montt y de Sebastián Piñera no han fracasado debido sólo a la yeta, sino también – y sobre todo – a notoria incapacidad para gobernar, unido a la mezcla entre los negocios y la política.


Rafael Luis Gumucio Rivas

26/02/2013

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