Diciembre 13, 2024

Epidemia de Clostridium difficile, un diputado y el futuro rosado

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clostridium_difficile_bacteria_sem-splEs estos días han coincidido en la prensa noticias respecto de los arrebatos de un parlamentario de derecha que después del discurso presidencial del 21 de mayo  ha apodado irrespetuosamente al presidente de la republica con el nombre del héroe de una cinta cómica, el Capitán Futuro,  y también de un informe de la Sociedad Chilena de Infectología comentado en La Nación (Mayo 23,2012) que nos retrotrae de manera dramática a una sombría denegación del futuro esplendoroso que este apodo implicaría.

 

Este lapidario informe  retrata sin atenuantes el decimonónico y deplorable estado higiénico de la Asistencia Pública de Santiago. Asignándole a estas condiciones responsabilidad parcial en la reciente epidemia y muertes por infecciones de Clostridium difficile. Epidemia que han sufrido estoicamente numerosos y  desafortunados pacientes de este recinto asistencial,  que dado su relevancia para el país debiera ser un parangón de cuidado médico.


En 1847 el obstetra húngaro Ignaz Sommelweis después de cuidadosas observaciones clínicas analizadas numéricamente  formuló  la hipótesis de que las infecciones entre las parturientas en las maternidades de Viena y Budapest eran trasmitidas entre una paciente y otra por las manos de lo médicos y de los estudiantes de medicina, proponiendo simultáneamente el lavado de manos del personal hospitalario entre la examinación de una paciente y otra como una manera simple y eficaz para evitar este problema. El genio de Sommelweis se aprecia en su capacidad de predecir a través del análisis cuidadoso y estadístico de la realidad,  la existencia de entes materiales microscópicos capaces de ser transmitidos de una paciente a otra por las manos del personal de salud,  antes de que estos entes microscópicos o gérmenes fueran descubiertos por L. Pasteur y R. Koch en la segunda mitad del Siglo XIX.  La teoría de Sommelweis resultó además en su ostracismo de la profesión médica porque implícita en ella estaba el concepto de que la medicina practicada inadecuadamente  puede producir enfermedad y aun la muerte, como sucede con las infecciones adquiridas en los hospitales por falta de higiene.


El hecho de que, ciento sesenta y cinco años años más tarde del dramático descubrimiento salvador de vidas de Sommelweis,  un recinto hospitalario de la Región Metropolitana que atiende las urgencias vitales de la mayoría de la población de Chile tenga limitaciones serias en implementar su simple descubrimiento nos indica cuan espurio es el juicio de nuestro extático diputado acerca de las acciones de nuestro gobierno y del rosado futuro del país. Ya que el informe discutido nos indica notoriamente que el sistema político del cual él diputado se beneficia  y representa ha sido incapaz de solucionar los problemas fundamentales de vida y muerte de la mayoría de nuestra población,  aun en la capital del país y con técnicas simples desarrolladas más  de siglo y medio atrás.  Similarmente, Florence Nightingale, siete años más tarde que  Sommelweis, en 1854 estableció en los hospitales militares de la guerra de Crimea que el hacinamiento de camas y enfermos, como el descrito en la Asistencia Pública  por el informe en discusión, es también un factor que ayuda a la diseminación de infecciones como sucedió en este caso con las de C. difficile.


Estos dos ejemplos de vergonzosa negligencia sanitaria serían suficientes para reprobar irremediablemente la capacidad de los sistemas político y de salud chilenos y sus representantes, incluyendo el feérico diputado en conocer y en responder a la necesidades vitales de la población, incluso en un recinto asistencial a cortas cuadras de la sede de gobierno. Desgraciadamente el informe en cuestión continúa agregando desastres que nos retratan una situación difícil de explicar en un país como Chile, el cual hasta hace cuarenta años atrás era un faro indiscutido de la salud pública continental.  El informe añade que a los problemas de hacinamiento y de falta de lavados de manos  se agregan falta de personal auxiliar y especializado, exceso de trabajo de estos mismos, falta de educación profesional, ausencia de laboratorios, manejo inadecuado del uso de antibióticos e ineficiente limpieza y aseo del recinto, esto último al parecer agravado por la privatización de estos servicios.


Estas severas limitaciones en aspectos básicos de la atención médica medica y el retraso de  casi nueve meses entre el comienzo de la epidemia por clostridium en la Asistencia y el pedido de la autoridades de salud a la Sociedad de Infectologia para su estudio,  prolongaron innecesariamente condiciones que además de atentar contra el bienestar y la vida de los pacientes atentan contra uno de los preceptos fundamentales de las bases éticas de la practica médica. Este principio  es el de “primero no hacer daño” (Primun non nocere) que se abandona cuando al paciente que solicita atención medica para aliviar una dolencia termina con una complicación dañina y prevenible como una infección  por clostridium adquirida en el hospital.  El trabajo diario en estas pobrísimas condiciones que violentan  principios fundamentales  científico-tecnológicos  y éticos de las actividades del personal de salud, los convierten a ellos al igual que los enfermos en víctimas inocentes de esta situación. Es indudable que las raíces de condiciones como estas escapan los límites de la medicina y de la salud pública y se encuentran en el ámbito de la política y de la economía y en este caso son el resultado de las políticas económicas y de salud implementadas por la dictadura tan calurosamente aplaudida por nuestro futurista diputado.


El gobierno dictatorial, limitando violentamente la democracia, impuso políticas económicas que favorecen la salud de  la minoría en desmedro de la de la mayoría y que en este caso han resultado en un evitable y fatal descalabro de salud pública como el comentado.  La privatización de la salud propiciada por la dictadura además de beneficiar la salud de  un grupo reducido de la población  favoreció a los intereses económicos que la apoyaron, los cuales absorbiendo recursos públicos e individuales convierten a la salud en una mercancía de la cual hay que extraer ganancias en desmedro de su calidad y de sus objetivos esenciales.  Desgraciadamente durante los veinte años de los gobiernos de la Concertación esta políticas de salud permanecieron inalteradas a pesar de que uno de estos gobiernos fuera presidido por un médico que se supone debiera haber entendido de estos problemas y de su historia.  Desearía terminar parafraseando al Presidente Allende, el cual siempre tuvo una actitud irrenunciablemente ética y científica frente a estos problemas y cuya memoria ha sido canallesca y mendazmente atacada en estos días.” En materias como ésta no puede haber subterfugios, ni simulaciones. La higiene social, la salubridad pública y la  medicina, no admiten transacciones.”  y esperamos con él que los políticos como el diputado en cuestión  sean remplazados por políticos serios y valerosos “que sean capaces de mostrar a sus conciudadanos la verdad descarnada de los hechos”


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