Respecto del llamado precipicio fiscal estadunidense, algunos datos parecen indicar que Obama está en posición más favorable para negociar con los republicanos el rumbo económico a corto plazo de la economía estadunidense.
Una debacle social habría estado en el futuro cercano del vecino (que nos arrastraría), si el multimillonario Romney hubiera sido el elegido. Por lo pronto, el pasado viernes, día del primer encuentro de Obama con sus rivales, el Dow Jones, S&P, y el Nasdaq cerraron con números negros, modestos ciertamente, pero índices positivos que contrastan con las tendencias negativas de las bolsas europeas y su economía en recesión.
Y es que los republicanos no cuentan con muchos argumentos.
A partir de 2007, Wall Street, tras haber arrastrado consigo al resto del mundo a una colosal crisis financiera, fue rescatado por los contribuyentes, por decisión de Obama. No obstante, posteriormente los obesos tiburones de las finanzas se indignaron con el presidente por haber insinuado tímidamente en algunos discursos de campaña que, quizá, como banqueros, no se portaron del todo bien, desatando la crisis que aún perdura. Los banqueros de inversión, que generalmente se habían inclinado por los demócratas, huyeron hacia Romney y forraron su campaña de dinero, con la seguridad de que favorecería sus intereses, entre otras cosas deshaciéndose de la tímida reforma financiera de Obama. Hoy Obama no le debe nada a Wall Street. Debería no es un arma menor.
Más significativos aún son los cambios que están ocurriendo en la composición social del voto estadunidense. Después de los cuatro días de conteo en Florida, Obama llegó a 332 votos electorales contra 206 del engendro de la derecha. Un voto que parece reflejar la tendencia hacia una nueva composición social con la que Obama conectó con ofertas de política social que el elefante republicano califica ahora de regalos a los históricamente menos favorecidos.
Paul Krugman lo resume de este modo: “El verdadero Estados Unidos se impuso al ‘verdadero Estados Unidos’. Durante mucho tiempo, la derecha –y algunos expertos– han vendido la idea de que el ‘verdadero Estados Unidos’ era la tierra de la gente blanca no urbana, y el grupo demográfico al que ambos partidos debían conquistar. Mientras tanto, el electorado de verdad se estaba diversificando racial y étnicamente, y también volviéndose cada vez más tolerante. La coalición de 2008 de Obama no fue casualidad; era el país en el que nos estamos convirtiendo. Y, claro está, ese país más diverso y, si me lo preguntan, mejor, ganó a lo grande. Fíjense también en que, en la medida en que los temas sociales han influido en estas elecciones, lo han hecho en favor de los demócratas. Los dioses, las pistolas y [las alusiones a] a los gays no lograron poner a los votantes del lado de los intereses empresariales; más bien, la dignidad humana para las mujeres hizo oscilar los votos en otro sentido”. El hecho de que Obama sea el primer presidente que es elegido con más de 7 por ciento de desempleo, probablemente es un producto de esa nueva composición social.
Recuerde usted ese otro suceso: el candidato a senador por Indiana Richard Mourdock dijo que si una mujer violada quedaba embarazada era por designio de Dios. Perdió así una senaduría que era republicana desde hace muchos años. Algo está cambiando en la composición social y en las mentalidades estadunidenses.
La noche de la derrota de Romney, el Tea Party envió un mail espeluznante a sus partidarios: Con la catastrófica derrota del candidato de las élites republicanas, patriotas como ustedes son la última esperanza de EU para restaurar sus principios fundacionales. La cruzada kukluxklanesca a la que invita la adocenada extrema derecha estadunidense está en una posición que enigmáticamente parece caminar al basurero. Frente a la sociedad que surge, los republicanos trocaron el elefante por un iguanodonte.
La numeralia fue así: por Obama votó 55 por ciento de las mujeres, 62 por ciento de las solteras y 62 por ciento de las mujeres que trabajan; 60 por ciento de los jóvenes entre 18 y 29 años, y 52 por ciento de quienes tienen entre 30 y 44 años. También lo hizo 76 por ciento de las personas gay, 69 por ciento de los judíos, 93 de los afroestadunidenses, 73 de los estadunidenses de origen asiático y 71 de los de origen iberoamericano. Obama también ganó el voto de 69 por ciento de quienes viven en ciudades con más de medio millón de pobladores y 58 de quienes viven en ciudades de entre 50 mil y medio millón de habitantes.
La tendencia a la consolidación de una nueva composición social parece sólida: el homogéneo bloque de hombres blancos, en su mayoría protestantes y mayores de 45 años, que llevaba más de 200 años decidiendo quién debía gobernar ese país, se reproduce con la más baja tasa de crecimiento de todos los grupos.
Nada está escrito y Obama puede fracasar porque la sabiduría de los capataces que resguardan los sacratísimos bonos, puede acabar imponiendo la austeridad frente al déficit, porque para estos tenaces bucéfalos la austeridad es económicamente expansiva por cuanto genera confianza. Desde 2007 nos están diciendo esta tontería, mientras comprobamos cotidianamente lo contrario, como ocurre hoy en la Unión Europea que está siendo hundida por una austeridad de plomo que por ahora las movilizaciones sociales no han podido parar.
Un cordial abrazo para Juan Ramón de la Fuente