Septiembre 20, 2024

Chile y las mediciones de pobreza: el sentido de semejante ejercicio

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pobreza_mediaguaPróximamente, el Gobierno dará a conocer el resultado de la encuesta de ingresos familiares CASEN correspondiente al año 2011.

Su estimación para Chile difiere de la de la CEPAL y de la OCDE, sorprendentemente en base… a la misma encuesta.

 

 


La discusión sobre la magnitud de la pobreza en Chile se ha transformado crecientemente en una controversia política abierta. La medición, que han realizado tradicionalmente de manera coordinada el Ministerio de Planificación de Chile y la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas en base a las encuestas de Caracterización Socioeconómica (CASEN) realizadas cada dos o tres años, se ha regido por la metodología de la pobreza absoluta y la estimación del porcentaje de la población cuyos ingresos monetarios están por debajo de una línea de indigencia (costo de una canasta alimentaria tipo) y el porcentaje de la población cuyos ingresos monetarios están por debajo de una línea de pobreza (la anterior multiplicada por dos).


Reflejando el crecimiento total de los ingresos, entre 1990 y 2006 la pobreza absoluta bajó de 38,6% a 13,7% de la población y la indigencia lo hizo de 13,0% a 3,2%, lo que no ha sido materia de grandes controversias, con excepción de la no actualización de la estructura de consumo de los hogares desde 1988.


En cambio, la publicación en 2010 de los datos para 2009, y ya producido el cambio de coalición de gobierno, en base a la misma información de base (la encuesta de consumo de hogares de 1987-88 y la encuesta de ingresos CASEN de 2009), ha sido polémica.


La CEPAL concluyó que la pobreza cayó respecto de 2006 en Chile. En cambio, para el Gobierno subió.


Según CEPAL, para computar la pobreza y la indigencia en cada uno de los años para los que se dispone de una medición de los ingresos, debe actualizarse el valor de esas líneas originales de manera de reflejar la variación de los precios de los bienes y servicios. Su práctica tradicionalmente utilizada, consiste en actualizar los valores tanto de la línea de pobreza como la de indigencia considerando el cambio experimentado por los precios de los alimentos. Con esta práctica, la relación entre las líneas de pobreza y de indigencia permanecía constante.


A partir de 2007, y para todos los países, la línea de indigencia se actualiza mediante la variación del componente alimentos del Índice de Precios al Consumidor (IPC), mientras que la parte de la línea de pobreza que corresponde al gasto en bienes no alimentarios se actualiza mediante la variación del IPC correspondiente.


Este cambio en el criterio de actualización de las líneas se realizó debido a la notable alza de los precios de alimentos. En efecto, en el caso de Chile mientras que en el trienio 2006-2009 el IPC de los alimentos creció en 32,4% el correspondiente al resto de los bienes sólo lo hizo en 6,4%. Hasta 2006, la estimación oficial del gobierno de Chile coincidía con la de la CEPAL.


La diferencia que se observa en 2009 obedece a que el cálculo del gobierno no adoptó el cambio introducido por la CEPAL, y continuó actualizando el valor del conjunto de la línea de pobreza (alimentos y otros bienes y servicios) por la variación del precio de los alimentos.


Si se actualiza tanto la línea de indigencia como la línea de pobreza según la variación de los precios de los alimentos, opción metodológica empleada por MIDEPLAN, la tasa de pobreza resultante es de 15,1%, lo que representa un aumento de 1,4%.  En cambio, al utilizar la variación de los precios de los alimentos para actualizar el valor de la canasta alimentaria y la variación de los precios de los no alimentos para los demás bienes y servicios, la tasa resultante es de 11,5%, 2,2% por debajo del valor de 2006.


El gobierno señaló que prefería mantener la misma metodología para no interferir la comparación con períodos anteriores.


