Noviembre 23, 2024

¿Premios o despremios?

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mannsRecientemente un amigo me preguntaba quién era mi candidato para ganar el Premio Nacional de Literatura este año, agregando, antes de oír mi respuesta, que el favorito imperdible era Óscar Hahn, que sumaba el consenso de los críticos literarios, de los académicos y escritores, además de la prensa especializada. Le respondí que en mi opinión consideraba que, si bien Hahn tenía los méritos necesarios para obtener el galardón, también existían otros escritores con méritos innegables, como José Ángel Cuevas o Patricio Manns. Mi amigo poeta me miró atónito y exclamó “¡Pero si Pato Manns no es poeta, es cantor, compositor! ¡No ha escrito libros de poesía!”.

 

Esta idea de considerar sólo poeta a quien ha publicado libros, es la que predomina en la comunidad literaria, sobre todo dentro de los conciliábulos de poetas, lo que demuestra ignorancia en cuanto al origen de la poesía, que, por ejemplo, en la antigua Grecia, era cantada por los Aedos con la compañía de un instrumento musical llamado phorminx. Otro ejemplo son los poetas trágicos, que ponían sus obras en escena con cantos y música. En los pueblos precolombinos la poesía también iba acompañada de música, incluso de bailes (Algunos todavía piensan que la poesía llegó a nuestro continente gracias a la invasión española). De hecho los aztecas de lengua náhuatl denominaban a la poesía flor y canto, concepción similar a la que encontramos en muchas culturas ancestrales. La poesía nace como expresión de oralidad y así se transmitió por siglos. Si siguiéramos la lógica de mi amigo tendríamos que concluir que Homero no fue poeta porque jamás publicó un libro y sólo cantó –o recitó- sus versos. Me parece que no considerar poemas a la poesía musicalizada y cantada por autores como Patricio Manns, lo mismo que por Víctor Jara o Violeta Parra, es un despropósito. En el caso de Manns sus canciones constituyen un libro de poemas que fue publicado bajo el título de Cantología por Editorial Catalonia (2009). Antes había publicado el poema Memorial de Bonampak en Editorial Cuarto Propio (1995). Leyendo esos libros, me parece que Manns es más poeta que algunos vates –y señoritonas, sobre todo- que recorren ferias de libros declamando a viva voz, gesticulando y fraseando unos poemas horrorosos o haciéndose los graciosos (as).


Dicho esto, me parece pertinente expresar que la manera en cómo que se define el Premio Nacional de Literatura es bastante farandulera. Lo elige un jurado, en general, de dudosa experticia literaria, salvo el representante de los escritores (aunque no siempre éste se guía por criterios exclusivamente literarios). Los candidatos deben presentar su currículum y libros en una cajita. La mayoría de los candidatos hacen lobby, tal como lo hacen en los concursos del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, en el Premio Municipal, en el Premio Altazor, en el Premio Iberoamericano, etcétera. Gracias a este lobby –o tráfico de influencias-, muchos resultados han sido cuestionados en más de una ocasión, Premio Nacional de Literatura incluido. En fin, se va otro premio más, la bolita está rodando.

Por Alejandro Lavquén

Publicado en revista La Noche/ julio 2012 

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