Diciembre 4, 2024

Piñera y la oligarquía empresarial: ¿En el diván de Freud o en la lucha de clases de Marx?

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daniel-fernandez-hidroaysenEl columnnista Jorge Peña en El Mercurio del domingo pasado pretende psicoanalizar a la oligarquía empresarial y a Piñera (1). Su conclusión política implícita sería que en lugar de un empresario-presidente acompañado de managers en el Gobierno, lo óptimo hubiera sido tener en el Ejecutivo a un hombre o mujer “progresista” secundado por un séquito de políticos profesionales que den la impresión de ser eficientes “tecnócratas”, pero desligados del mundo del poder del capital.

 

En ese esquema, según una suposición empresarial que circula, un equipo de hábiles concertacionistas hubiera maniobrado con sus peones para “crear las condiciones” para “consensuar” un proyecto ambiental depredador como el de HidroAysén.


Las cosas podrían haber ido en ese rumbo con Daniel Fernández, Vicepresidente Ejecutivo de HidroAysén, tan PPD como Guido Girardi, el actual espadachín del capitalismo verde del mismo partido “progresista”.


El mandatario(a) y el equipo ministerial óptimo debieron y deberán ser de ADN concertacionista. Esta parece ser —después de la lectura de la columna del Rector Peña— la fantasía de moda en las ligas empresariales mayores.


En definitiva, el “objeto” amado, deseado y consensuado por los empresarios debió y debe ser un(a) político(a) exterior al mundo empresarial, quien junto con un séquito de dóciles servidores deben estar dispuestos a inclinarse cuántas veces sea a recoger las migajas que los poderosos les lanzan desde el Olimpo a la mesa del pellejo y, estar (como lo vimos en el caso de AES Gener) siempre prestos, celulares en mano, a obedecer sus órdenes.


En el fondo, el Sr. Peña quiere decirnos que Piñera y sus partidos, RN y UDI han creado profundas frustraciones en la clase empresarial y, ésta, casi como por despecho, se atreve a tirarles las orejas al Presidente mismo y al parlamento binominal.


Se desprende del cuento psicoanalítico, que no conviene exponerse demasiado y que “saber delegar” es sinónimo de prudencia. Tampoco es acertado tener en el poder a alguien percibido como muy allegado a “nosotros” (los clanes empresariales) y a los partidos que financiamos de preferencia (UDI, RN) (2). Léase: Laurence Golborne tampoco sería el más indicado para representar “nuestros” intereses de clase dominante.


Roberto Méndez, propietario de la empresa de encuestas Adimark, fue al hueso. No tuvo necesidad de recurrir a Freud o a Jung. Les dijo sin remilgos a los estrategas piñeristas que se estaban “disparando en el pie” cuando atacaban a Michelle Bachelet. Dicho en otros términos. Por ahí está la solución al problema.


¿Pero cuál es el problema en realidad? Por supuesto, no son las neurosis de la clase dominante, sus lapsus y “actos fallidos” a la Freud. El quid del asunto es la resistencia popular que se expresa en la calle con movimientos sociales de oposición a los negociados en las universidades, las AFP, las Isapres, las multitiendas, la manipulación del crédito usurero y los mega “emprendimientos” capitalistas depredadores (no son “pulsiones” como diría Peña). Todos estos negociados se inscriben en la ley de hierro de la lógica de la ganancia del capital (el famoso lucro).


Es la condición de existencia histórica de una clase social explotadora que le exige mano dura a sus representantes políticos para ordenar el paisaje. Y que sin empachos le enrostra a la elite política su incapacidad para seguir imponiendo las soluciones capitalistas a la crisis ecológica, energética y educacional de la cual ella misma es responsable junto con los que fueron administradores del modelo durante dos décadas.


Pero el piñerismo es sólo un ajustador neoliberal. Que aplica lo que considera lo mejor para la clase en su conjunto. Y en su tarea genera algunas urticarias en los grandes grupos preocupados por sus inversiones y utilidades a corto plazo. Nada más. Nada menos.


No por casualidad el sábado pasado, en R de la 3ª, el Senador Escalona envía su mensaje de diálogo al Gobierno junto con garantías absolutas de que una administración concertacionista entregará las certezas de gobernabilidad para aplacar las angustias capitalistas de la clase dominante. En otros términos: gobernaremos para Uds. Lo hicimos ya; no lo olviden, tienen las pruebas.


Hagamos un pequeño paréntesis. El capitalismo y sus nuevas formas de expansión y acumulación siguen siendo estudiadas. Según David Harvey, el marxista británico contemporáneo,  éste no sólo se apoya en la explotación de los asalariados, sino que procede también por la desposesión (expropiación social y colectiva) de los habitantes de un territorio. Como el de la Patagonia por los Matte con Colbún e HidroAysén.


