Diciembre 13, 2024

Secharon el Pollo Caballo

pollocaballofoto

pollocaballofotoY un día vi que en una de las veredas de la Plaza Egaña ya no se podía ir a almorzar al restaurante Pollo Caballo. Un letrero decía escuetamente que se habían trasladado por Vicuña.

 

Y al girarme por sobre el hombro emergía el Mall de hormigón y cristal. Estas enloquecidas ballenas neoliberales de la arquitectura ya se habían tragado el Venecia, el pool y el restaurante Willy King.


La poeta Cumsille recuerda el Manuel Plaza y los recitales de la banda roquera Tumulto.


De las casas de los amigos de la Plaza Egaña y agrega el cine Egaña donde ahora reza un “Cristo Viene”.


Van quedando los bancos que han crecido como hongos al inicio de Irarrázabal.


Los paraderos del transantiago con sus orugas y la boca de metro que deglute japoneses precordilleranos en dos horas punta del valle.


El segundo piso del Pollo Caballo estaba habilitado para fumadores y tenía dos teles para ver los partidos peloteros y un buen ventanal desde donde se podía ver el fluir de la Plaza Egaña.


Se disfrutaba esa necesaria energía intermedia que no es el lugar de trabajo ni el hogar.


Los bares o los restaurantes o las picadas van despareciendo.


Un día ya no estaba el Pollo Caballo y la plaza Egaña agregaba otra herida urbana. Mucho hormigón y fuente de agua inútil.


Las buenas cazuelas y la pata de pollo con papas fritas ya no estaban y la cita con la novia fue borrada por la antimemoria chilena.

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