Febrero 18, 2025

Es necesario proponer al pueblo de Chile un nuevo país

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 a7No sólo en Chile, sino también en el resto de los países del mundo, asistimos a una pérdida de sentido de la democracia electoral que, en la actualidad, se ha convertido en una democracia bancaria donde los organismos económicos internacionales no sólo definen el destino de un país, sino que también la vida o muerte de los ciudadanos.

 

Durante los tres años del gobierno actual ha habido un despertar de la conciencia ciudadana, que se ha expresado en los movimientos regionales de Magallanes, Aysén, Calama y otros. Ya las provincias no soportan más el centralismo exacerbado, que se manifiesta en intendentes y seremis, verdaderos ventrílocuos del “monarca-Presidente” en Santiago. A los “indignados” de las regiones se han sumado aquellos que rechazan la instalación de las termoeléctricas y el proyecto de HidroAysén y los movimientos estudiantiles, que han copado, a través de sus movilizaciones, todo el año 2011 y 2012 .


A mi modo de ver, asistimos a una crisis de representación, legitimidad y gobernabilidad, que solamente pueden negarla personajes como Camilo Escalona y otros que se sienten muy bien en el sistema hegemonizado por el duopolio. ¿Cómo se podría sostener que es representativo un presidente elegido con apenas el 27% de los ciudadanos, potencialmente capacitados para sufragar, o de diputados que sólo representan el 7% de los electores potenciales y alcaldes y concejales, que en las últimas elecciones apenas fueron elegidos por un 25% de los ciudadanos? Se buscan muchos pretextos y comparaciones para explicar el porqué cinco millones de electores no sufragaron en la última elección municipal. Cualquier subterfugio no podrá esconder lo que los ciudadanos comprenden perfectamente como una crisis de proporciones del sistema político.


Ante una nueva ciudadanía es necesario proponer al pueblo de Chile un nuevo país. No se trata de “enchular” el viejo duopolio, sino de definir con claridad un nuevo proyecto nacional, que se deberá expresar en reglas que emanen de la soberanía popular y que no sean impuestas por el autoritarismo y sus herederos, conservadores de izquierda y de derecha. El nuevo Chile necesita, urgentemente, una nueva Constitución, sea que surja de una Asamblea Constituyente, de una cuarta urna o por la presión popular, animada por un Presidente decidido, junto a la ciudadanía, a cambiar las reglas.


El nuevo Chile deberá propender a la igualdad; la desigualdad hoy por hoy constituye una peste que los sucesivos gobiernos no han podido erradicar. Para lograr esta meta es fundamental una reforma tributaria, que no sólo recaude más, sino que distribuya, en forma más justa, las cargas fiscales, en consecuencia, se hace urgente aumentar a un 28% el impuesto a la primera categoría e ir eliminando, paulatinamente, el FUT, fórmula por la cual las grandes empresas eluden las cargas fiscales. Además se debe aumentar en $850.000 el tramo exento del impuesto a la renta. Por otra parte, se debe bajar el IVA a un 10% a los productos de la canasta básica y suprimirlo para los libros y aumentarlo para los productos suntuarios y de lujo. En breve, de la forma en que definamos nuestro sistema impositivo surgirá un modelo adecuado al nuevo Chile.


En el Chile actual es imprescindible una educación gratuita y de alta calidad y la decisiva intervención del Estado en la promoción de la educación pública, además de un proyecto que termine con la concepción empresarial de educación, basada en un mercado desregulado.


Rafael Luis Gumucio Rivas

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