Diciembre 5, 2024

Harald Beyer ¿un héroe de la descontrucción?

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El Español Javier Cercas en Anatomía de un Instante les llama héroes de la desconstrucción. En la criolla  revista Mampato que leí durante mi infancia el personaje se llamaba Máximo Chambonez. Cercas escribe sobre Adolfo Suárez, gran descontructor del franquismo, de cuyas filas provenía. En el personaje de Mampato no había plan altruista preconcebido; simplemente Chambonez daba las razones de  su apellido.

 

Creo que el actual ministro de Educación tiene más del personaje  que del hombre de la transición española.


Las cosas no han ido bien en cuanto a adhesión ciudadana para este gobierno, ha llegado a estar reconocidamente bajo el 30%, se las arreglado con buenas artes y de las otras para aparecer en algunas encuestas sobre el 30%, encuestas de instituciones que previeron el triunfo del SI en el plebiscito, pero en emergencias todo vale. Sin inhibiciones ni rubores  se han retenido incluso este tipo de encuestas cuando las cosas se han puesto aún peor.


Al gobierno le queda muy poco tiempo para revertir las cosas. Su estrategia final se hizo nítida: el presidente durmiendo en La Moneda, en cadena nacional, a cuanta entrevista se pudo, con el tono más enérgico, supuestamente dando la pincelada final a nuestras presentaciones judiciales; el fallo de La Haya sería el instante supremo de la actual administración, la medida de todas las cosas.


Como diseño no es malo. Está asentada en los chilenos la idea de que siempre que vamos a tribunales internacionales por cuestiones limítrofes salimos para atrás. La incoherente y contradictoria comparecencia peruana en el tribunal facilita las cosas, apostar sobre seguro, de eso nuestro presidente sabe.


Un triunfo, que sería en Julio o Agosto del próximo año, sería el último y gran hito visible del gobierno. Con todos los grandes medios a disposición y una épica rimbombante rebosada de autoelogios hasta la saciedad, serían el tan tan de este tango que parece no dejar satisfechos ni a moros ni a cristianos. Entregar al candidato de la derecha, a pesar de todo,  la ofrenda de un gobierno sobre el 40%;  un sueño, un sueño posible.


Pero el tercer ministro de Educación de esta administración levantó su agenda propia. Inició una campaña sistemática en contra de la Universidad del Mar, que en esencia tiene los mismos problemas de todas las otras universidades privadas y quizás menos, ataques destemplados, ajenos a la serenidad propia y exigible a toda autoridad. Solicitó el cierre de la Universidad con trompeteros, se la dio como un hecho a pesar de no tener facultades para ello, se incitó a los estudiantes a abandonar la universidad.


¿Qué buscaba el ministro? No comparto la idea de que la motivación pudiera estar en los 22.000 alumnos-clientes de la universidad en cuestión. Tampoco es un adalid de la educación estatal don Harold. ¿Un arranque de probidad sin cálculo de riesgos en una sociedad presidida por el lucro?. No aventuraré sobre sus motivaciones, pero los resultados están a la vista.


En cosa de días pulverizó políticamente al ministro de Justicia, Teodoro Ribera, sobrino del general Sinclair de triste memoria en el sur de Chile, se detuvo la acreditación de la Universidad Bernardo O’higgins tan ligada al ejército, en la juguera de las investigaciones parlamentarias judiciales y hasta periodísticas han caído ya la universidad Pedro de Valdivia, la Autónoma, como no, Uniacc, la Universidad Sek y su propietario declarando por teleconferencia. La predicción Maya sí cayó sobre el sistema de educación privada de Chile.


Y esto puede llegar a lugares insospechados. Por ejemplo,  la Academia de Guerra del Ejército de Chile tiene acreditación como universidad con todos los beneficios económicos estatales que ello implica, allí quizás hagan clases generales que sólo tienen cuarto medio, habrá que ver.


El ministro ha golpeado el mercado de la educación universitaria más fuerte que el propio movimiento estudiantil, de sus gestores hay ya algunos pernoctando en Santiago 1, todo indica que no serán los únicos.


¿Qué puede hacer el gobierno? ¿Dejar que las cosas sigan su curso? Esto puede quedar absolutamente fuera de control. Ribera no es el único ministro con enormes intereses personales en la educación universitaria; Larroulet y Lavín por lo pronto. Cerrar las universidades y echar a la calle a cientos de miles de estudiantes, eso es una pesadilla para un gobierno en un año de presidenciales. Se salvarían quizás  las universidades de los ricos. Este país aguanta todo, puede ser un cálculo del gobierno, cálculo lleno de riesgos. La clase política en su conjunto está amenazada, porque los intereses en el mercado universitario no son sólo del gobierno.


Raya para la suma, el ministro Beyer ni aunque lo hubiera planificado podría haber dejado un estropicio mayor.

ROBERTO AVILA TOLEDO

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