Diciembre 26, 2024

Tolerancia 0, marca registrada de la farsa política

tolerancia0chilevision

tolerancia0chilevisionLa televisión podría ser un medio de información, pero es un vehículo de difusión de publicidad, de espectáculos de masas y de propaganda política.

 

 

 

La televisión, desde que ha sido contaminada con las leyes del mercado, hace mucho tiempo relevó su otrora función de responsabilidad social. Pese a tener más presencia que la escuela, que la familia en no pocos casos, pero liberada de toda obligación, su único fin y cometido es ante sí misma y ante sus amos. Ante todo, y esto ya no nos sorprende, es un negocio.


Desde hace tiempo la televisión, como los otros medios de comunicación, olvidaron esas funciones, pequeñas obligaciones que el Estado les exigía a cambio del enorme poder otorgado. Durante gran parte del siglo pasado los medios de comunicación, considerados en su ubicuidad y tremendo poder para influir sobre los comportamientos, fueron siempre moderados en sus discursos y mensajes. Eran otros tiempos. Hoy, bajo la aplanadora neoliberal que todo lo ha convertido en negocio, exigirles algo es atentar contra la libertad de mercado.


Su antigua función de responsabilidad social, es hoy útil olvido empresarial que también se extiende a todas las otras áreas de servicios, partiendo desde la salud y la educación, donde las grandes corporaciones han puesto sus garras y posaderas encima del medio ambiente, de los derechos colectivos y también los individuales.


El lobbying ante el congreso que realizan los ejecutivos de los canales de televisión privados para evitar una mayor regulación, como es, por ejemplo, la eliminación del people meter en tiempo real, los deja ver tal cual son: unos bien pagados mercachifles. Da lo mismo el sector, el rubro, si es bien rentable. Da lo mismo dar servicio telefónico, eléctrico, extraer cobre o carbón, vender remedios, tornillos o zapatos, vender diarios o hacer programas de televisión. Un vistazo a las inversiones de cualquiera de los grandes grupos económicos que se han adueñado de este país nos corrobora esta afirmación. Así, una muestra: el grupo Luksic, que va desde la gran minería a la banca, se extiende por el pisco y las cervezas, los combustibles y los barcos, llega también a la televisión y la radio.


Pero es la televisión el espacio en el que la fruición mercantil alcanza su paroxismo como también su mayor perversión. No porque los otros negocios no logren estas marcas, sino porque es el más visible y ruidoso. La televisión, que es también información, no lo olvidemos, la recicla y recompone para elaborar un producto tan falso, digerible y tóxico como los de una cajita feliz. ¿Será éste el residuo, ahora como remedo, que quedó de su antigua función de responsabilidad social? Si hay que informar, lo siguen haciendo, pero bajo las leyes de la mercadotecnia, la medición de audiencia y la rentabilidad publicitaria.


Al mezclar la información en una coctelera junto a las leyes del mercado, el producto es un fluido tóxico de alto riesgo. Más que la teleserie, el reality o el show musical. De esa cocina sale un producto falseado que le llaman información, insertado entre el matinal, el medio día y el estelar nocturno. Un híbrido entre espacio dramático, ejercicio retórico y baile coreográfico que se le califica como género informativo simplemente por su rotulado.


Aquí hay diversos grados de toxicidad. Pero sin duda uno de los más altos en la falsedad informativa se llama Tolerancia 0, aquel show de entrevistas de Chilevisión, el canal que la transnacional Time Warner posee en Chile. El programa, que apareció en esa misma señal bajo otro nombre y propietario, ha cruzado décadas hasta alcanzar el actual nivel de decadencia.


Antes de exponernos a la televisión es necesario conocer sus riesgos. Porque en toda actividad de índole comercial, los grandes beneficiados no son los consumidores, sino los inversionistas y sus productores. El programa, como tantos otros, no ha sido creado para favorecer a la audiencia sino la relación es inversa. Es el consumidor, el espectador, quien al exponerse beneficia al productor quien lo canjea por avisos. Cada espectador es un activo que se negocio en el mercado.

 

¿Qué es Tolerancia 0? Es una gran farsa política, un producto bien empaquetado y publicitado. Es marca, marqueteo, falsedades. Porque su contenido es un descompuesto informativo que no difiere en nada de los programas de la moda y la peluquería. Es el máximo nivel de la farándula procesada y precintada como programa político. Un show que no tiene grandes diferencias en su sesgo y superficialidad con cualquier matinal o con las amplificadoras de chismes del mediodía ni tampoco en el espesor de los prejuicios, arbitrariedades y discriminaciones. Una ponzoña que es expresada sin pudor. Los entrevistadores, que representan al duopolio y a otros intereses, intentan blanquear el pensamiento más reaccionario y discriminador como si fuesen las grandes corrientes del pensamiento nacional.


Antes de exponernos nuevamente a este espacio, es necesario tener en cuenta que esto ya no es periodismo ni tampoco información. Lo que tenemos es un gran show de entrevistas bien auspiciado por La Tercera, el Mercurio y todo el pensamiento neoliberal-binominal.

 

 

PAUL WALDER

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