Doha.- Los eventos climáticos extremos, incluyendo inundaciones y sequías, se intensificaron por el recalentamiento planetario y provocaron daños por miles de millones de dólares este año. Pero lo que está por venir es mucho peor.
Así lo alertaron el Banco Mundial, la Agencia Internacional de la Energía e incluso la gran firma de servicios profesionales PricewaterhouseCoopers International Limited (PwC) en informes separados sobre las consecuencias de no hacer drásticas reducciones a las emisiones de dióxido de carbono.
Esos estudios instaron a todos los países que participan de la 18 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 18), que se celebra a partir de este lunes 26 en Doha, a acordar mayores recortes de los llamados gases invernadero.
Sin embargo, “Estados Unidos no prevé incrementar sus metas de emisiones más allá de lo que ya fue acordado”, adelantó el jefe de la delegación de ese país en la COP 18, Jonathan Pershing.
“Ya estamos haciendo enormes esfuerzos con urgencia singular”, dijo en conferencia de prensa este lunes.
Washington prometió una reducción de tres por ciento de sus emisiones para 2020 respecto de los niveles de 1990.
Pershing aseguró que su país está en camino de alcanzar esa meta. Sin embargo, científicos coinciden en que los recortes de Estados Unidos deben ser mucho mayores si se quiere evitar que las temperaturas del planeta aumenten más de dos grados, lo que desataría catástrofes climáticas aun mayores.
Un nuevo estudio realizado por el científico Kevin Anderson, del británico Centro Tyndall para Investigación en Cambio Climático, sugiere que el Norte industrializado debería hacer reducciones de 70 por ciento para 2020, y la mayoría de los demás países deberían realizar recortes similares una década después.
Qatar, país rico en petróleo, es el polémico anfitrión de esta conferencia, que durará dos semanas. Este pequeño país del Golfo presenta la mayor huella de carbono del mundo por persona, sobre todo debido a sus enormes industrias de gas y petróleo.
Con menos de 2,5 millones de habitantes, es también uno de los países más ricos del planeta.
“No estoy de acuerdo en contar el carbono por habitante. Lo que importa es cuánto genera cada país”, sostuvo el presidente de la COP 18, el qatarí Abdalá bin Hamad Al Attiyah.
El funcionario tendrá la difícil tarea de liderar una compleja serie de negociaciones bajo la Convención Marco entre los 194 estados parte.
Hamad Al Attiyah destacó que su país contaba con una estrategia de reducción de emisiones, y que había hecho y continuaría haciendo importantes inversiones contra el recalentamiento planetario.
“Estamos invirtiendo mucho dinero”, subrayó. “Confiamos en que alcanzaremos la meta más alta, en comparación con otros países”.
También destacó que, como exportador de gas natural, Qatar ayuda a otras naciones a usar fuentes de energía menos contaminantes que el petróleo o el carbón.
Qatar y el presidente de la COP 18 tendrán que demostrar su capacidad de liderazgo, señaló Wael Hmaidan, director de CAN International, red global de más de 700 organizaciones no gubernamentales.
“Esta semana, el presidente tendrá que mostrarle al mundo que se toma en serio el cambio climático. La mejor manera de hacerlo es prometer una meta de reducción de emisiones para 2020”, señaló Hmaidan.
“Doha debe tener resultados”, dijo a IPS la secretaria ejecutiva de la Convención Marco, Christiana Figueres.
Las negociaciones en Doha serán más complejas que nunca, adelantó Figueres, y señaló que las delegaciones tenían tres objetivos primordiales.
El primero de ellos es lograr un acuerdo de metas de reducción de emisiones de gases invernadero de aquí a 2020 teniendo como marco el Protocolo de Kyoto. “Las naciones industrializadas deben asumir el liderazgo en esto”, dijo en conferencia de prensa.
El segundo es preparar el terreno para un nuevo tratado climático mundial post-2020, que necesariamente deberá obligar a una rápida reducción del uso de combustibles fósiles para crear una sociedad mundial baja en carbono.
El tercero es asegurar asistencia técnica y financiera para ayudar a los países del Sur en desarrollo a reducir sus emisiones de carbono y a adaptarse a los impactos del cambio climático, como sequías, inundaciones y pérdida de productividad agrícola.
Hace tres años, en la COP 15 de Copenhague, el Norte industrializado se comprometió a aportar 100.000 millones de dólares anuales al Sur en desarrollo para 2020, a la vez que adoptó un programa de financiación rápida por 30.000 millones entre 2010 y 2012.
Aunque los fondos rápidos ya fueron entregados, solo 33 por ciento pueden ser considerados nuevos, según un informe de Oxfam International. El resto del dinero ya había sido prometido antes de la conferencia en la capital danesa.
Además, apenas 43 por ciento fueron entregados como subvenciones. La mayoría llegaron en forma de créditos que los países en desarrollo tendrán que devolver con diferentes intereses, señaló Oxfam en su informe titulado “The looming climate ‘fiscal cliff'” (“El inminente ‘precipicio fiscal’ climático”).
Para 2013 no hay dinero. Se espera que en Doha los países comprometan más financiamiento a través del Fondo Verde para el Clima, que tendrá sede en Corea del Sur.
“Si los líderes llegan a Doha sin más dinero, el Fondo Verde para el Clima podría correr el riesgo de pasar a ser un cascarón vacío”, alertó el asesor de Oxfam en políticas sobre cambio climático, Tim Gore.
“Los países en desarrollo se dirigen hacia un ‘precipicio fiscal’ climático sin ninguna certeza de cómo recibirán apoyo para adaptarse a los riesgos del cambio climático, mientras (el Fondo) quedará vacío por tercer año consecutivo”, añadió Gore en un comunicado.