Este es un libro polémico que incita al debate: Weichan. Conversaciones con un weychafe en la prisión política, de Héctor Llaitul y Jorge Arrate, Ceibo Ediciones, 326 págs.
Desde hace ya unos años, Jorge Arrate ha trabajado con Héctor Llaitul en torno a su vida y a la lucha que ha librado como dirigente de la Coordinadora Arauco-Malleco -actualmente una de las organizaciones más importantes del mundo mapuche-, prisionero político en la cárcel de Angol. Arrate no conocía a Llaitul, y se acercó a él impresionado por “la saña con que se le ha perseguido” y por la forma en que Llaitul ha enfrentado su destino, “con un orgullo y una dignidad que sólo pueden generar respeto por él y por su pueblo”.
Las conversaciones fueron anotadas en apuntes y algunas, grabadas, para asegurar literalidad. Pero la de Llaitul no es la única voz en el libro. Está también la de Arrate, y la de algunos de los compañeros de prisión de Llaitul. El libro se encuentra enriquecido por otras opiniones y extractos de información de prensa, citas de discursos, de historiadores y cronistas, o de textos como la famosa carta de Bernardo O’Higgins a los habitantes de la frontera sur, en 1819. Hay opiniones de antropólogos, cientistas sociales y otros especialistas. El libro se convierte así, también, en una fuente informativa, una guía indispensable y sencilla para un tema complejo: ayuda a que se cumpla uno de los propósito de Llaitul, que espera que el libro sirva “para reflexionar, para debatir”.
Llaitul en la Coordinadora Arauco-Malleco ha ido perfilando un planteamiento nacional mapuche que se diferencia del pensamiento de Izquierda, al que critica por no haber abordado debidamente el tema prefiriendo considerarlo un problema económico-social vinculado a la pobreza, la tenencia de la tierra y el atraso, sin considerar que los mapuches constituyen un pueblo-nación diferente a la nación chilena. Llaitul dice: “Somos anticapitalistas, antisistémicos, pero también somos, por sobre todo, nacionalitarios mapuche y la Izquierda en general debería comprenderlo y hacer una definición al respecto”.
Aspira a que el pueblo mapuche se oriente con una perspectiva y una línea propia. Y agrega: “Lo que necesitamos es un acercamiento sano, verdadero y eso requiere que la Izquierda reflexione sobre algo que parece dar por entendido, la supuesta supremacía de los pueblos llamados occidentales. Debe asumir (la Izquierda) que otras culturas como la nuestra también somos acumulaciones de experiencias y saberes que es deseable compartir. Nuestra visión se funda en el concepto de reciprocidad, de equilibrio y de respeto, a la naturaleza y sabiduría de los antiguos”.
Las opiniones de Llaitul son controversiales. Entre los mapuches hay otras concepciones que debaten entre sí y buscan el apoyo de los partidarios de la autonomía y del reconocimiento de la causa de su pueblo. Es un debate de no fácil solución, especialmente cuando en las zonas territoriales se mantiene y acentúa la represión, siguen encarcelados dirigentes y militantes y hay una cerrada negativa a reconocer como problema central la existencia del pueblo-nación mapuche como una realidad distinta. Este libro es una contribución valiosa a un debate indispensable que sigue pendiente
ANTONIO J. SALGADO
Publicado en “Punto Final”, edición Nº 771, 23 de noviembre, 2012