Diciembre 12, 2024

Aylwin ¿un demócrata impoluto?

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aylwin762856Como se sabe ampliamente, la historia escoge y valora los hechos ocurridos estableciendo una relación con el pasado, permitiendo crecer y aprender de ellos, para bien o para mal. Así, hoy se está frente a hechos inauditos y significativos que se desarrollan pausadamente. Hechos ocultados y tergiversados groseramente por la acción de intereses ocultos a veces, y no tan ocultos como ahora. Y no sólo se advierte en el presente la acción de las oligarquías nacionales sino que es indudable que trabaja “la mano que mece la cuna”. Vale decir, los que verdaderamente definen las relaciones con la mayoría de los países de América Latina.

 

Nuevamente Chile se encuentra siendo óptima víctima de la injerencia de intereses extranjeros transnacionales a través del Departamento de Estado de los EEUU –autores del Plan “Z” en el golpe de estado de 1973– y sus agencias, en alianzas con oligarquías nacionales, pero hoy con propósitos politiqueros y cortoplacistas, reviviendo situaciones ya experimentadas anteriormente, aunque ahora con el propósito de aquietar la inestabilidad política que prevalece al interior de la clase dominante, y buscando recomponer alianzas que permitan preservar lo esencial del sistema político y del modelo económico impuesto, y por supuesto, su institucionalidad sin menoscabo de mantener la subordinación de Chile ante el imperio.


Así se tiene que, de la entrevista realizada por “El País” – edición del 27 mayo 2012– al Señor Aylwin, cabe preguntarse al menos: ¿por qué el Señor Aylwin se hace entrevistar ahora, hoy, en un período que puede llamarse como pre electoral – además con el antecedente significativo de tener grandes contingentes de jóvenes en las calles exigiendo el cambio radical del sistema global y que ha provocado enormes y profundos cambios en la conciencia política de los chilenos— y, entrevista en la cual distorsiona y actúa como falsario sobre los hechos ocurridos antes, durante y después del golpe de estado?. Tal vez la respuesta tendrá que reconocer, al menos, como una de las razones: las consecuencias que derivan para la acción electoral, de grandes diferenciaciones de intereses objetivos en el plano ideológico y político de los sectores sociales en pugna. Las que se manifiestan directamente en las expresiones electoreras para las cuales se preparan los que supuestamente “cortan el queso” —todo ello sabiendo que los intereses de EEUU juegan un papel trascendental y sin embargo se les hacen aparecer como un elemento secundario o hasta no existente–, y cuyo propósito es fortalecer por ahora el eje DC/PS como supuesta alternativa para volver a gobernar con Bachelet a la cabeza. Vale decir que el Sr. Aylwin estaría jugando el papel de recadero o de “coyote”, en una política de “prueba y error”. En el cuadro de acción que se configura se advierte claramente que la dirección del PS se ha jugado y se juega por la alianza con la DC privilegiadamente, organización que se escapa todavía más hacia la derecha. Con lo cual se aleja la posibilidad de recuperar posiciones de poder sencillamente, en virtud de que carecen de un programa o al menos de un proyecto democrático y estructurado de gobierno, que rigurosamente debería salir de las bases. ¿Y para qué?. Pues, ella sería una buena pregunta de los sectores populares. Qué duda cabe, sería para complementar la estrategia económica global actual, internamente coherente, con respaldo financiero y técnico, pero en cuyo centro no estarían precisamente los intereses y demandas de las grandes masas trabajadoras. Se seguirían aferrando a una expectativa de política de conciliación, que los hechos demuestran que no tiene viabilidad real para los intereses de los trabajadores ya que sólo es una manera de mantenerlos desmovilizados y subordinados –paz social le llaman– Pero, con una preocupación central, que consiste en que se afecte en el menor grado posible intereses extranjeros externos e internos. Con un diseño macroeconómico constituido en “modelo”, y con una ciudadanía que vive una realidad para nada “modelo” o más bien precaria, en cuanto a su calidad de vida. Y ello dentro de una situación en la cual la posible candidatura de Bachelet no se define todavía, y aunado a que desde sectores oficiales apremian por definiciones plausibles.


Así las cosas, y ante tales formulaciones, hay razones suficientemente fundadas para esclarecer si tales acciones abren perspectivas o no a la verdad, para la superación necesaria de coyunturas de la historia de Chile tan obscuras, y al mismo tiempo definitorias, ello en su significación histórica, económica, social y política. Lo cual puede constituirse nada más que en un “sueño guajiro”.


Pues, Patricio Aylwin ha declarado en la entrevista, deformando, omitiendo y mintiendo sobre los hechos acaecidos, y sobre su propia actuación en la gestación y desarrollo del golpe de estado; además califica la actuación de personajes históricos, como la muerte del ex Presidente Salvador Allende, y avanza distorsionando hechos, en su interpretación de las situaciones generadas en aquellos trágicos momentos de la historia de Chile, en las cuales él fue primerísimo actor, autor, gestor, e implementador de decisiones políticas golpistas. Por ello convendría sin duda y sin embargo, realizar algunas precisiones sobre lo que el ex presidente Aylwin omite deliberadamente, distorsiona otras y finalmente miente.


Ciertamente se puede diferir en cuanto a que los hechos admiten diferentes interpretaciones, pero lo que no se puede admitir es cambiar y distorsionar esos hechos, eso es felonía.


