Selección de personal mal hecha para ocupar funciones públicas clave; entrega de información falsa durante la catástrofe misma; medidas imprudentes; impericia técnica y, lo peor, falta de liderazgo y conducción precisamente cuando son más necesarias. Es lo que revelan las audiencias acerca del 27F.
Ojo, que aquello no sirva para tapar la reciente negligencia de la Fach. No cabe ocultar su irresponsabilidad y menos olvidar los muertos en el accidente aéreo en Juan Fernández. Ahí, el cuadro desastroso es de magnitud; viniendo de una institución armada cuyo fin es volar. Toda la mecánica de la situación generada por el factor humano conspiró para que el avión se cayera.
Ahora sabemos a ciencia cierta que pudo haberse alertado a la población tras el terremoto que presagiaba el tsunami, y que no era porque faltaban los instrumentos de comunicación, sino que se prescindió de ellos por ignorancia y que todo fue de mal en calamidad.
Los errores se acumulan. Hábiles en el manejo discursivo mediático, incapaces en la toma decisiones. La responsabilidad recae en el equipo improvisado que no sabía qué hacer cuando había que tomar decisiones que hubieran podido salvar vidas humanas. Las imágenes televisivas del momento, construidas para crear la impresión de un equipo preocupado y competente en su labor de asegurar tranquilidad, hoy son leídas de manera completamente diferente.
“Estaba pasando, lo estabas viendo”, ¡pero no entendías ni un carajo!
En el contexto actual, con las informaciones y datos frescos resultado de una investigación, el cuadro interpretativo cambia: el caminar nervioso y ajetreo de la ex mandataria y de sus funcionarios es inconsistente. Ahora se los ve desprovistos de una estrategia clara. El desplazamiento incesante denota ausencia de contacto con los medios técnicos eficaces para administrar la realidad, disminuir riesgos y proteger a los ciudadanos. El Estado falló porque el personal político y técnico no poseía el manejo para gobernar en tiempos de catástrofe y pudiendo hacerlo.
Y si la técnica no resuelve nada porque ella no es neutra sino condicionada por el uso y las circunstancias, un Gobierno de los auto proclamados técnicos-expertos no puede contar más que con un humillante 26% de apoyo. La 3a. se aprovecha para presentar al “Piñera Team” como técnicamente competente en el rescate de los mineros en comparación con la inoperancia concertacionista. Juego político liviano.
Estamos entrando en un mundo de desconfianza en la técnica y en la política de los tecnócratas y de las comisiones de expertos. Los medios técnicos deben estar al servicio de fines sociales y democráticos y de proyectos de vida solidarios. En un país que también desconfía cada vez más de las vueltas de chaqueta del establishment, de su galería de camaleones y de sus instituciones. Donde la exacerbación del conflicto discursivo se acompaña de una pobreza programática inquietante.