Privatización, mercantilización de la naturaleza y de todas las actividades humanas o bienes públicos; fiscalidad anti-redistributiva y proletarización de los segmentos sociales son modalidades no necesariamente económicas sino del tipo extra-económicas que permiten generar ganancias en todo momento y en períodos de crisis. La desposesión, según Harvey, es una forma de apropiación de la naturaleza por la lógica de la ganancia y al mismo tiempo un pilar de la lucha de clases practicada por los dueños del capital contra la inmensa mayoría de un país.


Por eso. Si el clan Matte, accionario de Colbún, salió a la palestra fue porque su clase, la que domina y sus delegados en el Gobierno, están movidos por el “principio de realidad” de la ganancia y el frío cálculo de la inversión y no por el del deseo o por una pulsión inconsciente cuyas claves estarían en las obras completas del inventor del psicoanálisis (3). Digamos que basta con releer algunas páginas de Marx y de Gramsci.


Si los Matte amenazan con abandonar el proyecto HidroAysén es debido a la fuerza y potencia de un pueblo movilizado que les salió al paso. Ese nuevo ciclo político del cual se habla es uno de luchas por más democracia y por transformar las estructuras de la dominación.


Con sus marchas, organizaciones y movimientos estudiantiles, regionales, ambientalistas y de trabajadores, el pueblo ha sido capaz de desestabilizar el juego político dominante, poner en jaque a su dispositivo  mediático, retirarle la legitimidad a sus instituciones e iniciar el camino de dotarse de nuevos referentes socio-políticos, ya no para resistir, sino para preparar lentamente las condiciones de una ofensiva por recuperar sus derechos sociales ante los ataques neoliberales de la clase dominante desde hace 40 años.


Por supuesto, son procesos sociales de ritmos diversos que generan dinámicas políticas nuevas y de alianzas que deben ser amplias, pero sobre principios que replanteen una y otra vez el problema de quién decide y según qué intereses.


Al menos esa es la tarea. Generar alternativa. Con respecto a los dos sectores de la política dominante, en lugar de andar llamando a la abstención activa sin dar la pelea en el escenario electoral. Allí, donde es preciso proyectar para amplificarlas las demandas mismas de los movimientos sociales. Pero sin bajarlas.


Son los recovecos que adoptan hoy los conflictos y luchas entre las clases que conforman la sociedad chilena. Estos se expresan, por un lado, en los intentos y movidas del desprestigiado bloque dominante por mantener el capitalismo neoliberal, imponer megaproyectos depredadores de la naturaleza, mantener las condiciones de la explotación capitalista del trabajo asalariado y el endeudamiento masivo para avasallar y someter a los ciudadanos trabajadores. Por el otro, desde abajo, desde el campo popular que puja por recomponerse y constituirse en sujeto, así como por dotarse de herramientas de resistencia organizativa donde las condiciones lo exijan y en torno a las demandas que surgen de los movimientos sociales como el estudiantil, regional y ambientalista y por la calidad de vida. Al cual debe agregarse el movimiento sindical.


Cabe señalarlo. Una herramienta de los pueblos imposible de ignorar en la perspectiva abierta el 2012 acaba de nacer. El Partido Igualdad es un nuevo instrumento de poder. Es la expresión de las luchas sociopolíticas y de una voluntad de poder ignorada hasta el momento por el dispositivo mediático dominante.


Y con razón. El Partido Igualdad que con más de 16.000 firmas recolectadas para su legalización en la Región Metropolitana (y en otras del Norte) podrá presentar concejales en todas las comunas es una de las formas que asume la recomposición del proyecto social transformador de los trabajadores, los estudiantes, los pobladores, las mujeres y las identidades sexuales diversas. Un colectivo de reagrupamiento de las fuerzas sociales. Las puertas de Igualdad están abiertas. Hay lugar para todos y todas los que quieren cambiar este país por uno mejor, con más Igualdad y dignidad; donde mande el pueblo soberano. Desde abajo.

 


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(1) J. Peña es un hombre público cuya columna mercurial es leída por los lectores de uno de los diarios de referencia de la clase dominante. La crítica y comentarios a un articulista de esas características es un tabú en los medios chilenos. Sin embargo, como bien lo expone el filósofo alemán Peter Sloterdijk en las primeras páginas de su obra “Crítica de la Razón Cínica” (citado por el mismo Jorge Peña en sus columnas), en la batalla de ideas que se libra en la esfera pública es una buena práctica no caer en el cinismo de abstenerse de criticar la opinión de un columnista cuya función es precisamente construir opinión. La función de la crítica es el ejercicio de la razón   para hacer realidad la libertad del pensamiento.

(2) Lo que de ninguna manera quiere decir que los grupos empresariales no financien a los partidos concertacionistas. El mismo sistema de Lobbys, del cual conocidos operadores concertacionistas mueven los hilos, les permite recaudar en empresas multinacionales extranjeras. Las españolas deben ser muy “generosas” con ello.

(3) el articulista de El Mercurio escribe en su columna: “Suena increíble, pero a veces para entender al gobierno -este podría ser un tema en los próximos seminarios del CEP- parece más útil releer las Obras Completas de Freud que estudiar los manuales de Ciencia Política.”

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