La indigencia, que marcaba 13,0% en 1990, aumentó de 3,2% a 3,7% entre 2006 y 2009, cifra en la coinciden tanto el gobierno de Chile como la CEPAL, pues ambos utilizan los mismos ingresos medidos por la encuesta CASEN y el mismo indicador de precios de los alimentos. Este leve deterioro ocurrió bajo el impacto del incremento del desempleo en medio de la crisis global y del alza del precio de los alimentos en el período consignado.


La medición de pobreza del Banco Mundial (tasa de incidencia en la población, mediante línea de pobreza de 1,25 y 2 dólares a paridad de poder adquisitivo) arroja una estimación sustancialmente inferior a las anteriores (5,6 veces menos).


Por su parte, la introducción en 2011 de mediciones oficiales de pobreza relativa en Chile, siempre utilizando las encuestas oficiales chilenas de ingresos CASEN para 1996, 2006 y 2009 -que estima el porcentaje de la población con ingresos inferiores al 40%, 50% y 60% de la mediana del ingreso disponible antes y después de impuestos y transferencias, según se reseñó anteriormente- es consecuencia del ingreso de Chile a la OCDE en 2010 ( aunque la CEPAL incluye en su base de datos la cifra de población con ingresos inferiores al 50% de la mediana como índice de concentración de ingresos y no de pobreza).


Para 2009 la pobreza relativa con línea de pobreza en base al 40% del ingreso mediano calculada por la OCDE es muy similar a la de la pobreza absoluta medida por la CEPAL (11,2% y 11,5% respectivamente): es la única coincidencia, pues su evolución comparable desde 1996 es muy diferente (ver el cuadro). En efecto, la pobreza relativa después de impuestos y transferencias, según la metodología OCDE, ha variado poco, es decir de 20,2% a 18,4% para la línea de 50% de la mediana de ingresos disponibles (la medición usual de la OCDE). La disminución ha sido de 26,8% a 25,1% entre 1996 y 2009 en el caso de la línea de 60% de la mediana de ingresos disponibles y de 13,6% a 11,2% en el caso de la línea de 40%.


Se constata así una disminución de la pobreza relativa con los tres criterios utilizados por la OCDE, pero de mucho menor magnitud que la de la pobreza absoluta, que entre 1996 y 2009 disminuyó de 23,2% a 11,5% de la población según la CEPAL o a 15,1% según el gobierno chileno. Y se aprecia cuan diferente puede ser la apreciación de este tema y de su evolución en el tiempo según las convenciones metodológicas que se utilice.


Cabe hacer notar, además, que hasta las mediciones de la OCDE para 1996 y 2006 la pobreza relativa antes de impuestos y transferencias era inferior a aquella prevaleciente después de impuestos y transferencias, lo que refleja la debilidad del sistema redistributivo chileno y en especial el carácter regresivo de los impuestos (en Chile prevalece un alto peso relativo de los impuestos indirectos, como el IVA) y la debilidad de unos gastos públicos con poca capacidad redistributiva global y con programas focalizados de modesta magnitud presupuestaria.


Esta situación, que hacía más pobres a los pobres después de impuestos y gastos, se revirtió por primera vez en 2009, probablemente por el efecto de la reforma de las pensiones. No obstante, Chile con su 18% está aún lejos de alcanzar la tasa promedio de pobreza relativa de 11% existente en la OCDE y converge hacia ella con apreciable lentitud.


Esto dará lugar, como ha sido usual en los años recientes, a una controversia sobre el número y porcentaje de pobres en Chile. Cabe interrogarse sobre el sentido de semejante ejercicio. Sobre esto, el Nobel Amartya Sen argumenta con ironía que “vivir en la pobreza puede ser triste, pero ofender o causar dolor a la sociedad creando problemas a quienes no son pobres, es, al parecer, la verdadera tragedia”.


Gonzalo Martner Fanta,

Director del Centro de Estudios de Políticas para el Desarrollo

Editor “Breves Nº 18.

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