El domingo pasado en una parroquia del sector oriente de Santiago, los asistentes a la misa al ingresar recibían un díptico (que se anexa) de la Fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre, institución vaticana que tiene filiales en 17 países. Cuál no sería mi sorpresa al ver que entre los países que consideraban que sufría persecución religiosa, colocaban a Venezuela.
Le pregunté al encargado que distribuía el díptico la razón de ello y me dijo: “porque era un país comunista”. Le representé su ignorancia y que con tal imputación calumniosa se estaba desprestigiando fundamentalmente a la Iglesia Católica y se estaba perjudicando la noble causa de defender a los cristianos efectivamente perseguidos.
Escribí el lunes un correo electrónico a la filial chilena de la Fundación vaticana, cuestionando aquello; sin obtener respuesta; por lo que, lamentablemente (para no convertirme en cómplice) me veo en la obligación de denunciar públicamente lo anterior.