Un nuevo eslabón se ha agregado recientemente a la cadena de ataques con que la derecha chilena pretende desautorizar y destruir el trabajo que realiza el Museo de la Memoria en Chile. Las declaraciones de doña Magdalena Krebs, directora de la DIBAM (Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos) , retoman los mismos temas ya expresados por otros “intelectuales” de la derecha chilena, y que encuentran el “El Mercurio” una complaciente caja de resonancia.
Ante esta situación, la Asociación Comité Memoria y Justicia, de Ginebra, cuya tarea principal es la de mantener. profundiza y elaborar los hechos y los efectos de lo que fue la dictadura militar chilena, declara lo siguiente:
1. A nadie escapa – y decirlo es casi una perogrullada- que el Golpe de 1973 se sitúa en un contexto de intensas tensiones políticas y sociales. Lo que los portavoces de la derecha no dicen, es que esas tensiones fueron esencialmente el producto de la resistencia activa y conscientemente orquestada de las clases dominantes de Chile y de sus apoyos internacionales frente a la tentativa de avanzar hacia un sistema más justo y más representativo de las mayorías nacionales.
2. Desde un comienzo, los propagandistas de la conspiración y luego del Golpe trataron de establecer una ecuación falaz: Gobierno de Allende = violencia. Todas las afirmaciones contenidas en el “Libro Blanco” (Plan Zeta, ejército guerrillero de 15.000 extranjeros, “guerra subversiva” en marcha desde los años ’60, etc) y muchas otras que siguieron en los años de la Dictadura, son simples y descaradas mentiras. Aunque los años y la documentación sacada a la luz por testigos, investigadores, jueces y periodistas lo demuestran muy claramente, ello no ha sido obstáculo para que una alianza de “intelectuales” de derecha, de ex-militares y de ex-agentes represivos desarrollen hoy una campaña basándose en las mismos añejos y falsos argumentos.
3. La idea central de esta campaña, que se articula con los “homenajes” a Krasnoff , a Pinochet y a otros delincuentes, es simplemente la de justificar el Golpe y la represión ulterior.
La responsabilidad del Golpe no sería de la derecha, de los militares y de los apoyos extranjeros, sino de quienes fueron sus víctimas!
4. A nuestro entender, detrás de esto hay una intención aún más grave: se trata de desmentir la realidad de los hechos represivos y de la política que los concibió. Es una forma criolla de negacionismo. Tal como Pinochet y sus secuaces lo manifestaban sin ninguna forma de vergüenza: los desaparecidos no existen, los asesinatos no eran tales sino “enfrentamientos”, las torturas eran inexistentes, El poder judicial y la prensa se prestaron sin tapujos a estas maniobras.
5. La tentativa de Villalobos, Krebs y otros parece un poco más elaborada: se trata de diluir los hechos en una vaga “contextualización” que llevaría a admitir que “era la única solución”. Como si el terror, la muerte y el abuso de poder fueran una “solución” inocua para una Sociedad! ¿De qué se trata? ¿De seguir legitimando el uso de la fuerza y del abuso en un sistema político que aún hoy utiliza la violencia desmedida y criminaliza las luchas sociales?
6. El Museo de la Memoria no es una “maniobra política” o la concretización de una simple “opinión” o “punto de vista” sobre el periodo dictatorial. Se trata de un lugar donde los hechos son reconocidos y expuestos, con crudeza, pero también con una delicadeza que los verdugos ni siquiera merecerían. Es una necesidad para Chile, para el conjunto de la sociedad y para las nuevas generaciones.
7. Los historiadores deben hacer su trabajo, ¡que duda cabe! Hacerlo con honestidad, con rigor, con método, a partir de los hechos, de los archivos, de los testimonios. Los debates históricos duran décadas, sino siglos, lo sabemos; pero a lo que hoy asistimos no es debate histórico, es ideología pura, y peor aún, es una continuación de la propaganda negra de la Dictadura. En ese sentido, exigimos la renuncia a su cargo de Magdalena Krebs.
Quienes fuimos protagonistas de esa época debemos rechazar con energía las tentativas de desnaturalizar los hechos y sus circunstancias. Tenemos ese deber, pues estamos hablando de cosas que vivimos y que conocimos de primera mano. Esperamos que en la actual sociedad chilena haya muchos sectores que manifiesten su oposición a estas tentativas de des-memoria, de anti-verdad y de perpetuación de la mentira y del retorcimiento.