Pero por lo pronto, se puede afirmar que Aylwin fue parte activa del golpe de estado en Chile, conspiró con Sergio Arellano Stark y Oscar Bonilla Badanovic, así como con el gobierno de los EEUU, él fue actor desde el primer día de la conspiración orquestada por Richard Nixon que la había organizado con la actuación destacada de Henry Kissinger. Constituyéndose así en cómplice y encubridor de ella. Situación refrendada recientemente en declaraciones del hijo del General Arellano Stark.


Tan es así, que la impunidad del General Arellano Stark y la defensa de Pinochet durante su permanencia en la London Clinic son la prueba más elocuente de que Aylwin es parte del golpe antes, durante y después del mismo.  Su apoyo a la junta de gobierno fue abierto, explícito, orgánico, político, nacional e internacional, y todo ello en concordancia con el ex Presidente Eduardo Frei Montalva.  Es inaceptable –pero deliberadamente puesta en la mencionada publicación– la etiqueta de “férreo opositor a Pinochet” que le coloca el periódico “EL PAIS”. En contrapartida se puede no olvidar que hubo otros personeros DC, como Jaime Castillo Velasco, que actuaron consecuentemente contra la dictadura, pero Aylwin miró desde la cerca, hasta que EEUU lo reactivó en 1986. Documentos desclasificados por los EEUU así lo acreditan.


En los relatos que Aylwin hace de su relación con Pinochet, cabe también preguntarse ¿por qué Pinochet no conspiró contra Aylwin?. Pues porque éste era su mejor garantía de impunidad y de consolidación de las transformaciones económicas, políticas, culturales e institucionales operadas bajo la dictadura. No tenía necesidad de derrocarlo ya que Aylwin estaba legitimándolo ante la Historia, y actuando frente a los hechos políticos “en la medida de lo posible”, como lo dijo explícitamente en la entrevista.


Se hace necesario también recordar que para llegar a la presidencia de la República, Aylwin –entre 1988 y 1990– utilizó un montaje o maquinaria mafiosa con la cual derrocó a Gabriel Valdés como presidente del PDC y aceptó la condición que le puso EEUU:  la entrega de la minería del cobre. Sobre esto no sobra señalar que el 11 de marzo de 1990 era 8% de capital trasnacional y luego tras cuatro gobiernos de la Concertación es 72% de capital transnacional.


Parte de los entretelones en la entrega del cobre, ha sido relatado por Premio Nacional de Literatura, Armando Uribe –“Carta Abierta a Patricio Aylwin”—en el sentido de que él debía guardar silencio y no podía divulgar el secreto de que fue depositario, y que tenía que ver esencialmente con un acuerdo asumido por Aylwin con las empresas transnacionales del cobre, conducente a salvar obstáculos que Pinochet ponía inexplicablemente hasta el último día que estuvo al mando del país.


Así las cosas y ni más ni menos, se está frente a la actuación de un personaje que entregó el cobre a las transnacionales norteamericanas –costo exigido por EEUU para relevar al capataz Pinochet del poder—y motivo suficiente para explicarse del por qué Aylwin ha sido elevado por la plutocracia, sectores de la Concertación y el imperialismo a la categoría de hombre bueno, transversal y demócrata ejemplar que se emociona y derrama lágrimas por la reconciliación de los chilenos, pero que a renglón seguido no vacila en calumniar vilmente sobre Allende y la Unidad Popular.


En conclusión, Aylwin trabajó arduamente por el golpe de estado en Chile y lo apoyó varios meses después de ejecutado, cuando cientos y miles de personas eran hechas prisioneras, torturadas, ejecutadas o exiliadas. Aylwin apoyó a la Junta Militar en todo orden de cosas, enviando dirigentes DC a recorrer Europa defendiendo a la dictadura,  promoviendo a sus cuadros intermedios para que ocuparan los cargos  de gobierno que quedaron vacantes por el asesinato, encarcelamiento o extrañamiento de los militantes de la UP. También gestionó insistentemente para que los militares convocaran pronto a elecciones que permitieran a la DC volver a La Moneda, con el propósito de asumir el Gobierno tras el baño de sangre del pinochetismo. No obstante hoy el Sr. Aylwin aparece como un señor buena persona, siempre sonriente, demócrata, límpido, transparente y amante de sus amistades, tal como hace con los padres de Piñera, según afirma en la entrevista.


Son estos algunos elementos que han contribuido a configurar la verdad histórica y objetiva que es preciso recomponer en toda su plenitud, rescatándola de los intentos de silencio de unos y de las tergiversaciones mañosas de otros como los que hoy se presencia. Porque esos años de Allende representaron la fase más rica inscrita en la larga lucha de los trabajadores chilenos, y es por ello, un antecedente fundamental para la construcción del futuro a que aspira la sociedad chilena. Y en la medida que se comprende esto, la memoria de Allende merece ser invocada no sólo por su heroísmo y la grandeza de su muerte, sino por el “Allende-Presidente”, el conductor de una experiencia histórica de enorme significado para hoy, para mañana y para el mundo entero, que es como se le reconoce

 


* Comunal México del PSCH. 

Ernesto Navarro Guzmán  

Comunal México del PSCH 

Mèxico D.F.,Mayo 2012 

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