Diciembre 12, 2024

La funa del NO y algunos manotazos

acesfunamuni

acesfunamuniLa Concertación, más bien sus restos humeantes, se asilaron en una estrecha calle de Santiago para celebrar el triunfo del No. A la cita también llegaron un par de centenas de estudiantes de la Enseñanza Media, quienes pusieron la parte cultural de la velada.

 

 

Mientras a puerta cerrada se hacían recuerdos de la epopeya de octubre, afuera los hijos y sobrinos de los oradores gritaban improperios con los que preguntaban por la alegría y otras cosas extinguidas.

 

No gustó a los organizadores y sus invitados esa irrupción embroncada. Ni cortos ni perezoso, algunas de sus figuras salieron para pedirles que se fueran porque eso era un actividad privada. La policía hacía esfuerzos notables para dosificar el cariño que los estudiantes querían expresar a las figuras señeras que se escondían detrás de muros y puertas.

 

La diputada María Antonieta Saa no titubeó en empujar a cuanto cabro se le atravesaba, en un vano intento por despejar la calle de esos gritos que le recordaban promesas de las que ella también es responsable.

 

“Ellos no conocen nuestra historia, no saben lo que pasó en dictadura, toda la gente que murió. Culpa nuestra no haberlo comunicado…lo que nos costó derrotar la dictadura de Pinochet. Ellos no saben. Creen que los cambios son mágicos. Es una pena”,

decía con una risita nerviosa e irónica. Y agregaba que se trataba de unos cuantos cabros “radicalizados”.

 

No se lo habrá propuesto, pero en sus palabras estaba la síntesis de lo que la Concertación piensa respecto de los estudiantes, sus marchas, peleas y demandas. Y de ese clasismo que los hace arriscar la nariz con el gesto propio del nuevo rico.

 

La diputada Saa, no fue capaz de esconder su certeza de que los estudiantes son un hato de ignorantes que no conocen la historia reciente del país. Que no saben que hubo muertos, ni que el costo de derrotar la dictadura fue muy duro. En su opinión de parlamentaria bien alimentada, esos cabros que salen a las calles gritan lo que gritan por no haber recibido de ella misma, su verbo sabio, sus enseñanzas históricas, sus palabras inmarcesibles, dando cuenta de lo que pasó en ese lapso del que los estudiantes no tienen idea.

 

No sería mala iniciativa que la legisladora se diera una vuelta por alguna de las asambleas de los muchachos y pida la palabra y enseñe, con ese palabra precisa y verdadera que la caracteriza.

 

La diputada, y cada unos de sus colegas, no quieren, no pueden entender que esos muchachos son una especie de sobrinos suyos. Parientes que ellos fueron creando en tanto ayudaban a construir este país de tutsis y hutus del que tanto se enorgullecen, y en el cual ya nadie se asombra cuando un huacho de doce años despachurra de un tiro a otro de quince.

 

Este país partido por la mitad, una que vive en guetos abominables propios de Haití y otra, entre Miami y Montecarlo, es producto del paso de gente como la diputada Saa. La partición escandalosa que vivimos no nos cayó del cielo, ni salió de la concha de una almeja. Fue construido con la participación fecunda y laboriosa de gente como la diputada que dice que los estudiantes no saben ni coco.

 

Ella misma y su actitud, es una prueba de la distancia abisal que hay entre una realidad y otra: ella, representante de los que saben de la historia, de lo que pasó, de los muertos. Los muchachos de allá afuera: pobres críos ignorantes, que no han tenido la suerte de haber sido educados por la diputada y sus colegas.

 

Pero a ese caso se agrega la manera en que los estudiantes trataron al presidente del Partido Comunista. Resultó un espectáculo demasiado penoso ver al diputado Teillier salir de la celebración del triunfo del NO con los restos náufragos de la Concertación, entre denuestos, golpes y epítetos. Algo no parece estar en su sitio al momento de hacer esfuerzos para evitar los golpes lanzados por los estudiantes contra el diputado. Algo sale de sus bocas junto con las puteadas, que parece que no se tiene en cuenta.

 

Resultaría fácil acudir al anticomunismo para explicar esa crítica constructiva que organizaron los muchachos, lúcidos entre los lúcidos. O a una orquestada campaña que intenta el descrédito o la provocación.

 

Porque más bien se trata de una rabia profunda que anda entre los muchachos y que no discrimina en pergaminos antiguos. El diputado Teillier debería saber que los cabros pocas veces se equivocan cuando utilizan sus bien afinados instintos, que antes se llamaban de clase. Decir que son hechos aislados es obviar el mensaje que envían los muchachos: basta con saber de qué lado vienen las piedras para saber dónde está la barricada. Y los que puedan elegir su lado que elijan, pero los que están obligados a tomar partido, no tiene opción.

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *